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Julia Sáez-Angulo: “Sueños y Roleos»

por Redacción

(Vision Net, 2023)

Carmen Valero Espinosa ha presentado el libro de microrrelatos de Julia Sáez-Angulo titulado “Sueños y Roleos”, publicado por la editorial  Vision Net. El acto, presentado por Pilar Rodriguez Laserna, directora del Departamento de Literatura del Ateneo, tuvo lugar en el Ateneo de Escurialense en San Lorenzo.         La presentadora, entre otras cosas dijo:        

“Sueños y roleos” es un libro de microrrelatos”, ficción narrativa breve, según definición más o menos canónica de la literatura, es decir una narración que conlleva una historia inventada más que real, aunque sea extraída de la realidad, pues como señala la periodista Karina Sáinz Borgo: “La escritura es aquello que se manifiesta tras pasar por la membrana de lo vivido. Y en esa delgada tela intervienen muchas cosas: lo leído, lo dicho, lo presenciado…”

En el prólogo o isagoge del libro “Sueños y roleos”, la autora hace unas reflexiones sobre el microrrelato que yo les recomiendo que lean, cuando adquieran el libro. Entre otras cosas dice:

“El microrrelato o minicuento es un género, que puede decir o sugerir más, que una novela de doscientas páginas. Puede resultar más amplio de ambición, más abierto. Respeto mucho la novela, porque es narración de largo aliento. El microrrelato es un género literario, con frecuencia sincopado en sus frases, que se está afincando en nuestra narrativa, al igual que lo han hecho los haikus japoneses en la poesía española actual. Su brevedad va con el ritmo de nuestro discurrir y trae a la memoria la máxima de Baltasar Gracián: lo bueno si breve, dos veces bueno.”

Julia Sáez-Angulo continúa: “Disfruto cada día, que añado un breve cuento al conjunto de microrrelatos en marcha, atesorados en el ordenador. Casi, con disciplina diaria. Los microrrelatos son diversos, dispersos, variopintos… Me propuse escribir un total de alrededor de 200 microrrelatos y ha llegado el momento de editarlos, sabiendo que son variados en temática, ritmo o posición de la voz narradora. La fábula surge al paso de los días, al ritmo de encuentros, conversaciones, sentimientos, contradicciones, recuerdos o pura invención, tras la mirada, provocación, lectura o cierta extrañeza… Las fuentes de los microrrelatos son muy distintas. Escribir es una forma de hacer un dietario. Tras un sueño, un roleo como una voluta de capitel”, tal y como se ilustra en la portada del libro.

La autora es crítica de arte y por eso ha querido utilizar en el título la palabra “roleos”, que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua define como “voluta de capitel”. La tensión o diferencia, entre la realidad y los sueños, crea roleos en la complejidad de las relaciones humanas.

 Maestros de Iberoamérica

Vale recordar en esta presentación a los maestros del microrrelato como género literario, muchos de ellos iberoamericanos. Recordemos el microrrelato más breve de la literatura en español: “Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Autor: el guatemalteco, de origen hondureño, Augusto Monterroso. Su relato del dinosaurio ha sido muy comentado en la crítica literaria: ¿a quién se refiere con el dinosaurio? Muchos han acabado por definirlo como una metáfora abierta y permanente a algo que continúa de modo fastidioso, desde un dictador a un acontecimiento molesto. Repito el relato para saborearlo de nuevo: “Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. El adverbio de tiempo “todavía” es importante en este microrrelato.

La virtud indiscutible del microrrelato “El dinosaurio” ha sido el haber originado la vigorización actual del género a partir del interés y el debate que ha suscitado entre tantos lectores y escritores.

El escritor argentino Ernesto Sábato decía que el microrrelato, no por micro, deja de ser grande en la literatura. El microrrelato tiene elipsis y condensación expresiva, que se agudiza en el caso de los relatos brevísimos.

Publicado por Menoscuarto Ediciones, el ensayo El microrrelato. Teoría e historia, del profesor argentino David Lagmanovich, autor de una amplia obra de crítica literaria, es la primera aproximación de envergadura sobre el microrrelato, “con la pretensión de marcar unas elementales estipulaciones canónicas con rigor exento de dogmatismo, y con un planteamiento abarcador de todas las creaciones en lengua española, sin establecer cotos según las fronteras políticas, ni las correspondientes orillas del océano”, según señala el escritor leonés José María Merino, autor él mismo de cuentos cortos y microrrelatos. Tiene razón cuando dice:

“La invención verbal brevísima es seguramente tan antigua como la ficción –es decir, tan vieja como nuestra especie– y por escrito ya aparece en los imaginarios hindú, chino y egipcio. En España, en Calila e Dimna (1265), que llega al castellano desde el persa, a través del árabe, hay estupendos relatos de poca extensión, y a lo largo de los siglos posteriores, sin hablar de la fábula ni del aforismo, se multiplican las colecciones de relatos muy cortos de autores como Juan Timoneda, Luis Zapata de Chaves, Esteban de Garibay, Juan de Arguijo o Bernardino Fernández de Velasco (…) Sin duda, tales colecciones buscaban esa «sobremesa y alivio de caminantes» que proclama Timoneda en uno de sus libros, y se adscribían al entretenimiento instantáneo, fácilmente comunicable, fomentado por medio de anécdotas chistosas, pintorescas o fabulosas.

