Jorie Graham: «Rompiente»
por Alberto García-Teresa
Título original: Sea Change. Trad.: Rubén Martín. Bartleby, 2014. 122 páginas
Las olas del mar encubren una realidad que vive debajo de ellas. Sólo una mirada atenta, que escudriñe el fondo, más allá de la espuma y del movimiento de la marejada, puede revelar lo que habita en su interior.
Ese procedimiento de mirada penetrante, que se deshace del embeleso aunque le concede espacio, marca los parámetros de este Sea Change; este Rompiente de Jorie Graham.
Uno de los aspectos más destacables de este notable poemario es el vigoroso ritmo que el autor imprime a sus textos, más aún cuando utiliza una estructura que lo podría contradecir en principio. En efecto, el texto se distribuye de un singularísimo modo, con la alternancia de extensos versos y otros brevísimos, colocados mediante juegos de sangrado, donde se suelen incorporar insertos. Asimismo, se suceden encabalgamientos muy abruptos, que rompen la palabra por morfemas. De esta manera, consigue un ritmo muy particular, de una fluidez y con una aceleración sorprendente que contrasta con la densidad de las reflexiones de las piezas. Logra una cadencia fascinante a través de esas oraciones fracturadas, interrumpidas, o incluso inacabadas, y de la ruptura de la unidad de pensamiento en el verso y en la estrofa. Crea, en definitiva, una atmósfera cautivadora continua a lo largo de los 19 poemas que conforman el volumen.
A su vez, Graham consigue la separación del sujeto enunciador del “yo” poético a través de lo impersonal, del pronombre indefinido. El empleo de “uno” en esa función posibilita que cualquiera, además, pueda identificarse con él, y otorga una dimensión más conceptual y abstracta a sus reflexiones. No en vano, escribe: “¿Quién es uno cuando uno se llama a sí mismo / uno?”.
La naturaleza constituye uno de los ejes centrales de la obra, y se enfoca desde dos perspectivas. Por un lado, su contemplación es continua, y a través de ella el poeta desarrolla reflexiones existenciales y sociales. También, se presenta como el escenario, al cual se acerca con cautela, en el que suceden, tras la contemplación del paisaje, los acontecimientos que con sutileza trae al poema Jorie Graham; por lo general, episodios de violencia, de agresiones, de abuso de poder (destaca al respecto el soberbio “Guantánamo”). Por otro, se deja constancia de la inminencia del desastre, dotándola de cierta inevitabilidad (“ahora quién va a arreglar esto”). Habla de que “la nueva Era de las Extinciones ha llegado” y advierte: “No sabes lo que se acerca, un tiempo más allá de lo creíble”. En suma, el autor manifiesta la alteración del clima, y con ello de la normalidad. No en vano, podríamos afirmar que, en su poesía, Graham a lo que aspira es a dejar reflejo de las perturbaciones.
En ese sentido, debemos hablar de cómo, en sus textos, el paso del tiempo se acelera y rompe nuestras previsiones (“y cómo el futuro / adquiere forma / demasiado rápido”). Se produce, entonces, una perturbación en la memoria, al mismo tiempo que se resalta una constatación de lo efímero, de la ausencia de asideros y de restos para el recuerdo ante la fuerza del presente.
Finalmente, se concede una gran relevancia a la mirada en estas páginas, pues es lo que revela lo oculto, lo que extrae datos que permiten trascender lo aparente y lo superficial. El autor realiza, de hecho, hasta una reflexión teórica sobre la mirada, en la cual incide en el carácter de posesión, de apropiación, que adquiere esa acción sobre lo observado.