Norman Foster modifica el Museo de Bellas Artes de Bilbao
por Alberto López Echevarrieta
La obra se llevará a cabo en 18 meses
La remodelación que va a sufrir el Museo de Bellas Artes de Bilbao aumentará notablemente la expectación arquitectónica de la capital vizcaína al componer un núcleo museístico de singular interés internacional. Si ya la construcción del Guggenheim supuso el punto álgido de la arquitectura urbana de la Villa, además de bandera de su resurgimiento, la nueva obra está llamada a ser otro hito indiscutible gracias al proyecto de Norman Foster que será una realidad dentro de tres años.
Cuando Bilbao se prepara para celebrar las Bodas de Plata de su flamante Metro, también trabajo de Foster y considerado por la población como su obra urbana favorita, se acaban de dar a conocer las líneas maestras que va a tener el nuevo Museo de Bellas Artes. Esta pinacoteca, a pesar de la última remodelación, se había quedado pequea para su intensa actividad. Se buscaron emplazamientos para la apertura de una sucursal urbana donde poder mostrar muchas de las obras que atesora en su almacén y que no pueden exhibirse en continuidad por falta de espacio.
Se tantearon varios lugares hasta llegar al convencimiento de que el mejor de todos era el que ocupa en la actualidad, pero ampliado. El fallo del concurso de esta obra se hizo público a finales de julio pasado, eligiéndose el proyecto titulado Agravitas, presentado por Norman Foster y Luis María Uriarte. En menos de cinco meses, ambos arquitectos han hecho públicas las maquetas del nuevo edificio. En medio de una expectación inusitada, el propio Foster ha ofrecido un avance del plan.
La ampliación de la pinacoteca bilbaína será en vertical, dotando al actual edificio de una especie de visera de dos pisos en los que se aprovechará sobremanera la luz natural. El superior será un nuevo espacio de exposiciones en el que se podrán combinar la iluminación artificial y la natural captada de forma muy sutil. Una rampa lo conectará con el piso inferior donde se ubicarán las oficinas y la zona de educación.“Un punto muy importante de nuestro estudio -ha señalado Norman Foster- ha sido la utilización de materiales y el color del edificio. Usaremos tonos muy ligeros que pueden ser tipo piedra blanquecina o un vidrio traslúcido para que la luz penetre en ambas plantas”.
Los arquitectos huyen de plantas subterráneas. “¿Le apetece a alguien trabajar en un sótano?, se ha preguntado Foster. No queremos enterrar a los trabajadores. Construir bajo tierra supondría destruir lo que hay encima. No tiene sentido alguno”.
Otro cambio substancial lo experimentará el patio abierto donde se encuentra la fuente con la estatua de Paco Durrio. Desaparecerá la fuente, pero no la estatua y su artístico pedestal que quedarán cubiertos, como todo el patio, por un tejado traslúcido apoyado en unas pilastras oblicuas que siguen el modelo del Puente de Burceña, de Aurelio Arteta, uno de los óleos más venerados de la pinacoteca. El nuevo proyecto contempla también la recuperación de la entrada que tenía el museo original por la Plaza de Euskadi, a todas luces mucho más espectacular que la actual por la Plaza Chillida.
La obra de Foster y Uriarte está llamada a ser otro edificio emblemático de Bilbao. Su coste se eleva a unos 23 millones de euros. Las obras comenzarán en la primavera de 2020 y se espera que la inauguración tenga lugar en el 2023.