A principios del siglo xx, y en el ámbito hispánico, uno de los primeros escritores que recuperan el gusto por el texto breve es Rubén Darío, precursor en tantas cosas, aunque desde una perspectiva de creación que no tiene ya el gusto directo por el chiste o la anécdota divertida o chocante. A partir de entonces, el cultivo de este tipo de texto sintético, entre lo extravagante, lo misterioso y lo poético, empieza a tener relevancia en el mundo hispanoamericano. Leopoldo Lugones, Julio Torri, Jorge Luis Borges, Augusto Monterroso, Juan José Arreola, Julio Cortázar o Marco Denevi, por no citar sino unos cuantos nombres, sirven de referencia para una manera de escribir textos de muy poca extensión, intensos y significativos en su lenguaje y trama, que apuntan, no tanto el renacimiento de aquellas breves prosas antiguas, sino a la aparición de un género de naturaleza peculiar, diferente, propio de la modernidad.“Hasta finales del si­glo xx, en el espacio de la lengua española y en torno a este tipo de invención literaria, para el que los especialistas no han encontrado todavía hoy un nombre definitivo –microcuento, minificción, microrrelato, relato instantáneo, vertiginoso, ultracorto, hiperbreve, ficción súbita, textículo y otras varias denominaciones se le atribuyen–, fue en los países hispanoamericanos donde la intensidad del cultivo pareció determinar también su exclusividad, y los antólogos que se acercaron a este campo parecían reconocer solamente la obra de los autores latinoamericanos. (…)

Sin embargo, en España habían practicado el género hasta la Guerra Civil Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna y Max Aub, por lo menos, y en la segunda mitad del siglo han ido apareciendo bastantes autores que también lo han atendido. En la actualidad, aunque la producción de relatos muy breves es abundantísima en todo el mundo de habla española, su misma brevedad es también su servidumbre mayor, pues facilita, o estimula, la escritura de demasiados textos inertes que, con el pretexto o la coartada de la pequeña extensión y de su naturaleza escurridiza, aparecen publicados, sin que en ellos se produzca el movimiento dramático que debería ser característica central de cualquier espécimen que quiera formar parte del mundo narrativo. Por otra parte, el microrrelato, que no debe ser la sinopsis de un relato mayor, suele tener puntos en común con el viejo apólogo y con ciertas formas poemáticas, de manera que no resulta fácil establecer claramente cuáles deberían ser sus requisitos sustantivos.” (…)

“El microrrelato tiene «géneros próximos» que Lagmanovich va deslindando: el aforismo, el poema en prosa, ciertas formas y estilos periodísticos, la fábula, la anécdota y el «caso», es decir, una serie de microtextos que no son estrictamente microrrelatos, aunque participen de algunas de sus características.”

Los profesores españoles Irene Andrés-Suárez y Fernando Valls también han teorizado con acierto sobre el microrrelato.

A principios de este siglo XXI, en que nos encontramos, el escritor argentino Jesús López Cisneros impartió con éxito cursos de microrrelato en la Fundación FIART de Madrid y él hablaba de las cinco herramientas del narrador: argumentos, personajes, ambiente, manejo del tiempo y punto de vista. Enseñaba a alternar a los personajes o las acciones que llevan a cabo y recordó que la literatura se dirige a las emociones en la lírica; a la realidad inventada, en la narrativa, o a la provocación de reacciones en el teatro y los guiones.

Difusión y certámenes

Pero volvamos al libro “Sueños y roleos” de Julia Sáez-Angulo. Les avanzo que en él van a encontrar ficciones para todos los gustos: realistas, surrealistas, melancólicos, serios, humorísticos, irónicos, satíricos… Algunos tienen cierta raíz autobiográfica y en otros se percibe que vienen de la escucha, en cualquier caso, siempre fabulada. Para los que conocemos a la autora, algunas de estas narraciones se las habíamos escuchado como vivencias propias o ajenas, en ambos casos, cercanas. En suma, el libro contiene micro-cuentos, unas veces cultos, eruditos, cercanos o coloquiales, según el trasunto abordado. Cada tema sugiere una dinámica y estilo de escritura.

En el microrrelato, como en la literatura en general, importa el estilo. Y como creo ya haberles dicho, la frase corta o el ritmo sincopado suelen acompañar a estos microrrelatos que con frecuencia sugieren más que dicen, para dejar volar la imaginación del lector.

Los certámenes sobre microrrelatos abundan, como el Concurso de microrrelatos Carmen Alborch, que convoca Caixabank; el de Radio Nacional de España o el de la Feria del Libro de Madrid, que suele cambiar de tema cada año. Uno de ellos lo ganó Julia Sáez-Angulo en 2017, cuando el tema era Portugal, como país invitado”.