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Ernesto García López: El desvío del otro


Devenir, Madrid 2008, 96 págs.



Por Alberto García-Teresa


Ya desde la nota preliminar el autor postula que los poemas, una vez escritos, terminan siendo ajenos; se completan con la lectura y la recepción de otras personas. Terminan por ser, así, obras independientes de uno. De este modo, el libro explora esa vía de manera constante, bien mediante el cuestionamiento del sujeto creativo y del receptor (el ‘yo’ y el ‘otro’), bien mediante el reconocimiento de lo creado.

García López tensa las implicaciones del sujeto: lo agujerea con dudas, los desdobla, se transforma en ‘otro’ sin dejar de ser ‘yo’; culmen de la empatía: "el poema crece ahí delante, extramuros de su origen".

Ernesto GarcíaEl autor es coherente con su poética y la explica de manera plástica: la plantea como una aprehensión de lo inasible ("intentan comprimir / lo que se expande"). Sus poemas, por tanto, ofrecen su visión y su relación visceral con la escritura. Además, sobre ella ejerce un análisis intelectual, no meramente estético o ideológico: "déjame que lo dicho / no se parezca en nada / a lo pensado".

Por todo ello, el libro recoge multitud de poemas que son intenciones, deseos (de ahí la abundancia de infinitivos, preguntas retóricas y los "quisiera" y "desearía"), junto a su puesta en práctica. Resulta, así, un acierto que no se quede en una exposición teórica más o menos notable, si no en una expresión auténtica de las vértebras de su quehacer poético.

La mayor parte de la obra está compuesta por poemas breves, sintéticos, que buscan la precisión antes que la descripción (a pesar de que pretenden explicar procesos, conceptos o también escenas). En ese sentido, construye algunos poemas con versos de sólo una palabra. Se perciben entonces ciertos ecos de Valente. Por otro lado, el volumen recoge un tramo formado por poemas en prosa o con versículos, que contrasta con fuerza con lo expuesto anteriormente.

El poeta suele comparar la escritura con acciones muy físicas, que requieren un esfuerzo, siguiendo categorizaciones ya clásicas, pero aparecen en esta ocasión destiladas, desnudas, sin tratar de erigirse como una metáfora novedosa, sino apelando a su concepto esencial. Junto a ellas, la obra posee poemas de angustia, desasosegante, en los cuales plasma sensaciones y entornos a jirones ("somos / una desolación tendida"), del mismo modo que quedan deshilachados los individuos ("entre siluetas mudas"). Presenta en ese momento a la ciudad como cenit de todo ello ("una ciudad como tantas, igual de insalubre, / igual de enloquecida, hipócrita, vieja, / infectada por el cáncer, / manuscrita, levantada a golpe de talonario, / a golpe de voluntades compradas, de corrupciones / diminutas, igual de posmoderna, / de improvisada, igual de carcelaria").

El desvío del otro ofrece también una reafirmación de la circunstancia orteguiana. En ese sentido, concluye el poema titulado "Biografía" de esta expresiva forma: "Sólo me queda entonces lo demás, lo otro, lo que se esparce fuera de mí y tiene nombre y eres tú y son ellos y somos nosotros, todos nosotros". Es el vehículo que evita que el poeta caiga en el ensimismamiento, que mire alrededor. De esta manera, transmitiendo incertidumbre e incomodidad, reflexiona sobre la resignación: "porque escribir no es un ejercicio de morfina, sino de desborde". Ernesto García López, desde luego, recoge bien ese principio y comparte su búsqueda de superación de límites con los lectores. El desvío del otro resulta, por tanto, un ejercicio no anestesiante, sino una lectura estimulantes y recomendable.

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Nº 47 - Julio de 2009

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