Aimé Césaire: Retorno al país natal.
Fundación Sinsonte. Zamora, 2007. Traducción de Lydia Cabrera y Lourdes Arencibia.
La poesía más violenta del siglo
Por Mª Ángeles Maeso
Aimé Césaire ( Martinica 1913) es uno de
los mayores poetas antillanos y cada vez más reconocido entre los
grandes poetas de lengua francesa, de hecho varias veces ha sido propuesto
para el Premio Nóbel de Literatura.
Nieto del primer profesor negro de Martinica, tras realizar
sus primeros estudios, consigue una beca (1931) del gobierno francés
y se traslada a París. Uno de sus grandes amigos en el Liceo Louis-le-Grand
será el senegalés, Leopold Sédar Senghor, futuro
presidente de su país. Con él y otros amigos antillanos,
funda en 1934 la revista El estudiante negro, en cuyas páginas
se desarrolla
y aparece por primera vez el término "negritud", concepto
acuñado por Aimé Cesaire para representar la reacción
de las colonias a la opresión cultural francesa. Se trata más
de una noción cultural que política, que busca dignificar
la desprestigiada identidad cultural africana. Superadas las pruebas de
acceso a la Escuela Normal Superior, en 1935, comienza la redacción
del "Cahier d'un retour au pays natal". Césaire está
pasando el verano en Dalmacia, en casa de su amigo Petar Guberina, y define
su libro como la "evocación desde la costa dálmata
de mi isla". Lo acaba en 1938, año en que obtiene su licenciatura
con una tesis sobre "El Sur en la literatura negro-americana de los
Estados Unidos". Casado con una estudiante martiniquesa y convertido
en catedrático, vuelve a Martinica en 1939 para ejercer, al igual
que su padre, la docencia en el Liceo Schœlcher. El matrimonio Césaire,
y otros intelectuales martiniqueses fundan en 1941 la revista Tropiques,
cuyo propósito es defender una nueva literatura identitaria, que
se despegue de los valores tópicos impuestos por Francia. La revista
sale con dificultades hasta el año 43. Ese mismo año es
el que pasa por Martinica el poeta André Breton. Cuando éste
se encuentra con Aimé, ya conoce el "Cuaderno de un retorno
al país natal", editado en 1939. A Breton le interesa tanto
esta poesía que escribe en el prólogo de la edición
bilingüe de 1947 del "Cuaderno": La palabra de Aimé
Césarie [es] bella como el oxígeno naciente.
"El Cuaderno de un retorno al país natal"
fue traducido en Cuba por Lydia Cabrera, en 1943, y se editó con
un prólogo de Benjamin Pèret que comenzaba así:
"Tengo
el honor de saludar aquí a un gran poeta, el único gran
poeta en lengua francesa que ha aparecido en veinte años. Por primera
vez resuena una voz tropical en nuestro idioma, no para sazonar una poesía
exótica, adorno de mal gusto en un interior mediocre, sino para
hacer brillar una poesía auténtica, brotada de troncos podridos
de orquídeas y de mariposas eléctricas devorando la carroña;
poesía que es el grito salvaje de una naturaleza dominadora, sádica,
que se traga a los hombres y a sus máquinas como las flores a los
insectos temerarios".
También el haitiano René Depestre definió
la poesía de Aime Cesaire como la más violenta del siglo.
Su violencia es la de un ritmo trepidante que pide romper la ataraxia:
La única cosa en el mundo que vale la pena empezar: el fin
del mundo, ¡pues claro!
A sacudir sin piedad la pasividad de un pueblo lacayo
se dirige su lenguaje; con una mano zarandea y con otra le señala
caminos:
La negrada oliente a cebolla frita encuentra en su
sangre derramada el sabor amargo de la libertad.
Está de pie la negrada.
El arte había dicho Breton, será convulso
o no será y a esa consigna surrealista se aplica su poesía.
Aimé Cesaire señala el dolor con un lenguaje que duele pronunciar:
Igual que hay hombres-hiena y hombres-panteras, yo
seré un hombre-judío
un hombre-cafre
un hombre-hindú de Calcuta
un hombre de Harlem-que –no-vota
el hombre-hambruna, el hombre-insulto, el hombre-tortura podrían
en cualquier momento agarrarlo molerlo a golpes –matarlo sin más-
sin tener que rendir cuentas a nadie sin tener que excusar con nadie…
En
1944, en el del compendio "Las armas milagrosas", que marca
la adhesión de Césaire al surrealismo, Breton le apodará
"el negro fundamental". Y esa fundamentalidad tuvo que ver tanto
con la literatura como con su repercusión social, pues influirá
en muchos intelectuales africanos y afro-americanos en su lucha contra
el colonialismo. Césaire, el político-escritor, el escritor-político
pone, de manifiesto con este cuaderno hasta qué punto la revolución
surrealista estaba también al servicio de la revolución
social.
La Fundación Sinsonte, que tiene entre sus objetivos
acercar la poesía del otro lado del Atlántico, entrega en
una bella edición este "Retorno al país natal"
acompañado del Prefacio de Benjamín Péret y de un
Postfacio de Lourdes Arencibia con interesantes aclaraciones sobre la
traducción. La colección se abría con el poemario
"En algún sitio de la primavera", de Nicolás Guillén,
poeta con el que Aimé Césaire mantuvo semejanzas: ambos
comparten el interés por el canto antillano. Poesía mulata,
en el caso de Guillén o poesía de la negritud, en el de
Aimé, ambas muestran la raíz de la que emerge una lírica
indoblegable, inseparable de crítica social.
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