Discos
por Xavier Valiño
LOS PLANETAS: Zona temporalmente autónoma (Jagjaguwar)
Cada vez espacian más sus discos y dan menos conciertos. Han pasado siete años desde su anterior álbum, aunque no han dejado de trabajar en proyectos paralelos como Los Evangelistas, Grupo de Expertos Solynieve o Los Pilotos, mientras que sus apariciones en directo se limitan a los festivales.
Su nuevo disco, que toma su nombre y su concepto de un libro del anarquista sufí Hakim Bey, indaga en el sonido emprendido hace justo diez años con La leyenda del espacio, al seguir trabajando en la unión del rock y el flamenco, más natural ahora sí cabe en los cortes que configuran el tramo central. Aunque no todo funciona igual, contiene singles tan perfectos y distintos como “Espíritu olímpico” o “Islamabad”, desde ya clásicos en su repertorio.
LAURA MARLING: Semper Femina (Kobalt)
Lo que ha conseguido hasta ahora Laura Marling es asombroso. Recordemos que cuenta con 26 años y lleva editados seis discos en nueve años, tras revelarse con su debut Alas I Cannot Swim a los 17 años. Y, lo mejor, sus discos escapan a la simple categorización del folk-rock, con múltiples recovecos y sonoridades que la distancian de sus coetáneos.
Semper Femina, compuesto por tiempos medios nada convencionales y que acaban atrapando a pesar de no ser inmediatos, toma como punto de partida una línea de la Eneida de Virgilio para acabar hablando de la feminidad en el siglo XXI, tema que ya trató en su programa de radio reciente explorando la creatividad de las mujeres en la industria musical. Hipnótico.
BOSS HOG: Brood X (In the Red)
Ya nos habíamos olvidado de ellos. Desaparecidos desde Whiteout, en el 2000, Boss Hog regresan inesperadamente. Jon Spencer ha reactivado su Blues Explosion de vez en cuando en este tiempo, pero su mujer, la española Cristina Martínez, parecía retirada del mundo de la música y la razón era que se dedicaba a criar a su hija, sintiéndose libre ahora que ya se va a la Universidad (como hizo en su día a Patti Smith).
Su nuevo álbum lo retoma justo donde lo había dejado 17 años atrás, manteniendo la esencia de su mezcla sucia de blues-punk, funk y rock grasiento, aunque puede que un punto menos pantanoso. En la parte final incluso abre nuevas vías como si fuese una PJ Harvey en Nueva York y con un envoltorio más atmosférico.
FATHER JOHN MISTY: Pure Comedy (Bella Union)
Josh Tillman, en su encarnación como Father John Misty, encontró por fin una vía para explotar su talento -y, de paso, el éxito popular- en Fear Fun (2012) y I Love You, Honeybear (2015). Su tercer disco, producido por Jonathan Wilson, con arreglos de Gavin Bryars y grabado en los estudios habituales de grandes como Frank Sinatra, se presenta como “la historia de una especie nacida con un cerebro medio formado”.
Sin entrar en las divagaciones filosóficas de su autor, diremos que se trata de una conmovedora y sardónica reflexión sobre la confusa locura del presente de la humanidad. Mientras, el sonido de esta Pura Comedia se mira en referentes más clásicos como Harry Nilsson, Randy Newman o Leonard Cohen, confirmando que sigue en plena racha y no parece tener límites.
TACHENKO: Misterios de la canción ligera (Limbo Starr)
Tras casi quince años en activo, la banda aragonesa que formaron Sergio Vinadé y Sebas Puente tras la disolución de El Niño Gusano prosigue con su particular cruzada en pro de la canción pop perfecta que ha dejado, hasta ahora, seis álbumes y numerosos EPs.
El grupo, con formación habitual de cuarteto, se presenta ahora reducidos al dúo fundador, retomando parte de su repertorio en un tono acústico, probablemente para poder acometer una gira más adecuada a las condiciones del mercado y sin tener que depender de otros músicos. Además de algunos de sus temas clásicos, presentan dos nuevos temas, “Nuestra especialidad” y “Armagedón”, que nos gusta imaginar ya con guitarras eléctricas. Así los esperamos cuanto antes tras este agradecido impasse.
THE JESUS & MARY CHAIN: Damage and Joy (Artificial Plastic)
Fue en 1998 cuando The Jesus & Mary Chain se separó tras editar Munki, que se cerraba con un tema de título clarividente, «I Hate Rock’n’Roll» (“Odio el rock’n’roll”), que también hablaba de la distancia entre los hermanos Reid, sus responsables. Hace una década escasa retomaron su actividad en directo, limando por el camino parte de sus diferencias.
Cuando nadie lo esperaba, regresan con un nuevo álbum, en el que retoman canciones que han dejado caer en distintos proyectos propios y ajenos durante estos años, así como algunos cortes nuevos. Desde la distorsión envenenada recubriendo caramelos pop de sus inicios hasta sus últimas canciones a base de duetos y melodías resplandecientes, el grupo se pasea por todas las vertientes de su obra. No era imprescindible pero tampoco dinamita su legado.