Emilio Sánchez Mediavilla: «Una dacha en el Golfo»
por Mercedes Martín
(Editorial Anagrama, 2020)
Hace muchos siglos Bahréin era una región del Paraíso, al menos podemos deducirlo de las tablillas sumerias, asirias y mesopotámicas. El lugar donde cuentan que sucedió el diluvio universal, donde Gilgamesh persiguió la vida eterna horrorizado por la muerte de su amigo Enkidu. Pero hoy en día es el Infierno. Emilio Sánchez Mediavilla lo atestigua en su crónica, ganadora del Premio Anagrama de Crónica el año pasado.
Allí pasó dos años porque su mujer fue destinada por trabajo, fue después de la Primavera Árabe. ¿Se acuerda de verlo por la tele? Aquella especie de movimiento indignado que recorrió las principales plazas de las ciudades árabes, denunciando la tiranía de los gobernantes. Algunas personas fueron testigos y otros protagonistas de aquel infierno, porque si bien empezó como un sueño lleno de esperanza, acabó en masacre.
Una noche, convenientemente, se desconectó internet y la policía entró en la plaza de La Perla a eliminar a los acampados. El cónsul español allí destinado en aquel momento, dijo por la radio más o menos que habían sido dispersados con gases lacrimógenos y que se lo merecían, sus declaraciones también se recogen en la crónica. Todas las potencias con intereses económicos allá: Londres, Washington, Riyadh, Teherán y otros países cómplices económicos de la debacle capitalista del petróleo y el armamento, dieron el conveniente informe al mundo: aquello era una revolución chií. Pero la verdad, según testigos y cronistas, era que la gente pedía democracia en un país tiranizado por sus gobernantes, aparentemente elegidos, aparentemente constitucionales.
El autor se detiene a describir la atmósfera posterior a la masacre, la vuelta a la “normalidad”, el miedo a hablar, las represalias a la población chií, la vida cotidiana, las costumbres, el capitalismo salvaje que esclaviza a los trabajadores asiáticos, los testimonios de los exiliados y la ansiedad de vivir en un no-lugar, Bahréin, el Paraíso desmantelado: rascacielos, hoteles, islas artificiales, lujo consumista, pobreza, construcciones grises y descampados.