Patricia Gisbert: «Lust for Light» pasión por la contemplación activa
por Yulia Emelianova
(Galería White Lab. Madrid. Hasta el 30 de mayo 2025)
Desde hace más de un siglo, la frase de Kazimir Malévich —“La pintura ha muerto, como el antiguo régimen, porque era parte orgánica de él”—, muchas veces modificada y reducida al célebre “las bellas artes han muerto”, circula de boca en boca: como cumplido al artista abstracto o como sarcástico comentario frente a lo incomprensible o lo no figurativo.
Sin embargo, como podemos comprobar con facilidad, todas las direcciones del arte visual siguen vivas, en evolución constante, buscando nuevas formas de diálogo con el espectador, nuevas formas de invitarlo a participar en el proceso de percepción.
Los artistas, como hace cien años, siguen persiguiendo el experimento, pero ahora, cada vez más, invitan al público a ser coautor de la experiencia.
Patricia Gisbert invita al espectador a practicar la contemplación activa. Sus obras están concebidas para transformarse según el ángulo de visión, la iluminación o la posición del observador. La luz y la sombra, el brillo y la opacidad, la textura y el movimiento de la mirada: todo se convierte en parte de la obra. El espectador ya no solo observa: participa, modifica la percepción, y de algún modo —la completa.
Detrás de estas obras vitales y sensuales hay un diálogo profundo con el público: ¿cómo percibimos el arte? ¿Es capaz el espectador contemporáneo de cambiar de punto de vista? ¿Y tiene siquiera ese deseo? Materia, color, luz, perspectiva… ¿qué vemos realmente cuando miramos? ¿Y cómo se conecta la percepción con nuestro impulso interior hacia la belleza y la armonía?
El oro — como materia, como metal que refleja la luz del sol, como símbolo de lo antiguo y lo permanente — domina la paleta de la artista.
– El color dorado predomina siempre en tus obras. ¿Qué es específicamente para ti? ¿Es un símbolo, un sentimiento, un placer estético o todo junto?
– Quizá el uso del dorado pueda venir por influencia de mi viaje a Indonesia, y de otros a Venecia o de mi estancia durante mi beca Erasmus en Grecia. Pero esta influencia indudablemente se combina con mi intención clara de “representar la luz” en mis obras; Me gusta pensar en mis obras como “cuadros ventana” o “cuadros luz”, que están “vivos” porque cambian a cada minuto del día con la luz natural y aportan a la estancia un punto luminoso aparte de la ventana.
A ello se suman matices de bronce y mar. Los detalles y las formas de las obras recuerdan a escamas, a huellas de olas sobre la arena, a triángulos de velas —Patricia vive junto al mar, y el mar es una de sus fuentes constantes de inspiración. Su lenguaje visual también bebe de los ornamentos marroquíes, las tradiciones doradas de Bali y las obras de artistas como El Anatsui y Olga de Amaral.
Los desechos como material —otro nivel de significación.
Patricia trabaja con materiales reciclados: cartón, papel, telas, plástico, pulpa de papel. El proceso mismo se convierte en un acto de transformación, donde lo cotidiano y lo desechado adquiere una segunda vida, un nuevo sentido, belleza y unicidad. Allí donde otros ven restos, envases vacíos que han perdido su función y se convierten en basura, la artista ve materia prima, capaz de renacer. Del objeto inútil y sin estética a la transformación armoniosa y elevada: ese gesto contiene una metáfora, y añade otra capa de lectura a la exposición y al camino artístico de Patricia en su conjunto.
-¿Siempre has trabajado con materiales desechados o llegaste a ellos más adelante? Cuéntanos un poco sobre tu trayectoria en este aspecto.
– En realidad vengo de la figuración, pero tras un viaje a Indonesia que te comentaba en el que experimenté un terremoto la abstracción ha sido el estilo predominante. Y sí, dentro de esta abstracción modular, que es una especie de proceso meditativo para mi, utilizo cartón y telas recicladas en la mayoría de mis piezas.
La abstracción, para Gisbert, es una forma de hablar de lo íntimo desde lo universal.
Su arte apela a la sensación: formas, colores y texturas despiertan emociones, evocan, conmueven, afinan la percepción. Y lo hacen sin imponerla: al contrario, su expresividad abre espacio para la interpretación personal, para que el espectador encuentre su propio eco.
– No todos los espectadores practican la contemplación activa. ¿Qué consejo darías a quienes quieren aprenderla pero no saben por dónde empezar?
– ¡Pueden empezar por mis cuadros! Con mi obra es muy fácil precticar esa contemplación activa simplemente cambiando de posición con respecto al cuadro; me encanta pensar en esto como en una metáfora de la vida, en la que no podemos controlar lo que se nos presenta ante nosotros, pero sí podemos controlar dónde nos posicionamos ante lo que nos pasa.
La contemplación activa, en la visión de Patricia, es un contacto libre e intuitivo con la obra.
Es una invitación a detenerse, mirar, sentir. A encontrar el propio ángulo. A encontrar, quizás, una armonía interior.