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ANTONIO LOBO ANTUNES: MEMORIA DE ELEFANTE

Editorial Mondadori. Barcelona 2005. 152 páginas

por Arancha Oña Santiago

Heroico antihéroe

ANTONIO LOBO ANTUNES

Memoria de elefante es la obra primogénita de la galardonada carrera literaria de Antonio Lobo Antunes; entre los múltiples premios recibidos destacan: el Gran Premio de la Novela de la Asociación Portuguesa de Escritores, el Premio Rosalía del Castro del PEN Club gallego, el Premio de Literatura europea del Estado austriaco, el Premio de la Unión Latina de escritores y el Premio Jerusalén.

En la presente novela, el personaje principal se comunica con una voz grave de débiles resonancias desde la subjetividad más profunda de su ser, a través de una prosa poética llena de analogías artísticas insospechadas y sorprendentes, angustiosas metáforas, alegorías, paradojas, opacos diálogos y fustigantes monólogos existencialistas, en un ambigüedad dualista plena de incertidumbre, dirimiendo entre la banalidad y lo trascendental.

Huyendo del excesivo y exuberante racionalismo matemático, del pragmatismo, de la autoridad idealista y de la positivista, del a veces presuntuoso espiritualismo y del avasallador materialismo, en suma, contra cualquier autoridad, el protagonista se presenta en un mundo de desorientación, de confusión y de ubérrima crisis.

A modo de proceso iniciático y tras la cegadora claridad del exceso del racionalismo tradicional, el protagonista lanza un desesperado grito de sinceridad en la concavidad del silencio, sin arrogancia, interrogando la realidad sin recibir una respuesta convincente, pendiendo sin equilibrio alguno y contorsionándose sobre sí mismo sobre una cuerda entre el determinismo y la libertad, entre la fe y el agnosticismo, entre el absolutismo y el relativismo moral.

ANTONIO LOBO ANTUNES

Exhortando lo inanimado y lo animado, metamorfoseando la existencia para comprenderla, jugando con la fantasía y la realidad de la percepción, formando un puzzle de elementos congruentes e incongruentes. Evocando el caos dentro de un aparente orden y un orden dentro del caos, expulsando todo ello a través del desanudado globo de la libertad.

De profesión psiquiatra, a veces muy a su pesar, el personaje principal se presenta como un individuo frágil por condición pero duro por necesidad, desterrado a la vida de cabeza y con fórceps, desbordado en el análisis de su inestable proyecto de existencia frente a la aparentemente titánica esencia del pasado. Proyecto de existencia individual que sólo encontró estabilidad en el útero materno y que existe en la soledad de un mundo en el que no entiende las leyes de su armonía y para el que son inservibles los ecos armónicos de la tradición.

En su subsistencia, se desliga con melancolía de cualquier memoria de geométricas autoridades y resonancias de leyes universales, siendo incapaz de erigir con su intencionalidad otra jurisdicción que le guíe en su dispersión, aceptando un desorden que le lleva a la cuasi perversa aniquilación de su propio ser. Desesperación ante la cara de una realidad a la que es incapaz de dar un diagnóstico definitivo, conformándose con meros y aproximativos dictámenes, calmando el dolor con livianos analgésicos cuyo exceso lleva al aturdimiento, sin encontrar un medicamento contundente que lo elimine de raíz.

Afrontando la realidad con una voluntad desgarradoramente individual agredida por un trágico pesimismo, defiende sin mucha contundencia y con eterna y angustiosa duda, su propio y largo sendero de sinuosos acaecimientos, entre los que se encuentra su participación en una guerra; incardinado en una soledad disonante, derruida como una estatua de la antigüedad y reconcentrada de los hedores del pasado.

Nuestro personaje enfatiza de manera literaria la unicidad de su persona y su lucha por el significado de su libertad, una libertad sin brújula, que al mismo tiempo que le oprime, le convierte en un ser singular e individual, separado del orden cósmico, permitiéndole conformar su identidad sobre la base del sufrimiento y del tormento, en comunicación existencial con la alteridad.

Libertad cuya cruz es la responsabilidad, responsabilidad por la que sufre una angustia y ansiedad existencial generada como mecanismo de defensa ante la construcción de su identidad y destino en armonía o disonancia con la libertad de los demás, y como respuesta a las amenazas y tensiones que sufre en su sistema de valores.

Nuestro protagonista es una singularidad que existe en la medida en que actúa y se realiza con cierto pesimismo en la conquista e imputación de sus propios actos. Elige su camino sin dejarse llevar por modelos universales y objetivos, elección libre únicamente limitada por las circunstancias que le rodean, implicación con compromisos y responsabilidades sin garantía.

Sin una predisposición o predestinación previa, el protagonista vivencia la responsabilidad de sus acciones y la subjetividad de su existencia, se reconstruye y configura en su mismidad sobre la base del tormento, reconociendo opacamente la alteridad, y en busca de la aparentemente prismática verdad. Alteridad en la que pasa de ser sujeto a convertirse en objeto, donde se refleja un mundo de incomprensibles estereotipos humanos, algunos encerrados en el psiquiátrico, otros en libertad de movimientos por la vida, pero todos ellos sin manual de instrucciones .

Nuestro psiquiatra lucha por la búsqueda de un lenguaje universal que le comunique con la realidad y con los otros, en la salida del laberinto de su existencia. Sensación y experiencia lingüística mantenida única y exclusivamente con su añorada ex mujer a la que sigue amando y no puede olvidar, y a la que paradójicamente no acierta a decirle. Experiencia que ni siquiera tuvo con su madre, quien casi murió después de su parto, además de sufrir una sordera metafórica o real que le llevó a su incomprensión.

Al igual que los castigos míticos de condena a una eternidad de insatisfacción, nuestro protagonista se siente condenado a una existencia angustiosa e incomprensible, a través de los rígidos parámetros de la razón heredada.

Hundido en la camilla del dualismo, entre la existencia y la esencia, entre la racionalidad y sus inconsecuencias, entre la credulidad y la incredulidad, nuestro protagonista deriva en la decadencia de la razón, sin forjamiento de ilusiones y tocando el fondo del desencantamiento de la existencia, encallando en el dolor y la crueldad de la sincera realidad que marca su destino hacia .... ¿la nada?

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Nº 5 - Noviembre de 2005

 

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