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por Xavier Valiño

THE VACCINES: Pick-up Full of Pink Carnations (Thirty Tigers-Popstock!)

En 2011, The Vaccines logró el éxito con el álbum What Did You Expect from The Vaccines? , que sigue siendo a día de hoy el disco más vendido en el Reino Unido. Desde entonces, mientras su lugar en los festivales ha ido adquiriendo un lugar más preminente, sus álbumes han ido perdiendo el fuelle de aquellos primeros días. Hasta ahora, ya que Pick-up Full of Pink Carnations los recupera en la mejor forma, con el mejor disco que a día de hoy se podría esperar de ellos.

El título del álbum proviene de la canción “American Pie” de Don McClean, aunque no literalmente porque el cantante Justin Young recordaba mal la letra (“I was a lonely teenage broncin’ buck / With a pink carnation in a pick-up truck”). Haberlo escogido se debe a que Young se muestra decepcionado con lo que Estados Unidos y su costa Oeste, donde vive, tienen realmente para ofrecer. Además, el guitarrista Freddie Cowan dejó la banda antes de entrar a grabar este trabajo, así que sus sueños recibieron un par de golpes duros. De ahí que la mayoría de estas diez canciones en 31 minutos hablen de la pérdida y cómo afrontarla, de cómo la vida no siempre está a la altura de las expectativas.

El grupo lo sirve en canciones cortas y adictivas, poderosas, con estribillos pegadizos, pero también con un trasfondo oscuro. Es algo que ejemplifica la excelente “Sometimes I Swear” (“A veces, lo juro / A veces, no pertenezco a ningún lado”) y, también, otras como “Primitive Man”, “Heartbreak Kid”, “Discount De Kooning (Last One Standing)” o “Lunar Eclipse”. Aunque resulta bastante uniforme en su coherencia y muestra pocas sorpresas, se revela consistente, lustroso y pegadizo. Su mejor trabajo desde su debut.

FUTURE ISLANDS: People Who Aren’t there Anymore (4AD-Popstock!)

Los de Baltimore han seguido una trayectoria como las de antes, en décadas en las que se les permitía crecer a las bandas, esperando que en algún momento despuntasen y el mundo las descubriesen, que su calidad estaba ahí. Ya tenían tres disco detrás cuando llegaron a un público mayor con Singles de 2014, favorecidos por la intensa interpretación de su expresivo cantante Samuel T. Herring de su canción emblemática “Seasons (Waiting on You)” en el programa de David Letterman aquel año.

Favoreciendo la gratificación reposada sobre la inmediatez, el grupo ha seguido editando discos de pop electrónico desde entonces, sólidos y con un regusto a algo agradable y en lo que se puede confiar, al margen de los caprichos y vaivenes del pop contemporáneo. Eso es, de nuevo, lo que nos ofrecen en People Who Aren’t There Anymore (La gente que no está allí más), su séptimo disco, en el que aseguran que, mientras en el pasado perseguían himnos de una energía cada vez mayor, en esta ocasión han vuelto la mirada hacia dentro, consiguiendo la intensidad con lo contrario: tomándose su tiempo y buscando que cada respiración, sílaba y choque de platillos cuenten. No hay más que escuchar la balada majestuosa “Corner of the Eye”, con su desgarrador crescendo.

También se suman -sutiles- detalles de una guitarra de seis cuerdas, con una interacción particularmente delicada con los sintetizadores de Gerrit Welmers, evidente, por ejemplo, en “The Fight”, aunque sabiamente no opaca al resto como para obstaculizar su brillo. Y, claro está, hay están momentos inapelables que engarzan con su pasado y lo más agradecido de su libro de estilo en “King of Sweden”, “The Tower”, “Give Me the Ghost Back” o “Peach”.

THE SMILE: Wall of Eyes (XL-Popstock!)

Cualquiera que sea el futuro de The Smile, al menos por ahora está claro que es más que otra aventura del líder de Radiohead, Thom Yorke. El grupo, que incluye, además de Yorke, al guitarrista y teclista Jonny Greenwood (también de Radiohead) y al baterista de jazz Tom Skinner, pasó más tiempo en la carretera con su debut A Light for Attracting Attention (2022) que Thom Yorke con sus discos en solitario o con su otro proyecto Atoms for Peace.

Si en el primer álbum se podían distinguir al menos los contornos de canciones más convencionales, haciendo de puente perfecto con los discos anteriores de Radiohead, ahora han desaparecido por completo. El productor habitual de Radiohead, Nigel Godrich, también el hombre con quien The Smile trabajó cuidadosamente las canciones del primer álbum, ha dejado paso a Sam Petts-Davies. Este dejó que la banda improvisara más, lo que deviene en canciones complejas, esquivas, que no son plato de una única escucha para poder apreciarlas y degustarlas.

