110 AÑOS, 110 OBRAS
por Alberto López Echevarrieta
(Museo de Bellas Artes de Bilbao, del 9 de mayo al 17 de setiembre de 2018)
El Museo de Bellas Artes de Bilbao, tercera pinacoteca en importancia y una de las más veteranas del estado español, se prepara para cumplir sus primeros ciento diez años de vida. La gran tarta de cumpleaños acaba de ser servida con otras tantas velas conmemorativas, cada una de ellas compuesta por una de las joyas del museo. De ahí que la exposición que se ha preparado con el patrocinio de la BBK para esta primavera y verano lleve el título de 110 años, 110 obras y la configuran lo que podríamos llamar las joyas de la colección.
Los trabajos aludidos se exponen en dos amplias salas de la pinacoteca vasca y, a decir de su director, Miguel Zugaza, “ni son todos las que están, ni están todos las que son”. La selección llevada a cabo entre las catorce mil obras que guarda la colección ha sido llevada a cabo por una comisión formada por técnicos del museo vasco que han tenido en cuenta no sólo la calidad de las mismas, sino también su importancia en el desarrollo histórico de la pinacoteca.
Puede imaginar quien lea esta crónica que tenemos ante nosotros una oportunidad única para ver “lo mejor de lo mejor”. Es más, cada vela tiene un nombre y una ubicación en el pastel por orden cronológico. La pieza más antigua, Majestad de Cristo en la cruz, data de la primera mitad del siglo XIII y está realizada en madera policromada. Se estima que este ejemplar es el mejor de los pocos conservados fuera de su región de origen, Cataluña. Lucas Cranach, El Viejo, está representado con Lucrecia, retrato de una heroína romana cuya muerte provocó una revolución que dio paso al final del imperio. El Calvario de Juan de Anchieta, del siglo XVI, es un altar portátil del siglo XVI con unas figuras en pequeño formato que distan mucho en tamaño de otros trabajos de su notable autor.
El Greco, con San Francisco en oración ante el Crucificado(1585) y La Anunciación(1600), atraen de inmediato a los visitantes. Ambos temas han sido realizados muchas veces por el cretense, pero mantienen la fuerza dramática que impregnaba a sus óleos. Zurbarán, Ribera, Murillo, Gentileshi, Van Dyck, Paret, Goya, Sorolla, Gutiérrez Solana y sus Mujeres de la vida, Romero de Torres homenajeando a Raquel Meller en Venus de la poesía… La relación es amplia y la selección no puede ser más acertada.
El espectador queda absorto ante la belleza de la Maternidad de Larroque (1895) que junto al Retrato de la Condesa de Noailles(1913), de Zuloaga, posiblemente sean los dos cuadros que más han viajado de toda la colección de la pinacoteca vasca. Tenerlos ahora conformando el programa presente es todo un lujo digno de la celebración que conmemoran. Honores a El baño de Rentería(1913), de Regoyos; Lavanderas de Arlés(1888) de Gauguin; y a esa maravilla pictórica que es Bufones jugando al cochonnet que pintó Eduardo Zamacois en 1868 confirmándose como primer pintor vasco de fama internacional.
Íntimamente ligado a la historia de la pinacoteca bilbaína es El puente de Burceña(1930), obra maestra de Aurelio Arteta cuyo motivo central transcurre entre el rombo de las vigas de hierro de la construcción. En la exposición no faltan los Arrúe, Ramiro con Vascos jugando a las cartas, y José con Romería vasca. Son algunas de las muestras de la pintura vasca costumbrista que se enriquecen con la presencia de El grumete blanco(1924) de Tellaeche. Ucelay, Olasagasti, Lekuona, Ruiz Balerdi… junto a Las tres gracias(1959) de Antonio Saura y el Granoval(1955) de Tàpies; El camarote de los hermanos marxistas(1991), de Eduardo Arroyo; Carro(1930), de Ibarrola; Calabazas(1957) de Barceló y Tetsuo, Bound to Fail (1969) de Sergio Prego, entre otras.
La exposición se enriquece con la presencia de algunas de las esculturas que conforman la historia del Museo de Bellas Artes de Bilbao, como El timonel(1913) de Quintín de Torre, que literalmente fue fusilado en la inmediata posguerra, y Risveglio(1903) primera escultura de cuerpo entero que hizo Mogrobejo. En ambas subyace el estilo Rodin. Otros dos vascos contemporáneos, como Chillida y Oteiza, están representados por Alrededor del vacío I(1964), y Vacíos en cadena(1958) y Retrato de mi mujer(1947), respectivamente. La representación del rostro de Itziar Carreño, el gran amor de Jorge, llama poderosamente la atención.
La tarta de cumpleaños que la pinacoteca bilbaína, tan vinculada a la vida de la Villa, como ha recordado Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao en la presentación, ofrece a sus visitantes es uno de los mejores homenajes que ha podido hacer a sus seguidores. Son trabajos artísticos hábilmente seleccionados que, al mostrarse ahora en espacios más abiertos, adquieren una mayor fuerza visual. Es, sin duda, una oferta que no debe pasar desapercibida a ningún amante de las artes.