David Refoyo: «Donde la ebriedad»
por Alberto García-Teresa
(La Bella Varsovia, 2017. 96 páginas)
A partir del juego con el título de la obra de Claudio Rodríguez, en Donde la ebriedad, David Refoyo (Zamora, 1983) lleva más allá el trabajo experimental con la palabra y con el formato de poema que ha ido empujando toda su obra.
La base del poemario es un ejercicio total de collage o de amalgama de referencias: literarias, artísticas, de cultura popular, tecnológicas, históricas, de la sociedad de consumo… Inserta versos ajenos y pone en marcha ese juego con la intertextualidad explicitado en el título del poemario. En él, sigue colando esa ironía que exploró tan bien en Odio (“Dámaso Alonso guioniza The Walking Dead”). De hecho, el volumen se cierra con una nota final con el “reparto”; con el listado de todas las personas reales citadas. Todas ellas funcionan como guiños al lector, buscando el reconocimiento, y también como una malla que recoge la trama cultural de nuestros días.
El discurso también se mueve con esa orientación errática, que busca superponer impresiones, descripciones, crítica sociopolítica y construcción de atmósferas. Gráficamente, en la primera sección del libro, se evidencia con la disposición en dos columnas y distinta tipografía los versos, en las que Refoyo enfrenta dos niveles de texto dentro de cada poema. Además, varios terminan con un código QR que hace que libro se expanda y se enriquezca por otros cauces o también se transcriben las rutas de la ubicación en un sistema informático de varios archivos, incluso en lenguaje “html”. Esos códigos llevan a poemas nuevos o incluso a un cuestionario-concurso.
El autor coloca buena parte del sentido de la obra en la acumulación de efectos del reconocimiento y de lo que sugieren en cada lector esas referencias. En ese sentido, se trata de un trabajo que coloca en primerísimo plano y que subraya, de manera directa, el papel activo del lector como agente que completa el texto.
En la segunda mitad del libro, sin esas propuestas formales, apuesta también por la colisión de niveles de discurso: la vivencia personal, lo biográfico, la cotidianeidad y la crítica política mediante, de nuevo, con el guiño al público. Igualmente, en otras piezas, despliega un desarrollo narrativo, con lo que Refoyo no coloca en una única dirección las propuestas de este singularísimo trabajo.