José Fernández de la Sota: «Aurelio Arteta, los trabajos y los días»
por Alberto López Echevarrieta
Edición: Fundación Bilbao 700 y Muelle de Uribitarte Editores; 146 páginas
“Hay gente a la que la historia ha olvidado por ilustre y hay ilustres históricamente descuidados”. Así se ha expresado José Fernández de la Sota en la presentación de su libro Aurelio Arteta, los trabajos y los días, una biografía esencial para comprender la vida y obra del que posiblemente sea el pintor vasco más importante del siglo pasado. El libro pertenece a la colección Bilbainos recuperados editada por la Fundación Bilbao 700 y Muelle de Uribitarte Editores. La de Arteta es una obra moderna y clásica, porque el artista supo superar el costumbrismo para convertirse en el gran relator de los trabajos y los días del pueblo vasco.
El autor
José Fernández de la Sota (Bilbao, 1960), autor de una veintena de libros de poesía, narrativa y ensayo, ha sido galardonado con el Premio Euskadi de Literatura en dos ocasiones. Varias de sus obras han sido merecidamente distinguidas, como los poemarios, Te tomo la palabra (Premio Alonso de Ercilla y finalista del Premio Nacional de la Crítica) Todos los santos (Premio Internacional Antonio Machado), Cumbre del mar (Premio Alfons el Magànim), Aprender a irse (Premio Ciudad de Córdoba) y los volúmenes de relatos Elefantes blancos, Negrita con diamantes y Suerte de perro (Premio Iberoamericano Cortes de Cádiz). En esta misma colección ha publicado Juan Larrea, versión terrestre.
Me decía a propósito del libro que nos ocupa que tal vez la mayor dificultad que encontró a la hora de trazar la biografía de Arteta fue posiblemente la de localizar datos sobre su estancia en México. Es decir, los últimos años de la vida del pintor. Y es que muchas veces –y lo digo por propia experiencia- no siempre se conserva documentación de personas desplazadas al extranjero por motivos diversos, sobre todo si estos son políticos. Aurelio Arteta tuvo una vida aventurera para lo parco que era en manifestaciones sociales. El biógrafo ha hurgado hasta donde ha podido y el resultado de sus pesquisas es un emotivo libro.
En la presentación de la obra, a la que ha asistido Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao, Fernández de la Sota ha señalado que Arteta es un espejo en el que se refleja la esencia de lo que fue el Bilbao de una época, un hombre honrado que plasmó en sus cuadros lo que pudimos ser, un ideal inalcanzable. “Siempre quiso ser sólo pintor y como tal puso a Bilbao en un lugar preponderante dentro del mundo de la pintura. No le preocupó el dinero. En cierta ocasión le dijo al prestigioso crítico Juan de la Encina que él era un artista, no un banquero”.
El artista
Aurelio Arteta y Errasti (Bilbao, 1879 – México, 1940), becado en París, viajero en Italia, trabajó febrilmente en Bilbao fundando con otros compañeros la Asociación de Artistas Vascos, tal vez la agrupación más destacada que se produjo hace un siglo en el país. El arquitecto Ricardo Bastida le confió en 1921 la decoración mural del Banco de Bilbao en Madrid y tres años más tarde fue nombrado primer director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, cargo que ostentó con un breve paréntesis durante la Dictadura de Primo de Rivera, hasta 1936, cuando con motivo de la Guerra se exilió en México donde murió atropellado por un tranvía.
Extraño destino el de este hombre, amigo de los pobres y oprimidos, que tuvo que servir a los grandes y retratar a los ricos. Desarrolló una gran actividad como pintor, litógrafo, ilustrador y diseñador gráfico. Su actividad fue muy intensa conviviendo en su pintura los cuadros de repertorios sociales y costumbristas con otros en los que su interés se centra en el paisaje humano, industrial y urbano de un Bilbao, por entonces, en plena transformación económica y social. Son también los años en los que pinta una serie de obras con figuras femeninas y maternidades, cuyo espíritu puede relacionarse con la época azul de Picasso. Su pintura también acusa la influencia del postcezannismo que difunde su amigo Vázquez Díaz.
En 1932 recibió el Premio Nacional de Bellas Artes por Los náufragos, obra que, dos años después, fue seleccionada para representar a España en la XIX Bienal de Venecia. La guerra civil le sorprendió en Madrid de donde fue evacuado a Valencia con otros artistas. Un año después se trasladó a Barcelona y en 1938, tras un breve viaje a París, se afincó en Biarritz donde pintó una serie de obras sobre la tragedia de la contienda, especialmente Evacuación de un pueblo y Tríptico de la guerra.
Tras el bombardeo de Gernika, el gobierno de la República le encargó que pintara un cuadro emblemático. Se trataba de mostrar al mundo la masacre que habían realizado los nazis. A pesar de que iba a ser la oportunidad de su vida, Arteta declinó el encargo porque se sentía asqueado por la guerra. El encargo pasó a Picasso con el resultado que todos conocemos.
El libro
El libro de Fernández de la Sota nos permite seguir con interés y amenidad la apasionante biografía de este hombre del que Indalecio Prieto destacó su timidez “que suele ser forma acusadísima y a veces desmedida de la dignidad personal”. Posee una amplia representación gráfica en color con obras muy seleccionadas entre las que no pueden faltar El puente de Burceña, la serie La mina, La fundición y El ferrocarril y una portada tan emblemática como el ronroneo que mantienen Pichichi, el legendario jugador del Athletic Club, y su novia apoyados en la baranda del Campo de San Mamés. En resumen, un libro imprescindible para conocer la vida y obra de un hombre que sólo quiso ser pintor.