Antonio Crespo Massieu: «Obstinada memoria»
por Alberto García-Teresa
Amargord, 2015
Tiempo y lugar, marcadores históricos, siempre han sido elementos explícitos tanto en el título como en el contenido de cada uno de los poemarios de Antonio Crespo Massieu (En este lugar, Orilla del tiempo y el espléndido Elegía en Portbou). La reivindicación de la memoria, que resiste a pesar de las dificultades y de los intentos de la hegemonía de imponer su interpretación de la Historia, se pone en primer plano como un hecho que vincula resistencias y que, lejos de resultar una recapitulación melancólica, constituye una herramienta para dotar de sentido el presente, comprenderlo y poder transformarlo.
Las citas que abren el volumen (de dos de sus autores más apreciados y, cada uno con sus poéticas y políticas, constituyentes de vectores de la propia obra de Crespo Massieu: Jorge Riechmann y Juan Carlos Mestre) se refieren a la atención y a la exaltación de lo cercano. En ese sentido, tras el monumental ejercicio del escritor en Elegía en Portbou, con su verso torrencial, su alcance casi épico y su poderosa intensidad, el poeta se detiene en lo sencillo y en lo próximo; en aquello que configura las mimbres de la vida y de los conflictos sociales. De todas maneras, en primer plano continúa la atención; atención que permite la revelación y el conocimiento de lo que lo rodea con una mirada radical, indagadora y trascendente.
Al escribir «acompañando el pensamiento, / el desconsuelo, la esperanza», Antonio Crespo Massieu manifiesta los tres ejes filosóficos y políticos que articulan su escritura: poesía como práctica que conjuga la búsqueda intelectual con el testimonio del dolor como retrato crítico del pasado y del presente, pero también útil que nos abre a la posibilidad de cambio y que nos anima así a la resistencia.Desde ahí, el autor emplea pocas concreciones; aporta, salvo excepciones, más reflexiones generales que eco de sucesos específicos desde los que lanzar su desentrañamiento del mundo. Así, construye una comunidad de los resistentes, de los humillados que se niegan a ceder su dignidad. Al mismo tiempo, construye una exaltación de la permanencia de la rebeldía, de lo insumiso.
Utiliza un tono meditativo, muy homogéneo, con una contenida intensidad. Persiste, además, la estructura de enumeraciones yuxtapuestas, sin preposiciones, que las dejan permanentemente abiertas, como recurso para organizar las descripciones tan características de Elegía en Portbou.
En ese sentido, Portbou y Walter Benjamín son de nuevo centro o punto de partida de los versos de Antonio Crespo Massieu. Así ocurre en la segunda sección del libro, con poemas más extensos y que bien podrían pertenecer casi a aquel volumen (junto al significativo “Gramática del lenguaje” o el estremecedor “Analogías”).
A su vez, la palabra posee una presencia relevante en estas páginas como elemento aglutinador, colectivo, y también instrumento de revelación, de conocimiento, como herramienta de expresión y enlace con la Historia.
También se encuentra una reivindicación del asombro como actitud vital, abierta, humilde y agradecida, que busca lo maravilloso de la vida en cualquier parte y ámbito. Se manifiesta, así, un vitalismo radical en estos poemas, que entronca con su canto a la belleza, el cual es ligado al prodigio de la vida, a lo natural y a la realización de la existencia de cada ser humano.