Artes Hoy
 
Buscar en Arteshoy

 

La mirada linpia de Corto Maltés (I) de Hugo Pratt

LA MIRADA LIMPIA DE CORTO MALTÉS ( I )

por Iván Gallardo

Siempre hay un momento de felicidad para mis personajes. Un momento, ya es mucho.

Marcel Carné

Hugo Pratt nació el 15 de junio de 1929 en Venecia. En 1959 publica La balada del mar salado , primera historia en la interviene Corto Maltés. Poco más nos interesa respecto a la biografía del autor. Sin embargo merece la pena acercarse al personaje, a la máscara que representa Corto Maltés, donde se acrisola un enorme caudal de tradición cultural y se genera un mito contemporáneo de soterradas influencias.

Un género como la historieta dispone de la poderosa presencia de la imagen, aunque copia los mecanismos narrativos de la literatura, normalmente de una forma disminuida ( Flash Gordon contado resulta una memez) porque su fuerza está en la expresividad icónica. Pero en el caso de la serie de Corto Maltés hay un relato literario profundamente elíptico (el cómic es el lenguaje artístico que más y mejor ha utilizado la elipsis) conjugado con la potencialidad de las imágenes estáticas, que permiten la tendencia al fantaseo. Como en los buenos vinos, en Corto Maltés se advierte la maceración de cierta literatura de aventuras, desde la crónica de viajes de Marco Polo o la Odisea pasando por Stevenson, Kiplin, Oesterheld, Ongaro, Salgari, Verne, Conrad, Jack London, Zane Gray o Rice Burroughs (creador de Trazán) que configura una obra artística llena de referentes muy bien asimilados. Asimismo, el cine resulta una fecunda fuente de situaciones que nos recuerdan a películas como Sólo los ángeles tienen alas (1939) de Howard Hawks, El hombre que pudo reinar (1975) de Huston, El hidalgo de los mares (1951) de Raoul Walsh o Los contrabandistas de Moonfleet (1955) de Fritz Lang, por citar algunos ejemplos. Pero el referente ineludible de Corto Maltés, que muchos desconocen, nos lleva a una serie de películas francesas de entreguerra que han pasado desapercibidas. Me refiero a las protagonizadas por el inconmensurable Jean Gabin y dirigidas por Julien Duvivier: La bandera (1935), Quai des brumes (1938), Pépé le Moko (1937), las dos primeras basadas en las novelas de Pierre Mac Orlan y la tercera en la obra de Henri La Barthe. Corto Maltés

Después de atestiguar que curiosamente las influencias de Corto Maltés no pertenecen al mundo del cómic (exceptuando la obra de Milton Caniff Steve Canyon ) sino a otros discursos artísticos, podemos acometer el análisis del personaje creado por Hugo Pratt.

Corto Maltés responde a la imagen del mauvais garçon que en el fondo posee un gran corazón. Al antihéroe popular, meditativo, virilmente afeminado, que inicia un periplo por un mundo colonial que todavía es exótico y no turístico. Su constante fuga existencial por las más diversas geografías no se traduce en el típico viaje transformador como esquema privilegiado de la peripecia: la búsqueda se troca en delectación por el camino. Nada más alejado del bildungsroman que Corto Maltés. Aunque se fatiguen cartografías en las diversas aventuras, en el fondo Corto Maltés nunca sale de sí mismo. Cualquier espacio remite a su conciencia. Todos los lugares que se procura están ensimismados: llamémoslo la "insustancialidad del dónde ". Esta recuperación de la vieja tentación meridional sirve para que Hugo Pratt deslice una contundente crítica acerca del detritus que provocan las situaciones poscoloniales y a la vez tiñe la personalidad de Corto Maltés de un aura antidogmática: su figura permite la comprensión de la alteridad de una forma no problemática en un esfuerzo de mediación cultural. Corto Maltés es la deconstrucción del judío errante, apátrida sin otra religión que un anarquismo humanista que nos enseña que por encima de cualquier ideología está el hombre. Pero que nadie se confunda, Corto Maltés podría parecer un personaje plano, pero una vez leído en conjunto uno se da cuenta de que el que ha cambiado es el lector. Terminada la última página de sus aventuras ya no se es el mismo.

Por otro lado, la relación de Corto Maltés con el cuándo merece nuestra atención, porque el contexto en el que se desarrollan sus aventuras siempre se ubica en momentos que se pueden reconocer como históricos: la Primer Guerra Mundial, la Revolución Bolchevique, los movimientos insurgentes de Sudamérica, la guerra de los Boxers, la expansión colonialista en África y Asia, la Guerra Civil española, etc. Una Historia que siempre remite al presente de la enunciación, que no puede ni quiere ocultar su profunda significación contemporánea y que representa una concepción ideológica nada condescendiente con los excesos del poder. Para entendernos, sería todo lo contrario de la visión histórica propuesta en Tintín , donde se desprenden posiciones reaccionarias respecto al colonialismo -ver la postura de Hergé en Tintín en el Congo - o antidemocráticas - El cetro de Ottokar -, por poner sólo dos ejemplos de la tendencia filofascista del autor belga.

Pratt, además de ser un magnífico narrador, es un dibujante excepcional, que en algunos momentos propicia la suspensión del relato en favor de silencios y juegos de miradas que recuerdan la sensualidad y la abstracción en el tratamiento del tiempo de maestros de la escritura visual como los cineastas Yasuhiro Ozu o John Ford. Desde un manierismo antiheroico a una fisicidad esteticista, el estilo de Pratt oscila y se ajusta a los pliegues de la trama y de la personalidad de Corto Maltés, siempre con esa aparente indiferencia que le transforma en estoico, con sentido común, convincente y hábil en las relaciones, haciendo amigos hasta en el infierno.

<<

Nº 1 - Mayo de 2005

Home
Literatura
Arte
Música
Miscelanea
Noticias

Números anteriores
Quienes somos
Contactar

© ArtesHoy.com - Todos los derechos reservados