Título: "DURERO, Obras maestras de la Albertina"
Localidad: Madrid
Lugar: Museo Nacional del Prado
Fecha: 8 de marzo-29 de mayo 2005
ALBERTO DURERO
Pilar Gómez
Desde el 8 de marzo y hasta el 29 de mayo el Museo del Prado nos ofrece un recorrido especial por
la obra de uno de los grandes maestros del Renacimiento: Alberto Durero. Son 86 obras que han viajado
desde la Galería Albertina de Viena y es la primera vez que sale de este museo una selección
tan importante y numerosa de la colección que posee de Durero. Junto a estas obras se han
colocado las cuatro pinturas de este gran artista alemán pertenecientes a los fondos del
museo madrileño.
Alberto Durero (Nuremberg, 1471-1528) fue modelo y creador humanista, para él la técnica
y el conocimiento tenían que ir juntos. Sus viajes por diferentes países enriquecieron
su cultura. Asimiló lo que se hacía en Italia y en el centro y norte de Europa. De
este gran cúmulo de conocimientos surgiría su impresionante visión artística,
que junto a su espíritu renovador fue capaz de asimilar la tradición anterior, modernizarla
y ampliarla.
La exposición esta dividida en distintos apartados que agrupan la obra de Durero cronológica
y temáticamente. Son imágenes que rondan los quinientos años pero que se conservan
como el primer día gracias al cuidado con que han sido tratadas.
Dibujos, grabados, acuarelas, obras magnificas, empezando por su autorretrato hecho con punta de plata
sobre papel estucado en 1484, cuando solo tenía 13 años. Obras entre las que destaca
su "Liebre", realizada con tal perfección y precisión en las pinceladas de la aguada,
que te lleva a pensar cuánto tiempo tardaría en pintar este sencillo animal en cuyo
ojo se reflejan las ventanas de su estudio, no en vano es la obra que ha elegido el Museo del Prado
como imagen de la exposición.
Durero fue un gran dibujante, pero también fue un teórico que escribió diversos
tratados artísticos y estuvo comprometido con las inquietudes morales de su tiempo. Según
Miguel Zugaza tenía "manos de orfebre, ojos de científico y corazón de artista".
Para Durero todo era motivo de atención y de estudio, cualquier detalle le llevaba a tratar
de comprender el orden de las cosas, su misterio y su sentido. Animales y plantas, paisajes, vistas
de ciudades, estudios del desnudo femenino, retratos, temas religiosos, diseños, todo tenía
interés para él y todo podía convertirse en un dibujo o un grabado.
Considerado como el mejor grabador de todos los tiempos, sus obras son perfectas, por ello se entiende
que hayan fascinado tanto a los estudiosos como a los artistas, al mismo tiempo que han maravillado
a la gente sencilla amante del arte, de las cosas bellas y bien hechas. Para todos es ahora una
ocasión única
y un lujo poder contemplar parte de sus obras sobre papel en Madrid.
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