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Discos

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Ascensión Badiola: “Martina, guerrillera”

por Alberto López Echevarrieta

Editorial Txertoa, San Sebastián, 2013. 309 páginas

La novela “Martina, guerrillera”, de reciente publicación, recupera una figura histórica totalmente olvidada entre las páginas de la guerra napoleónica y si Agustina de Aragón fue la heroína por excelencia de aquel conflicto, Martina Ibaibarriaga no se quedó atrás en bravura ante el enemigo. La autora, Ascensión Badiola, que antes escribió para esta misma editorial “La ría de los afrancesados”, ha hurgado en unos episodios apenas divulgados y ha recompuesto el personaje recurriendo a la ficción. Durante nueve meses se ha metido en su piel para vivir con él un episodio tan trascendental de aquella Guerra de la Independencia.

“Es una novela histórica en la que tenemos personajes de ficción y aventuras inventadas que giran en torno a un personaje real que tuvo una enorme trascendencia en la Batalla de Vitoria, cuyo CC Aniversario se celebra el próximo mes de junio, señala la autora. Martina Ibaibarriaga luchó contra las tropas de Napoleón y alcanzó el grado de coronel. Es, sin duda, la Agustina de Aragón vasca, para entendernos”.

Agustina eclipsó a otras

Aquella guerra contra el ejército gabacho tuvo nombres legendarios, como el alcalde de Móstoles, Daoiz, Velarde, Espoz y Mina, etc. Sin embargo, hubo otros que quedaron relegados a un segundo o tercer plano, cuando no a la indiferencia general, sobre todo en el caso de mujeres batalladoras que se distinguieron por su valentía, caso de Ángela Tellería, Juana Ruiz, Juana Ugarte y nuestra Martina Ibaibarriaga.

“No hay mucha documentación sobre ella, aunque se sabe que nació en la localidad vizcaína de Bérriz, en el seno de una familia que podemos imaginar acomodada, porque su padre fue boticario. La invasión francesa les pilló en Bilbao y, según la leyenda, su padre y un hermano murieron en el saqueo. Fue entonces cuando Martina se sumó a la guerrilla y su arrojo fue tal que, al poco, comandaba su propia cuadrilla para acabar con grado militar”.

Ya en la Batalla de Vitoria tenía el rango de coronel y como tal fue presentada al general Wellington, quien quedó asombrado al ver que aquel valeroso soldado era en realidad una mujer.

¿Por qué?

Cabe pensar a estas alturas de la historia, por qué una mujer de aquella época dejó su casa y se echó al monte para luchar bravamente contra el invasor. Se sabe que hubo mujeres acompañando a los batallones y la historia las describe como aguadoras, como las que tradicionalmente salen en los desfiles de San Marcial, de Irún, y prostitutas que seguían a los pelotones. En rara ocasión surgen las guerrilleras. “Creo que Martina se enroló porque vio la cara del asesino de su familia y reaccionó de esta forma. Es difícil saber la postura de distintas personas ante un hecho semejante. Unas se quedarían sin saber qué hacer, pero otras, como nuestra heroína, no estarían de brazos cruzados, sobre todo esta mujer que tuvo que tener mucha personalidad. La prueba de ello es que llegó a tener a cincuenta hombres bajo su mando”.

¿Hombre o mujer?

Ascensión Badiola (Bilbao, 1961) es licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales y diplomada en Estudios Avanzados de Historia. Uno de sus trabajos más ambiciosos relacionados con la Historia Contemporánea es el titulado “Cárceles y campos de concentración en Bizkaia” (2011). Ahora nos llega con una novela redactada en primera persona, el estilo que le gusta emplear, aunque no deja de confesar que ello conlleva un ego tremendo. Argumenta que así se permite explicar cómo reaccionaría ella ante las situaciones vividas por la protagonista. Existe también la incógnita de si la tropa mandada por Martina sabía la condición femenina de su jefa o ésta hacía creer que se trataba de un hombre.

“Hay diferentes teorías al respecto, si bien cuando estuvo en el ejército regular tuvo que disfrazarse de hombre, aunque todo el mundo sabía que era mujer. Y lo tuvo que hacer simplemente para tener derecho a sueldo y a rancho. No hay constancia escrita, pero particularmente creo que escondió su condición de mujer, porque le resultaba mucho más cómodo a todos los efectos. Lo lógico es pensar que se vistió siempre de hombre porque la movilidad que le daban aquellos trajes femeninos era muy reducida”.

Rigor ante todo

En su rastreo histórico, Ascensión se ha encontrado con numerosas lagunas documentales, lo que le ha permitido dar rienda suelta a su imaginación para entretejer una historia de amor y guerra resuelta mediante un lenguaje ameno que atrapa al lector desde el primer momento. La lectura no fatiga y esto es algo que siempre se agradece. También luce el rigor histórico. “Como no hay muchos datos de la protagonista de la historia, me he tenido que servir de los que existen en torno a las personas que lucharon con ella. Al final de la novela explico qué hay de verdad y de ficción en la obra. Explico cuáles son las licencias que me he permitido y cuáles son los personajes reales y los fantásticos”.

Esta postura final de la autora denota la preocupación que tiene siempre por los datos de índole histórica que rodean a sus personajes y a las acciones que describe. No le gusta manipular al protagonista y utiliza a sus compañeros de ficción para explicar lo que no está avalado por la documentación.

“La novela histórica creo que siempre ha estado de moda, quizá porque yo la he leído toda mi vida, desde mi más tierna infancia. Sí es cierto que ahora hay un incremento mucho mayor de este tipo de literatura, pero pasa lo mismo con la novela negra, por ejemplo. Lo que faltan son lectores”

En las placas de una calle de Vitoria se recuerda hoy a la “Coronela Ibaibarriaga”.