Berta Marsé: «Encargo»
por Mercedes Martín
(Anagrama, 2020. 200 págs)
La escritora Berta Marsé publica su primera novela: Encargo. Es una novela corta, pero bien ejecutada, yo diría que tiene la forma de una fuga (la pieza musical) porque la historia vuelve al punto de partida con variaciones; diría que se parece a una litografía de Escher: ¿recuerda aquellos espacios paradójicos, aquellas ilusiones ópticas? Encargo es algo similar.El relato da vueltas en torno a un suceso traumático que marca tanto a sus protagonistas que se quedan estancados orbitándolo ya para siempre. Al principio estamos en una habitación, pero es que en realidad estamos en un taller de escritura, pero eso tampoco es del todo exacto: estamos en otra parte (que no adelanto) y las tres partes están cerradas y se contienen entre sí, y de ahí, querido lector, de esos tres lugares no saldremos jamás. No se engañe. Le parecerá que sí, pero es solo un espejismo.
Los detalles se acumulan como focos de luz que van revelando más y más cosas: la vida del barrio, los diversos personajes, el carácter de las protagonistas… pero lo central, el por qué de todo esto, permanece a oscuras durante mucho tiempo. Esta manera de narrar de Marsé añade suspense y regusto a novela negra y además es muy simbólica porque, de la misma manera que la fuga resalta el tema musical al hacerlo variar y las ilusiones ópticas de Escher no hacen sino incidir en el hecho de que estamos ante un dibujo, la manera en que se narra la historia de Encargo incide en el hecho de que estamos ante un relato. Y hasta aquí puedo leer. Podríamos decir sin exagerar que la novela de Berta Marsé es un relato que se relata a sí mismo o, si lo prefiere, un relato que se mira en el espejo, igual que Desi y Yesi.
Desi y Yesi son dos chicas del mismo barrio, de la misma edad, que se han criado juntas, pero un día una es raptada y la otra no, la otra se queda con la sensación de que podía haber sido ella y la verdad es que parece que sí, porque justo en ese desvío del camino se detiene el tiempo y su vida no avanza. Desi es Yesi y viceversa, y así las cosas se vuelven misteriosas y hasta filosóficas. Si a eso le añade la referencia inquietante a aquella novela de Italo Calvino y a aquel poema de Cortázar… Pero no se lo voy a destripar. Quizá el lector alguna vez ha dicho estremeciéndose: “¡ese podía haber sido yo, escapé por los pelos!” (es lo que me dije yo al ver por la tele el atentado de Viena, pero esa es otra historia).Han pasado cinco años y Yesi, raptada cinco años atrás, vuelve al barrio. Desi todavía vive con sus padres, en la misma habitación, exactamente la misma de cuando tenía 15 años, con la misma decoración, como si el tiempo no hubiera pasado, sigue estudiando y su novio es solo un novio nominal. Por supuesto, con la aparición de Yesi se levanta mucho revuelo e incluso viene la tele. Pero Desi está paralizada y no quiere saber nada… Pero todo está escrito y no tendrá manera de escapar. Desi está presa del relato, nunca mejor dicho.
Por cierto, una curiosidad: el rapto de Yesi sucede en 2008 en la novela, pero Berta Marsé ha revelado que corría el año 1993 cuando ella vivió la anécdota que le inspiró para escribirlo. Si usted echa un vistazo en internet verá que justamente el año anterior, en 1992, empezaba a emitirse Quién sabe dónde… Y que también ese año en España desaparecieron nada menos que 3500 menores de 18 años.