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Sam Savage: Firmin


Barcelona, Seix Barral, 2008. 224 págs.



Por Mercedes Martín de la Nuez


Firmin es un best seller. Hoy 24 de marzo en la sección de Cultura de el país.com puede leerse: "A los casi 50.000 ejemplares colocados ya de la novela de Sam Savage desde su aparición el pasado 9 de octubre, la historia del diminuto inquilino de la librería Pembroke de Boston añade el mérito de haber estrenado una estrategia pionera: la editorial Seix Barral se arriesgó a comprar, por primera vez en España para una obra no escrita en español, los derechos mundiales de su traducción. El resultado: en dos meses ya se ha vendido en 13 lenguas y 14 países, incluido EE UU, de donde había salido ya el libro".

Sam SavageAsí que tengo en mis manos la 7ª reimpresión del libro. La edición tiene ilustraciones en blanco y negro. Aunque en el catálogo de Seix Barral lo etiquetan como novela, no es tan seguro porque, si es novela, tiene la apariencia de una fábula o de un cuento, con animal en el papel protagonista y dibujos acompañando al texto. De hecho El niño del pijama a rayas, Firmin, La elegancia del erizo… son novelas con aspecto de fábula. Parece haber un creciente interés entre el público adulto por este tipo de lecturas en las que una voz inocente narra su historia o habla acerca del mundo. El por qué de este fenómeno está quizá en el relativismo de estos tiempos: somos relativistas por moda aunque seguimos siendo seres trascendentales y buscamos en los cuentos el idealismo que ya no vamos a buscar en los tratados.

Firmin es un ratón que vive en una librería, se alimenta de libros, pero también los lee, de modo que, como le ocurriera también a Don Quijote y otros protagonistas lectores, y con más razón si son ratones, su concepción del mundo es libresca. Por ejemplo, según un tratado de frenología que lee en la sección de libros raros se descubre "en la base del cráneo unos bultos" que delatan "adherencia y disposición amatoria", otras protuberancias le indican que tiene talento lingüístico y, por lo que observa a través de una rendija en el techo, el dueño de la librería es un tipo inteligente, espiritual… y con tendencia al filoprogenetismo. Pero los libros son vías de escape a este mundo cruel de ratas y también ocasión para desde las alturas del idealismo quijotesco, estrellarse contra el suelo, y a Firmin le suceden cosas tristes que el lector compasivo lee con Firminhumor y tristeza. No hay nada como un niño o un iluso para despertar nuestro humor y nuestra compasión. Al igual que Don Quijote, Firmin consigue un amigo, un intelectual, casi vagabundo y borracho que, sin saberlo si quiera, lo convierte en su escudero (o al revés). Esta historia de amigos que pertenecen a mundos tan diferentes que no se hablan, pero que en la más fría soledad, se dan calor, nos conmueve y es lo mejor del libro.

Otras delicias de Firmin son sus referencias a la cultura estadounidense, que al lector extranjero no le aprovechan tanto, en cambio, algunos guiños a la literatura universal nos aguardan en las páginas de esta historia. Por ejemplo, comienza así: "Siempre imaginé que la crónica de mi vida, si acaso alguna vez llegaba a escribirla, tendría una primera frase excelente: algo lírico, como Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas".

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Nº 34 - Junio de 2008

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