Cristina Morano: «Cambio climático»
por Alberto García-Teresa
Bartleby, 2014
En Cambio climático, Cristina Morano despliega una mirada escéptica, cercada por la incertidumbre. La poeta habla de la inminencia de un cambio en distintos aspectos, especialmente desde la perspectiva de la degradación. Se enfrenta a ello sin ilusiones, con una expectación neutra, aunque a veces se escora hacia la óptica negativa. El tono general está marcado por las dudas y por la desesperanza. Se manifiesta, igualmente, una desconfianza en el optimismo y se plasma la severidad de una conciencia del desarraigo. Una vez que es asumida la posibilidad del dolor del individuo, del sufrimiento en un sentido amplio, de la ruptura amorosa específicamente, surge en estos versos cierto impulso de calmado presentismo dado que “lo que aprendimos de las cosas / era que se terminan y te dejan / en el aire, con cara de alelado”. En ese sentido, expresa también una conciencia de la fragilidad, de la debilidad, de la degradación causada por la miseria o por la precariedad (“disputándole el mundo a nuestros perros”; “de quien se reconoce como animal famélico”). Así, aparece una voz vencida por el cansancio, que espera extenuada la destrucción rechazando la huida como un último gesto de rebeldía ante el Poder (“no repetiré el gesto de los ganadores”). Y es que, a pesar de todo, el “yo” poético de Cambio climático no acepta el discurso dominante. Al respecto, critica la masificación y la homogeneización social y cultural, con especial énfasis en los efectos del turismo.
En el fondo, el estudio de la adaptación al medio, no por asimilación, sino como proceso de autosuperación, constituye el eje del libro. De ahí la incertidumbre ante la mudanza de la sociedad y la alteración del clima.
La poeta lleva a cabo este planteamiento ubicándose en el marco de lo cotidiano, atendiendo a los pequeños objetos y escenarios que nos rodean (el hogar, principalmente). Figuran abundantes episodios del día a día, como un desayuno, las comidas, el bricolaje y la limpieza del piso, etc. A su vez, emplea una dicción clara, que juega también con esa reproducción coloquial de lo habitual en el plano del habla. En cuanto al título del volumen, Cristina Morano presta atención al clima, aunque sin incorporar una perspectiva ecologista. Aparece sólo como escenario, al ser retratados distintos episodios de clima alterado, pero sin enfoque crítico o, por lo general, sin dar constancia de su excepcionalidad, salvo en un par de textos concretos. En ese retrato del paisaje plasma la capacidad de supervivencia y la hermosura de lo agreste, de lo desnudo especialmente.
Dentro de ese contexto, proclama el amor como espacio de encuentro, de diálogo frente a la alienación y la monotonía, de la cual deja constancia también (como en “Salida de las oficinas”, escrito desde el “nosotros”). No en vano, se sucede a lo largo de las páginas de Cambio climático el relato de una relación amorosa. Diversos textos tratan sobre ello y se vincula continuamente con la vivienda que habitan. Y es que ese espacio común, en definitiva, que existe como tal dado que existe la pareja, supone la materialización del estado de la relación; se convierte, finalmente, en una metáfora de ella.
Cambio climático, por tanto, nos habla del presente, del dinamismo de lo alterado y de lo alterable, con un tono insertado en el día a día y que pronuncia una desengañada falta de expectativas en la que sólo el amor puede atisbar el silencio del daño.