Discos
por Xavier Valiño
NEIL YOUNG: Official Release Series #5 (Warner)
A la ingente y diversa producción musical de Neil Young de los últimos años, entre discos nuevos, directos, reediciones o recuperaciones de álbumes perdidos, hay que sumarle ahora una nueva entrega de su Serie de Ediciones Oficiales. Y, si alguien se ha perdido entre tanto lanzamiento y quiere apostar por algo seguro, esta bien podría ser su elección.
Hay que recordar que los años 80 fueron una década extraña para Young, entre álbumes de distinta índole (rockabilly, electrónica, country…) que llevaron a su compañía Geffen a demandarle por no entregar la clase de discos que debería hacer. Por eso, cuando en 1989 editó Freedoom, con su himno “Rockin’ in the Free World”, era como si hubiera recobrado la razón y los años perdidos, entregando el disco que se había hecho de rogar el resto de la década.
Es el primero de los cuatro discos de esta entrega, al que se le suman el furioso Ragged Glory (1990), el abrasivo directo Weld (1991) y el compañero de este, Arc (1991), 35 minutos de distorsión, improvisación, solos de guitarra y fragmentos vocales. El apodo de ‘abuelo del grunge’ tiene aquí su mejor base. A esta reedición se le suman cuatro canciones adicionales, las caras B de single “Interstate” y “Don’t Spook The Horse”, más las versiones inéditas “Box Car” y “Born To Run”, esta en una toma de 12 minutos. Las cuatro merecen acomodo en este lanzamiento, pero el Santo Grial siguen siendo aquellos tres -cuatro- discos aguerridos.
JANELLE MONÁE: The Age of Pleasure (Wondaland/Bad Boy-Atlantic/Warner)
Puede que sea la cantante de color más interesante surgida en los últimos años. Sus tres discos hasta ahora –The ArchAndroid (2010), The Electric Lady (2013) y Dirty Computer (2018), más un primer intento, The Audition, de 2003, que solo contó con 500 copias y no se suele incluir en su discografía oficial-.demostraban que no había nadie como ella a la hora de mezclar la historia de la música negra con el pop.
Pues bien, su cuarto disco la encuentra buscando una mayor homogeneidad en su música, centrada en ritmos caribeños de cadencia sinuosa, algo así como un reggae levemente bailable, servido con profusión de vientos y cierta conexión con África gracias a la participación de Seun Kuti y Egypt 80. Catorce temas en 32 escasos minutos dejan claro que es este un disco de canciones cortas y algunos interludios. Si acaso, se le podría objetar que hubiera estado bien haberle dado a algunos cortes un desarrollo más largo, reforzando los estribillos, para devolvernos a la Monáe de antes. Parece como que su evolución discurre paralela a la de Lauryn Hill tras su primer disco, aunque ya sabemos que acabó desapareciendo del radar público, al menos discográficamente.
JONI MITCHELL: At Newport (Rhino-Warner)
Nadie lo esperaba. Los asistentes se encontraron con la gran sorpresa del festival y, casi se puede argumentar también, de los últimos años. Sucedió en el Festival de Newport, concretamente el domingo 24 de julio de 2022, cuando sobre el escenario apareció Joni Mitchell para dar un concierto. El primero en bastante tiempo y, por desgracia, puede que el último.
No está Mitchell para grandes esfuerzos, como se pudo comprobar esa noche. De hecho, la idea de esa actuación no fue tanto suya como de Brandi Carlile, de The Go-Go’s, que fue quien le propuso hacer el concierto rodeada y ayudada por otros músicos. Ella puso su presencia y su voz en algunas canciones, y el resto es más una interpretación de amigos y compañeros de profesión de su cancionero y de versiones como “Summertime”, en la onda de las reuniones con músicos que había ido montando en su propia casa en los últimos tiempos y que dio en jamar “Joni Jams”.
Por allí estuvieron Marcus Mumford, Shooter Jennings, Taylor Goldsmith (Dawes), la banda Lucius o Wynonna Judd. Todos emocionados, participando de algo que sabían que era único y que ahora el resto podemos disfrutar en disco. Casi se le puede llamar un tributo, pero con la asistencia de la persona homenajeada y su participación ocasional en el evento. Ese es su interés y su mérito, poderla escuchar en algunos cortes, y ver cómo sus colegas la veneran y se rinden ante ella haciendo sus canciones. Que no es poco. Por cierto: no se encuentra en plataformas de reproducción en línea, en sintonía con la protesta emprendida en su día por su amigo y coetáneo Neil Young.
STONE FOUNDATION: Standing in the Light (100% Records)
Desde hace 25 años, The Stone Foundation viene funcionando como la, tal vez, mejor formación de soul de ojos azules reciente. El grupo está dirigido por el cantante y guitarrista Neil Jones y el bajista Neil Sheasby, quienes también componen la mayor parte de las canciones. Al principio tocaron en todos los clubes que les hacían un hueco y editaron varios discos sin demasiada repercusión.
