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III Muestra de Arte Naïf Europeo

Galería Éboli. Madrid. Del 16 de marzo al 5 de mayo de 2006

Brasil, país invitado

Por Julia Sáez-Angulo

Arte NaifLa convocatoria la lleva a cabo la galería Éboli, dirigida por Amalia Fernández de Córdoba, que también es pintora naïf y cuelga dos óleos. En la inauguración estuvieron numerosos embajadores de los países participantes y allí se dieron cita los coleccionistas del género, buscadores de una pintura colorista y feliz.

Entre los nombres españoles representados se encuentran: Juan Guerra, Inés Arias, Juan Borrás, Manolo Arce, Yiyo Moro, Fernando Roche, Pepa Santos, Joseph Mir, Laura Esteban, Cristóbal Martín, Marisa Norniella, Tito Lucaveche, Carmen Vivó, Juan Guerra, Ana María Abadal, Estela Benavides, Evaristo Navarrete, Gracia Risueño, Carmen Vivó. Manuel Gómez Arce, Jaime Díaz Rittwagen, etc.

Entre los países participantes se encuentran: Alemania, Bélgica, Francia, Finlandia, Holanda, Italia, Rusia, Servia y Montgenegro y Suecia.

Un poco de historia

Arte NaïfConviene afirmar de una vez por todas, que el arte naïf, primitivo, ingenuista o arte ínsito –de todas estas formas se le denomina- quedó institucionalizado como “género singular”, a partir de la gran exposición retrospectiva que en 1911 se le dedicó al artista francés Henri Rousseu, el Aduanero, en el Salón de los Independientes y a la monografía que en 1913 le publica W. Udhe.

La institucionalización del ingenuismo se consolida por el hecho de que el circuito comercial de las galerías, subastas y marchantes de arte, lo promocionan; grandes escritores o artistas como Max Jacob, Picasso o Le Corbusier lo apoyan y los coleccionistas lo adquieren y conforman con él museos de envergadura como el de Max Fourny en París o Île de France, y el de Sainte Elaine en Niza con la colección de Anatole Jawlensky. Francia, meca del arte en la primera mitad del XX, fue por tanto el país que definió, exaltó y difundió el aprecio del arte naïf y de ahí saltó a su valoración internacional.

A partir de aquí algunas escuelas de arte ingenuista, como la yugoslava, la polaca, pintada bajo vidrio o la de Haití y Santo Domingo, cobraron reconocimiento en un mercado internacional cada vez más interesado por una pintura animada que devolvía a la mirada de los espectadores el gusto por la alegría de vivir. Pintura desenfadada y sin complejos que irradiaba su cromatismo a las retinas.

Arte  Naïf en España

Arte NaifEn España, país de artistas por excelencia al igual que Italia, el reconocimiento del arte naïf no llegaría con firmeza hasta los años 70, lo que no quiere decir que no se hiciera antes en determinados ámbitos o reductos domésticos. Pero faltaba la sanción canónica de un pintor como Fernando Zobel y de un teórico como el doctor Vallejo-Nágera, para que, primero, se reconociera el naïf como fenómeno artístico, y, segundo, para que se revalorizara como tal. La desaparecida Galería Neblí, con Amparo Martí de directora, fue el ámbito de despegue del naïf español y después la galería Ramón Durán, que le dedicó una sala permanente como escaparate.

El arte naïf español ha dado nombres señeros como M. Vivancos, Pérez Bueno, Mallebrera, Mari Pepa Estrada, Angulo, El Boliche o Manuel Moral... por citar sólo a los que ya no están con nosotros, aunque nos quede su hermosa pintura naïf. Precisamente la obra y colección particular del ingenuista Manuel Moral (plasmó como nadie los olivos jienenses) fue el núcleo de la colección del Museo Internacional de Arte Naïf en el Palacio de Villardompardo en Jaén, un lugar espléndido para mostrar la amplia nómina de artistas españoles del género.

Una muestra en París de nueve artistas naïf españoles fue una especie de pistoletazo de salida, que dio carta de naturaleza internacional al género. Mercedes Barba, Basi, Fernando Roche, Pepa Clavo, Juan Guerra y El Guijo estuvieron en aquel momento junto a otros ya desaparecidos.

La poética Naïf ha interesado a ciertos artistas de Bellas Artes, que la han incorporado a su pintura para afirmar su lenguaje. Es el caso de Juan Romero, Isabel Villar o Evaristo Guerra.

Queda ya lejos la idea de que el arte naïf lo llevan a cabo personas de oficios menestrales. Este es un tópico del pasado que hay que erradicar. Muchos de los artistas de hoy son personas cultas y cultivadas, incluso con flamantes licenciaturas obtenidas, aunque no sea precisamente en la Facultad de Bellas Artes, donde se aprende el sentido geométrico de la perspectiva, la proporción áurea o la tradición conceptual de la historia del Arte. Abogados, periodistas, economistas, notarios, médicos... han optado por el lenguaje naïf a la hora de ponerse a pintar y no han sentido reparos al exponer sus obras junto a otros artistas que como ellos partían de su sola intuición. Unos y otros comparten lo mismo: estética ingenua, gusto por narrar historias y sentido plástico del color. Aquí radica la clave de la pintura naïf.

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Nº 10 - Abril de 2006

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