Cornelia Funke: ¡Apártate de Mississippi!
	Editorial Siruela. Las Tres Edades. Madrid 2006. 168 páginas  (A partir de 10 años)
 
	A cada cual lo suyo...
	Por Arancha Oña Santiago 
	   Suena 
        como una canción del folclore con ruido de motores de fondo, huele 
        humedad y estiércol pero también a gasolina, café 
        y comida; cuando se mira, se ve una tierra a caballo entre la modernidad 
        y la costumbre, un pueblo con su propio ecosistema social y sus diferentes 
        naturalezas. Se trata de una lectura fácil y dinámica dirigida 
        a niños que aún se divierten con aventuras, que rompen la 
        rutina y cotidianeidad de la vida en un pueblo. 
      Como cualquier otra vacación, por voluntad propia 
        y sin tragedia, la pequeña protagonista de este relato, Emma, abandona 
        la casa urbana de sus padres y se traslada a la de su abuela Dolly en 
        el campo. Emma y su abuela, consagradas naturalistas y amantes de los 
        animales, conviven en un pequeño zoológico granjero. Su 
        última adquisición, la compra de un caballo, desencadena 
        una serie de aventuras y desventuras, una lucha entre razones, sentimientos 
        e intereses.  
      Dividida por capítulos destitulados y dialogada 
        con sencillez y cotidianeidad, la historia se dirige por un hilo conductor 
        fácil de colores y sonidos tradicionales y costumbristas, una atmósfera 
        donde los sentimientos y las rutinas se ven desencajados por unos intereses 
        que hacen brillar los efectos de la justicia y la moraleja popular. Esta 
        narración de carácter coral se sustenta en un predecible 
        argumento y un más que modesto e ingenuo misterio que sólo 
        eleva la aspiración del lector a la esfera del entretenimiento. 
      La variedad de sus personajes, sus modestas y predecibles 
        intenciones y su realista caracterización aligeran y guían 
        la pequeña intriga de este relato. Imágenes gastadas pero 
        todavía útiles reflejan la sencillez, humildad y amor a 
        la naturaleza de Emma, su abuela y el veterinario, así como también 
        el presuntuoso egoísmo y las poco inteligentes maquinaciones de 
        tipos materialistas asaltadores de sentimientos y humanidad; sin defraudar 
        al localismo y como personajes secundarios, la autora ha recurrido a los 
        amigos y de forma bastante discreta a los universales curiosos.  
      Una realista, tradicional y poco creativa fisonomía 
        social, de raíces perennes y con tendencia a la preservación, 
        sustenta un enfoque fotográfico, pintoresco y representativo de 
        lo real y lo popular, del amor a la naturaleza y los sentimientos, frente 
        al asalto y destrucción de intereses que no respetan el equilibrio 
        refrendado por la moral de la naturaleza y su costumbre, un dualismo fácil 
        de entender y representar en una sencilla historia de tipos buenos y malos, 
        acompañada de las discretas y divertidas ilustraciones de la propia 
        autora.  
       
       
         
       
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