Entrevista a Toti
Martínez de Lezea: "La brecha"
Editorial: Ttarttalo. Colección Abra 36. Nº de páginas:
324 Precio: 22,50
Una maestra chocolatera donostiarra en la Guerra de la
Independencia española.
Por Alberto López Echevarrieta
En 1813 las tropas francesas se batían en retirada
abandonando la España que habían conquistado. San Sebastián
fue su último reducto. Las tropas aliadas, al mando de Lord Wellington,
les empujaban hacia la frontera. Ante su inminente llegada, el ejército
francés se preparó para la defensa de la ciudad. El 30 de
agosto, los ingleses consiguieron abrir una brecha en el frente y al día
siguiente liberaron a unos habitantes que, si en un principio recelaron
del trato de los ocupantes, luego sintieron temor por la nueva situación
creada.
En este ambiente, la escritora Toti Martínez
de Lezea (Vitoria, 1949) sitúa a Maritxu Altuna, dueña
de un negocio de chocolate y protagonista de su nuevo libro, "La
brecha".
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Esta vez me centro en la Guerra de la Independencia
y más concretamente en una de las páginas más
negras de la historia de San Sebastián, donde se libró
el último gran encuentro bélico de lo que los ingleses
llamaron "guerras peninsulares". Toda la barbarie que se
puede suponer de lo que es una guerra ocurrió en la capital
guipuzcoana, cuando las tropas inglesas, nuestras aliadas, entraron
en la ciudad para liberarla de los franceses. Robaron, violaron y
finalmente destruyeron casi todos los edificios. Un par de años
antes, las tropas inglesas, que eran las de los buenos, los que habían
venido para expulsar a los franceses de España, junto con portugueses,
montaron corridas de toros en Badajoz utilizando a la población
como víctimas en el ruedo, ejecutando con banderillas y estoques.
No contentos con esto quemaron casas sin motivo alguno. Fue un desastre.
Los soldados estaban tan salidos de sí que no obedecían
a sus mandos dándose al saqueo y destrucción. En la
famosa Batalla de Vitoria, musicada por Beethoven, las tropas no entraron
en la ciudad porque no lo permitió el General Álava,
pero se repartieron por la provincia y repitieron "hazañas".
Entraron en caseríos robando ganado y comida. La mayor parte
de aquellos soldados eran mercenarios que se habían alistado
pensando en el botín. Como éste no se dio en Vitoria
se cebaron en San Sebastián.
La destrucción de San Sebastián
En "La brecha"
aporta usted unos datos de la destrucción que imagino están
basados en documentos reales.
Por supuesto. A finales de agosto de 1813 se produjo
la batalla
entre franceses e ingleses. Estos abrieron una brecha en la muralla por
la que entraron. Los franceses se refugiaron en el castillo del monte
Urgull y los británicos dejaron de perseguirles dedicándose
a entrar casa por casa para robar, comer, beber y violar. Violaron a casi
todas las mujeres que encontraron sin importarles la edad: De niñas
a ancianas. De 630 casas que tenía entonces San Sebastián
se quemaron 600. No ardieron. Las quemaron una por una. Esto no lo digo
yo, sino los documentos que reflejan el momento. El 31 de agosto, la población,
descalza y desnuda, fue obligada a salir de la ciudad y a partir de ese
momento empezaron a quemar las casas. Poco después los franceses
se rindieron y fueron recibidos con honores militares por lo bien que
habían defendido la plaza. Así se escribe la historia.
Sin embargo, en su libro
no dedica muchas páginas a la batalla en sí.
No, me interesa más saber qué pasó
con los habitantes. Cómo una gente tratada de esta manera pudo
rehacer su vida después de pasar por semejante situación.
Cómo se puede salir adelante cuando te han quemado la casa, te
han robado lo que tenías y te han echado de la ciudad. Ha podido
haber muertos en tu familia, te han podido violar, has podido resultar
herido… Y en San Sebastián, los donostiarras recibieron a
los ingleses con banderas como a libertadores. Eso es lo que pasó.
¿Cómo resurgió
la ciudad?
En menos de ocho años había ya más
población de la que había antes de la guerra. Eso sí,
mientras duró la reconstrucción, los habitantes vivieron
en chabolas. Unos treinta años después la ciudad ya estaba
en pie de nuevo y quedó exactamente igual a como estaba antes,
con las mismas calles, las mismas plazas…
Alegato antibélico
¿Se perdonó
a los ingleses?
Totalmente, como que aún hoy San Sebastián
tiene una avenida dedicada al Duque de Wellington y una estatua. Si algo
tiene el ser humano es la capacidad de seguir adelante. Sí, les
liberaron. ¡Pero a qué precio!
Siguiendo tradicional
costumbre, la protagonista de su historia es una mujer que tiene un oficio
determinado.
Sí,
es algo que me gusta hacer en cada uno de mis libros. En esta ocasión
Maritxu Altuna, la protagonista, es dueña de "La Casa del
Chocolate". Es un personaje inventado. La profesión de chocolatera
surgió de un detalle. En aquella época, San Sebastián
contaba con 34 maestros chocolateros. Era uno de los negocios de la época
aparte de la pesca o el comercio con el extranjero. El chocolate donostiarra
se vendía a la corte y a todo el país, amén de las
exportaciones que se hacían. No olvidemos que San Sebastián,
a través de la Real Compañía Guipuzcoana de las Indias,
se había especializado en el siglo XVI en la traída de cacao
de América.
¿Puede considerarse
a "La brecha" como un libro de aventuras?
Es un alegato contra la guerra en general. Poco
importa que haya situado la acción en el San Sebastián de
1813. Me centro en esa población civil que sufre durante la guerra,
porque, a fin de cuentas, los militares y políticos están
en su ambiente, pero me dan pena esos niños, viejos, mujeres, enfermos…
Lo estamos viendo ahora en Bagdad o en Palestina. ¿Qué han
hecho esos niños que son víctimas de la guerra?
Toti Martínez de Lezea, lectora empedernida de
la novela histórica, sigue los senderos de ese género iniciado
con títulos que son auténticos "best-sellers",
como "La abadesa", "La calle de la judería"
o "La comunera". Pero aún recuerda cuando las editoriales
le volvieron la espalda cuando presentó sus primeros originales.
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