Skinner toca regularmente un compás de cinco por cuatro, mientras Yorke y Greenwood lo siguen con unos sonidos que se centran más en las atmósferas que en melodías pegadizas. A veces funciona de forma más inmediata, como en “I Quit”, construida alrededor de una figura de guitarra de Greenwood, o la épica y violenta “Bending Hectic”. Y con cada escucha aparece algo nuevo en lo que los propios músicos quizás no hayan pensado de antemano, iniciando así un vuelo que, ahora sí, marca las diferencias con Radiohead.

SLEATER KINNEY: Little Rope (Loma Vista/Concord-Music As Usual)

Son ya 30 años los que Sleater-Kinney vienen firmando parte de los mejores discos de los últimos años. Desde el 2019, en formato de dúo, con Carrie Brownstein y Corin Tucker al frente, tras el abandono de la nave de Janet Weiss por discrepancias con sus socias. Ahora llegan a su undécimo álbum, el tercero de su tercer ciclo, cada uno de unos diez años, desde que retomaron su trayectoria en 2014 tras una década de parón -con el interludio de un disco de otro proyecto, Wild Flag-.

En este caso, Little Rope viene marcado por una tragedia personal, la muerte de la madre y el padrastro de Brownstein en un accidente de tráfico en unas vacaciones en Italia. El duelo, que evita centrarse en ese tema, les ha servido para reflexionar sobre temas como la política de la violencia, el dominio de la economía, el lavado de cerebros o la polarización política en la sociedad de hoy en día, para acabar aceptando el paso del tiempo o que la muerte forma parte intrínseca del proceso de la vida.

Su sonido busca la intensidad, las sombras, las emociones extremas, la fealdad en las guitarras. No obstante, lo que se traduce de sus catorce canciones es el júbilo de la emoción, representado inmejorablemente en temas como “Say It Like You Mean It”; o sea, cómo extraer emociones a partir del trauma y los tiempos revueltos.

VIRGEN DE LA PERIFERIA: El crimen en España (La Synthesis)

Acaban de editar su primer álbum, El crimen en España, siete canciones en 31 minutos, y ya anuncian una secuela. Bajo el nombre de Virgen de la Periferia -antes se denominaban Texacco- se mueven conocidos músicos habitualmente en la sombra de la escena valenciana, como David Pascual (Mr. Perfumme, Jackson Milicia) e Irene Villar a las voces, Alberto ‘Correcto’ Roselló (El Futuro Peatón, Megaphone ou la Mort) a la guitarra, Violeta Ausina (Cançoner Industrial, MAR, Orxata Sound System), al teclado, Juan Clavel (Gilbertástico, Golden Peluco) al bajo y Santi Serrano (Carmina Burana y Emma Get Wild) a la batería.

No es difícil atisbar en ellos ecos del rock de finales de los años 80 y principios de los 90, con referentes claros como Nick Cave (la sobresaliente “La bestia de la Caja Rural”), Jesus & Mary Chain (“Navajera”) o Mark Lanegan trabajando con Isobel Campbell (“Nadie se opone a la noche”). Por algo graban en la discográfica de Pablo Und Destruktion, la propuesta de nuestro país más cercana a sus postulados, no estando tampoco distantes de El Columpio Asesino.

La España más negra se pasea por sus estrías, con un hilo común en las canciones y una atmósfera que tiene que ver con la muerte, los asesinatos y la premeditación. Según ellos, se trataría de “una película de carretera por la España profunda en un Mazda 121 de segunda mano”. Y este viaje se mueve entre el rock psicodélico ruidoso y el pop mediterráneo expuesto al influjo de Ennio Morricone, con temas como “Disparar” propiciando continuos cambios de guion.

PABLO CUEVAS: Los cuatro claveles (Family Spree Recordings)

No pasa de unos escasos 33 minutos. Son solo nueve canciones. Pero qué canciones las que encierra el debut como solista de Pablo Cuevas, conocido en la escena del rock en castellano como líder de la banda de rock Los Fusiles. Su disco se titula Los cuatro claveles y en él nos muestra otras facetas que puede que no hayan tenido tanta representación en su trabajo con la banda.

Su primer disco se muestra cargado de referencias sonoras clásicas y tabernarias, donde lo mediterráneo, lo hispano y lo norteamericano se dan la mano con la anarquía en que cohabitaban, en tiempos pretéritos, los diferentes géneros de varieté cabareteros. En este disco especial queda clara la querencia del músico sevillano por la chanson francesa, el tango, el jazz, la canción napolitana y su Andalucía natal.

Nada extraño que sea este el legado que también reivindique un autor que, a la par que escuchaba rock nacional, creció con clásicos imprescindibles del siglo XX, tales como Elvis Presley, Charles Trenet, Adriano Celentano, Amalia Rodrigues, Carlos Gardel, Edith Piaf, Django Reinhardt o Joan Manuel Serrat. Pero, sin duda, de quien más cercano se siente -y con lo que mejor lo podemos identificar- es de Josele Santiago o Jaime Urrutia, en un debut que se presenta con una luminosa sencillez callejera, folclórica e internacionalista.