“Historias y personajes del Norte de África»
por Carlos Sanchez Tarrago
Estos días atrás he hecho un corto viaje a Tánger, ciudad en la que dejé muchos y buenos amigos, tras una larga etapa profesional. Me encuentro con una ciudad que ha sufrido una gran transformación en estos últimos años y que ha visto un crecimiento espectacular de la población.
Nada que ver con aquel Tánger, casi familiar, de mi llegada a mediados de los ochenta, cuando todavía podías encontrarte, incluso conversar, con personajes como Paul Bowles, Mohamed Choukri, Juan Goytisolo, Rachel Muyal, Adolfo de Velasco, Joseph McPhillips, Emilio Sanz de Soto…
Hoy, el viajero que llega a Tánger, llega a una ciudad moderna que le va a sorprender. Una ciudad que es, y siempre ha sido, especial. Tánger no es Marruecos. Tánger es: ¡Tánger! Donde se hallaban instaladas las sedes de las delegaciones diplomáticas en Marruecos desde finales del siglo XIX y que gozó de un estatuto internacional desde 1923 hasta la independencia de Marruecos, en 1956. Sin olvidar que fue ocupada por España desde 1940 a 1945.
Tras unos años de ausencia, he querido conocer las grandes transformaciones surgidas en la ciudad, y me he quedado maravillado: magníficas carreteras, estupendos edificios, elegantes cafeterías, lujosos hoteles, rápidas comunicaciones… nada que envidiar a cualquier ciudad europea, a las que a muchas supera.
Pero yo no me puedo olvidar ese Tánger que vivieron, pintaron, escribieron y cantaron tantos personajes que fueron dejando sus huellas.
Me instalé, para ello, en el Hotel Rembrandt, ese hotel al final de Boulevard, donde un día se alojara Tenessee Williams o Habib Bourguiba, cuya visita, en 1951, quedó grabada en una placa en la fachada del hotel. Desde el Hotel, con la playa y puerto a sus espaldas, me dirijo por el boulevard hacia el Zoco y la Medina. En mi caminar, me paro en el escaparate de la Librairie des Colonnes, epicentro cultural de la ciudad, fundada en 1949, utilizada por Juan Goytisolo o Paul Bowles, para recibir sus correspondencias o recados y donde presentaban sus libros autores como Amin Maalouf con el que me fotografié firmándome su libro (Les croisades vue par les árabes). Continúo por la acera de la izquierda para ver la gran sinagoga Chaar Rafael, aún activa, vestigio de una comunidad que llegó a albergar unas 17 mil almas. Un poco más adelante cruzo hacia el conocido mirador de los cañones, que apuntando hacia el puerto sirve de apoyo la mayoría de las veces para los “cansados mirones”. Estoy al lado de la Place de France y aprovecho para tomarme un té en el famoso Café de París. En el mismo lugar que lo hicieron Jean Genet, Truman Capote, William Burroughs y tantos otros.
Mientras tomo el té a la menta, muy dulce y muy caliente, como me gusta y se debe tomar, veo enfrente los hermosos jardines del Consulado de Francia, donde tantas veces pude entrar, y tengo ante mí, dos opciones para el siguiente caminar: girar a la derecha, por la calle de la Libertad, para entrar en el Minzah y continuar mi visita al Zoco y la Medina o continuar por el Boulevard hacia arriba, hasta la Plaza de Iberia (actualmente Place El Koweit) donde están las instituciones españolas (Instituto, Colegio, Consulado, Instituto Cervantes y Hospital Español) después de haber dejado atrás la antigua Biblioteca Española, fundada en 1941. Pero es este un histórico e interesante caminar que dejaré para otra ocasión. Aquí quiero aprovechar mi descanso para acercarme a otra mirada de Tánger, de una manera sosegada y documentada.
Nada mejor para ello que hacerlo a través de un estupendo libro que publicara mi querida y admirada amiga, la escritora, abogada y periodista, Julian Sáez-Angulo, con el título de Historias y personajes del Norte de África, en dos tomos. Un magnífico descubrimiento para quien no conozca su historia y para los que la conocemos, una estupenda oportunidad de conocer historias o detalles que no sabíamos. Son una serie de relatos, muy documentados. He disfrutado con las historias de Bu Hamara, el hombre del asno (el famoso Roghi); con las de la duquesa de Guisa en Larache, cuyo palacete, ahora en ruina, visité; conocer Sidi Hosni, la fabulosa casa que en su día perteneció a la rica heredera Barbara Hutton (solo pude fotografiar la puerta de entrada); o los célebres personajes que aparecen en el segundo tomo: Fortuny, Tapiró, Jane Bowles o Abdelhalek Torres, personaje muy interesante, para la historia de España y Marruecos, con cuyo nieto, viejo conocido, tuve la oportunidad de charlar mientras nos tomábamos el té. Supe así, que es su madre quien gestiona la Fundación que lleva su nombre donde se conserva y difunde su gran legado.
Ha sido muy interesante releer esos libros que un día me dedicara. Yo, que he leído muchos libros sobre Marruecos, encuentro en este una forma muy amena y muy documentada, como ya he dicho, para conocer unos personajes no siempre conocidos o bien descritos. Y Julia, además, lo hace con esa prosa tan elegante y amena que la caracteriza.
Es un libro imprescindible para disfrutar y conocer bien el Norte de África cuando allí se viaje.