Francisca Blázquez . Casino de Marbella (Puerto Banús).
Hasta
finales de abril
FRANCISCA BLÁZQUEZ
Por Julia Sáez-Angulo
El universo se expande y se abre a una infinitud de formas y figuras por aquellos que saben habitarlas.
Es el caso de la artista Francisca Blázquez, que expone sus objetos dimensionales, hechos
de geometría, volumen y color en el plano de la pintura. Un juego óptico que invita
a navegar y perderse por el espacio infinito de un universo creado ex profeso en su mundo artístico.
Una muestra retrospectiva de su trabajo se presenta en el Casino Marbella de Puerto Banús
hasta finales de abril.
El escritor Jorge Luis Borges decía que la verdadera literatura era la fantástica. De
igual manera cabría decir que el verdadero arte de la representación pictórica
estaría en la invención de un universo. Es el caso de la obra plástica de Francisca
Blázquez (Madrid, 1966).
Sus cuadros son una serie inacabada de criaturas de la mente que
toman la abstracción de la geometría para componer con ella infinitas combinaciones
de forma y color, siempre dentro de un espacio imaginario, que el espectador se atreve a situar
en un universo de astros, planetas y galaxias. La mirada navega con audacia, fantasía y libertad
con los artefactos volúmicos -esculturas bidimensionales, que la pintora crea para asombro
y goce de los sentidos.
Se sabe que en la naturaleza, a diferencia de la geometría, no se
da la línea recta en estado puro. Francisca Blázquez sabe combinar la línea
recta con la curva, llevadas ambas en armonía por los arcanos del espacio que ella misma
ha creado al introducir en él las figuras y las formas de su repertorio iconográfico.
Esferas, cilindros, conos, pirámides truncadas, cubos, paralelepípedos, trapecios,
rombos, círculos concéntricos... La geometría, que es fría, puede resultar
emocionante y lírica, Francisca Blázquez la hace dinámica y sorprendente.
Con luces, sombras, claroscuros y contrastes cromáticos, la autora genera nuevos espacios,
como si se sintiera dueña del universo, vacío hasta la llegada de su pintura flotante
y radial, valiente de color y sugerente de imágenes. Los títulos de sus cuadros nos
hablan de energía de la luz, de la tensión espacio/tiempo, de enigmas, de estrellas
y de vida.
Son sólo claves, enunciados de identificación, porque lo que sus cuadros
reflejan, en definitiva, es pintura hecha siempre en acrílico sobre lienzo; es color que
se parcela en campos espaciales geométricos y contrastes audaces para entregar nuevas formas
al espacio y a la pintura. Azules, amarillos, violetas, rojos, verdes, blancos y negros se alternan
en una danza sincronizada que lleva al espectador a pensar en una armonía onírica
más allá del mundo habitable.
Francisca Blázquez está en la órbita de los artistas constructivos, espaciales o
mecanicistas como Fernand Leger, Vassarely, Julio Le Parc, Sempere, Iturralde... por adscribirla a una
familia de rico calado, aunque ella no utiliza el módulo fijo o la plantilla para repetirla hasta
la saciedad. La pintora es un manantial inextinguible de formas, a veces con acentos lúdicos como
en su obra "La dimensión del corazón". Su trabajo atrapa la luz con la facilidad de
un mago y nos hace navegar por abismos miseriosos o profundidades abisales. Su cuadro Enigma lunar es
uno de los más sugerentes y hermosos.
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