Artes Hoy
 

Eric Levesque: "La ebriedad de la pintura"


Editorial Levesque. París, 2006. 121 págs.


Por Julia Sáez-Angulo


"Quise hacer un paralelismo entre el vino y la pintura como artes del color y del pigmento", explica el pintor francés que reside actualmente en París y ejerce la docencia de la pintura y el grabado.

"Hacer un buen vino es un arte. Como la pintura, necesita cultura, preparación cuidadosa, manipulación atenta e inteligencia para obtener un buen resultado artístico. Un buen viñador sigue con cuidado la vinificación; un buen artista concentra sus aptitudes en la ejecución de la obra. Ambos, pintor y enólogo deben ser maestros en el arte y artistas en la materia", se dice en el libro.

En la pintura de Levesque se aprecia el gusto de pintar con pulso fuerte junto a un ritmo libre. Los golpes de pincel van dibujando los elementos de la forma, sus combinaciones de audaz cromatismo, sus arabescos imposibles. "Mis referencias vienen de la naturaleza", insiste el pintor. Sus obras forman con frecuencia dícticos, trípticos y polípticos.

El autor evoca lugares u objetos con la sencilla presencia del color y la inteligencia del gesto. Levesque juega con el número y la forma para lograr un ritmo y una rotundidad óptica. La repetición nunca es exacta pero la utiliza para acuñar su signografía particular. La abstracción nunca pierde las referencias exteriores. Uno de los cuadros titulado "Rioja" es una lograda y bella alusión cromática a un paisaje y a uno de sus vinos.

Levesque, después de sus estudios en la Casa de Velázquez en los años 80, quiso vivir en pleno corazón del barrio de Lavapiés durante un año, para conocer de cerca el sabor popular de la capital de España. Guarda muchos recuerdos entrañables de aquel tiempo, desde su encuentro con el fotógrafo Alfonso, para el que posó su esposa Carolina, hasta el gran dibujo sobre la obra de El Greco que hizo en Toledo y que hoy conserva el Museo del Castillo de Larrés en Sabiñánigo (Huesca). Pero, sobre todo, destaca sus continuas visitas al Museo del Prado.

"En la trayectoria pictórica de Erik Levesque se aprecia con fuerza su origen, sus raíces sólidas en la Escuela Francesa, en París, la del color apasionado y contenido al mismo tiempo; con la doble medida, clásica y vanguardista que restalla bajo la grisalla plateada del cielo parisino: Matisse, Bonnard, Manet...", se dice en el libro.

Bandas verticales u horizontales en las composiciones donde brillan los verdes, rugen los rojos y serenan los azules.


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Nº 20 - Abril de 2007

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