Su suerte comenzó a cambiar en 2014 cuando, para el álbum To Find the Spirit, reclutaron a gente como Carleen Anderson y la leyenda del northern soul Nolan Porter para que se unieran a ellos en el estudio. Los álbumes que siguieron adoptaron la misma fórmula, presentando a otros artistas legendarios, bien como cantantes o compartiendo las funciones vocales con Jones, como Graham Parker, Bettye Lavette, Mick Talbot, Durand Jones, Kathryn Williams, Shirley Jones y, sin duda lo más importante, Paul Weller, cuya idea inicial de grabar una canción juntos se expandió a todo un disco, Street Rituals, en 2017.
Ahora, recordando estos cinco lustros y diez álbumes, editan su primer recopilatorio, con 33 de sus mejores canciones. Por supuesto, está “Deeper Love”, junto a Paul Weller, puede que su mejor canción o entre las más logradas, pero también entre las mejores de Weller en los últimos años. Pero no es la única: en este festín de soul accesible y hecho con buen gusto se pueden elegir otras como “The Limit of a Man”, “Now that You Want Me Back”, “The Night Teller”, “Season or Change”, “Tracing Paper”, “Outside Looking In”, “A Love Uprising” o “Back in the Game”, sin que nada pueda fallar.
TALKING HEADS: Stop Making Sense (deluxe) (Rhino-Warner)
En las próximas semanas se reestrenará en cines Stop Making Sense, dirigida por Jonathan Demme la que es considerada mejor filmación de un concierto de la historia. Se presentará en el Festival de Toronto y será la primera vez en 20 años que comparezcan juntos los cuatro componentes del cuarteto Talking Heads.
Además, coincidiendo con la efeméride (¡40 años!) se edita por primera vez en vinilo con el repertorio íntegro del concierto. Eso quiere decir las 18 canciones que interpretaron aquella noche, 15 del grupo, “Genius of Love” del disco homónimo (1981) del proyecto de Tina Weymouth y Chris Frantz llamado Tom Tom Club más “What a Day that Was” y “Big Business” del disco de David Byrne en solitario The Catherine Wheel (1981). Eso quiere decir que por fin quedan superadas las primeras ediciones de 1984, con solo nueve temas y una progresión difícil de entender respecto al film, y la reedición de 1999, con 16 cortes, ya que esta de ahora incorpora además los hasta ahora inéditos “Cities” y “Big Business/I Zimbra”.
Aunque la banda ya había editado un directo previo, The Name of this Band Is Talking Heads (1982), este es su disco definitivo, celebrado por su repercusión extra gracias a la película. Cierto es, también, que la banda reforzada por otros músicos, encontró aquí la mejor traslación al directo de sus ritmos bailables y cercanos a los orígenes africanos de la música, con una energía del cuarteto retroalimentada por una audiencia receptiva y cautivada. Toda una revisión más que anhelada, por fin restaurada en todo su esplendor.
MARVIN GAYE: Let’s Get It On (deluxe) (Motown-Universal)
Solo tres días antes de la fecha original de su edición hace 50 años se reedita uno de los álbumes imprescindibles de Marvin Gaye, Let’s Get It On, para celebrar su quincuagésimo aniversario. Y lo hace a lo grande: de las 8 pistas de entonces pasamos a las 41 de ahora, con 33 temas extra de los que 18 son totalmente inéditos. Eso sí, conviene resaltar cuanto antes que se trata de maquetas, versiones alternativas o instrumentales.
No obstante, sirven para reconstruir el proceso de gestación del disco que, si bien se editó en 1973, recuperó grabaciones de meses atrás, hasta de 1970, cuando Gaye trabajaba ya en su obra maestra, What’s Going On. Si aquel fue su álbum de contenido más social, marcado por lo que veía a su alrededor tras el regreso de su hermano de Vietnam, este sería su álbum más sensual, sexual y carnal, marcado por el fin de su matrimonio con Anna Gordy, el capo del sello Motown, pero, sobre todo, por el romance en ciernes con una casi adolescente Janis Hunter que estuvo presente en las sesiones de grabación.
Esa lujuria se manifiesta en las capas superpuestas de voces, algo que había probado en What’s Going On. No obstante, el disco no era solo eso, sino que tenía también un componente espiritual. Tal y como recogió inmejorablemente en su día David Ritz en su aclamada biografía, Divided Soul: The Life of Marvin Gaye, la paradoja es que “el trabajo más sexy de Marvin Gaye es también el más espiritual. Esa es la paradoja del propio Marvin. En su lucha por casarse en cuerpo y alma, en su exploración de la pasión sexual, expresa el hambre más humana: el hambre de Dios. En esas canciones de pérdida y lamento, la sensación de separación es desgarradora. En un nivel, la separación es entre hombre y mujer. En un nivel más profundo, la separación es entre el hombre y Dios”.