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Juan José Millás: Laura y Julio

Seix Barral, Barcelona, 2006, 192 págs.

Por Mercedes Martín de la Nuez

El pusilánime Julio ve la posibilidad de vivir la vida de otro cuando su mujer le echa de casa. Sin protestar, se va a casa del vecino, amigo de la pareja, que permanece en coma en el hospital. Viste sus ropas y vive sigilosamente, oculto de todos, va a trabajar e intenta hacer de padre de la niña de un familiar, ya que no tiene hijos propios. Lo único que le queda de su vida anterior es su trabajo, al que acude cambiado, sintiéndose alguien mejor, y junto con su anterior vida, que se quita como un traje, también deja su moto, aparcada en la calle, y observa, impasible, lo que va quedando de ella a medida que pasan los días.

Juan José MillásA pesar de la reivindicación social que late bajo sus mejores argumentos, los personajes millasianos no son "de carne y hueso" sino que más bien encarnan alguna idea en todos sus lados y vértices. Como aquel Gregorio Samsa de la Metamorfosis, la percepción de Julio en Laura y Julio está distorsionada a causa de encontrarse de repente con el cambio: un cambio en su vida le desdobla entre el que era y el que es; pero esta "distorsión" no lo aleja de la verdad, sino que, como la paradoja, el humor y la ironía, y, en todo caso, la metáfora, lo acerca y obliga a mantener un cara a cara con la verdad más desnuda.

Julio es un hombre que diseña decorados para el cine. Su mundo es un decorado también, ya que él parece estar haciendo el papel que le corresponde. Todo va bien hasta que un día lo echan de su mundo: su mujer ya no quiere vivir con él. Entonces pasa al otro lado del espejo, vive en la casa del vecino, al que han conocido hace dos años y se han hecho amigos. Es incapaz de crear para sí una vida nueva y simplemente permanece en los márgenes de su vida anterior. Como su vecino hace poco que está en coma y él tiene la llave, sin que nadie lo sepa, se desplaza, espía, respira y se metamorfosea en el otro, ya que Julio es como un hombre de plastilina. La metáfora del traje, que Julio se quita para ponerse otro, y la de la sombra: sombras compartidas, sombras que se intercambian, se roban, se abandonan, son clave en la construcción poética.

Dice el autor que le obsesiona conseguir en su escritura "una sensación de simpleza tremenda, un artefacto literario que da la impresión de haber sido escrito con mucha facilidad" (extraído de http://www.terra.com.ar/canales/libros/60/60482.html). Laura y Julio es una novela simple, en apariencia. Al abrirla nos encontramos con una situación insípida y unos cuantos símiles insípidos también: "se encerró en el traje de motorista y en el casco como quien se encierra dentro de sí mismo" (pág. 14). Aún a riesgo de aburrirse, el lector continúa y se adentra en la literatura: encontrar el hilo conductor de lo que nos ocurre, los ecos, las rimas, es tarea de la poesía. En este caso, la rima consiste en una serie de historias que se incluyen en la principal, dándonosla a entender, y en una serie de espacios que a modo de espejo, reflejan la realidad revelándonosla. Una vez más, la identidad es el tema central en la creación de Millás, ¿quién es el que vivía mi vida, quién es el que ya no la vive y está ahora mirándola desde la ventana del recuerdo, la ventana de la casa de Manuel? Las posesiones duran poco, una vez se marchan de nosotros, ya no volvemos a ser los mismos. Volver a encontrar un lugar propio, cuando nos ha dejado el que teníamos, un traje que nos esté bien, un nuevo medio de transporte que caiga bien a nuestra nueva vida, un nuevo compañero de viaje.Juan José Millás

Julio vive en el pasado, en la ventana. A ese lado del espejo trata de rehacer su vida metiéndose en las vidas de los otros, pero las vidas de los otros le echan y deambula como una sombra sin nadie a quien seguir, cuelga como un traje abandonado en la tintorería. Para recuperar su antigua vida, urde un plan: suplanta a otro para volver a ser el mismo.

Esta extraña historia es la que nos trae Laura y Julio en la frontera entre la fantasía y la realidad, que es tan delgada una vez que no sabemos en qué lado del espejo nos encontramos, que nos hace temblar en el filo de la irrealidad, asombrarnos de nuevo como niños de esa cosa tan cotidiana que era la vida.

Además del lenguaje de los cuentos y las fábulas, nos encontramos con el humor. Millás es un humorista. En las cartas que su mujer y su vecino se dedican, asistimos al lenguaje de los amantes, a las razones de los amantes, a las promesas de eternidades que el lector mira con aprensión e indulgencia. Julio lee estas cartas: es un don nadie en boca de los otros y para el lector también. Los otros parecen miserables, pero están animados por una energía inexplicable que a Julio le es ajena.

"Me acusaba de llegar siempre con cinco minutos de retraso. Decía que se había molestado en calcularlo y eran siempre cinco minutos exactos, por lo que no entendía que, sabiéndolo, no saliera cinco minutos antes. Le sugería que intentara salir él cinco minutos después, asegurándole que sentiría una paz enorme si era capaz de libarse de aquella rigidez horaria" (pág. 143).

Las últimas novelas de Millás son María y Mercedes (2005), El ojo de la cerradura (2006), Laura y Julio (2006).

 

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Nº 16 - Diciembre de 2006

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