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Hari Kunzru: LEILA.EXE

Editorial Alfaguara. Madrid, 2005. Pág. 401

Infecciones

por Xavier Ariza Pujol

11-S. 11-M. 7-J ¿Se acuerdan de lo que hacían ustedes en esas fechas? ¿Compraban, paseaban, se revolcaban en la cama con su amante de turno o invertían en arte, tal vez? O mejor aún, ¿discutían acaloradamente en alguno de esos bonitos lugares donde se toman bebidas Light y se harta uno de bocadillos de atún a precio módico, sobre los peligros del mundo no civilizado? Y perdonen, si soy curioso: ¿Si discutían sobre esos peligros, los que pueden provocar el mundo no civilizado, amenazándonos, secuestrándonos, asesinándonos, destruyéndonos, alejándonos de nuestra preciadísima libertad, lo hacían vestidos con ropa fabricada en alguno de esos paraísos, a los que suelen viajar para relajarse de la tensión que les producen sus vidas de ordenador, teléfono móvil y otras comodidades? Hablo de esa ropa que fabrican niños de la edad de sus encantadores hijos y que trabajan todo el día por menos de lo que deja su mujer como propina en su pedicuro.

Bien, pues ahora que vamos conociéndonos, hablemos de literatura. ¿Les parece?

Porqué en este mundo circular, hipotético y ultraveloz todo tiene un principio y un fin. Todo es cálculo y resultado. Todo es balance. Lo que al principio era seguridad acaba resultado un caos. Lo que nos proporciona placer puede ser nuestro ejecutor. Y bajo estas premisas y con un tacto áspero, Hairi Kunzru nos muestra las delicias del tiempo que nos ha tocado vivir, en su última novela, Leixa.exe .

Hari Kunzru es periodista y editor independiente. Nació en 1969 y creció en Essex. Estudió inglés en la Oxford University y, a continuación, obtuvo un master en Filosofía y Literatura en la Warwick University. Autor de la galardonada The Impressionist ( El transformista , Alfaguara), fue destacado por la revista Granta como uno de los mejores escritores de menos de cuarenta años

El pasado mes de abril fue galardonado con el British Book Award al Escritor del Año dentro de la categoría Decibel, creada por el Instituto Inglés de las Artes (Arts Council of England) con el objetivo de premiar al escritor de origen africano, caribeño o asiático cuya obra haya tenido mayor relevancia e impacto durante el año literario

Continuemos hablando de nosotros, ¿Les importa? En una sociedad adormecida y sin clases, Arjun Metha, un genio de la informática, un hindú desclasado por años de bombardeo mediático que no cesa de repetirle que toda sociedad es mejor si esta sociedad es americana (sic), huye de su país/universo para instalarse en la tierra de las grandes oportunidades: EE.UU. Oportunidades que jamás llegan sino eres uno de los elegidos para la gloria. Porque la gloria, amigos míos, y ustedes saben mucho de eso, se muestra cada vez más púdica.

En el otro extremo del mundo, de ese mismo mundo, un triunfador, un hombre que ha visto desnuda a la diosa Fortuna juega a repartirse el mundo bajo techos de hermosa arquitectura. Pura virtualidad escénica.

Doble metáfora. Los que caminan hacia la gloria y los que se pasean hacia la derrota. Y en este ir y venir, Arjun Metha comprueba en su propia piel que esa sociedad que tanto amaba, que había cambiado por sus dioses le expulsa como si fuera un apestado. Y de la resistencia silenciosa por no abandonar un espacio que se había conquistado con esfuerzo y al que se tiene derecho, por no huir de un mundo que se le había prometido con divisas heroicas nace el conflicto entre civilizaciones. Vaya, lo he dicho. He dicho lo que no querían oír: Lucha, conflicto, guerra, asesinatos, destrucción, muerte.

Pero, no se preocupen. Están a salvo. Hari Kunzru es un escritor que sabe medir los ingredientes. Sabe encontrar la mesura exacta de la provocación. En su novela no hay bombas, no hay secuestros, no hay choque, no hay caos. ¿O si? Arjun Metha, nuestro pobre indio ha decidido quedarse en casa del Tio Sam. Quiere ser un asimilado, un aceptado, un buen ciudadano. Como Hari Kunzru. Quiere que le quieran. Y crea vida. Ofrece esperanzas a sus nuevos conciudanos.

Pero claro, en todo proceso de creación, a veces, los genes sufren irregularidades, se trasforman, se crean monstruos, seres deformes. Y de ahí, lo terrible. La bestia, lo que no puede dominarse, el comando sin líder, los que prometen un cielo para todos. los iluminados ¿Saben de quien hablo, no?

Arjun Metha ingenia un virus que pondrá en peligro todo el mundo civilizado. Gran metáfora de la destrucción final. Una guerra sin muertos. Una lucha sin armas. Y para solucionarlo, solo lo tenemos a él. De la misma manera que necesitamos, de ese mundo inculto, grosero y maloliente, su petróleo, su riqueza, su mano de obra, su inestimable generosidad. ¿Se dan cuenta como todo es circular?

Y ese virus, ese ser vivo que destruye sin dolor tiene un rostro, identidad, un existir propio que va arrasando todo lo que encuentra a su paso, siempre en forma de ordenador, no olviden ese detalle. Es Leila Zahir, (aquí como Leixa.exe) actriz de Bollywood.

Porque nuestro informático creará un virus con identidad. Con una identidad nacional. Exquisita parodia del cine bollywoodiense. Esa bailarina que no dejará de moverse en todas las pantallas de los ordenadores, destruyéndolo todo a su paso. Porque todos recurrimos a los nuestros para defendernos. Al clan, a la familia, a nuestros amigos, a nuestros vecinos, a nuestro pueblo, a los que sufren como nosotros... ¿No se habían dado cuenta de ese pequeño detalle?

En ese momento, la novela explota (perdonen la expresión) y el lector muestra su júbilo por el más débil. Sentimos piedad por David frente a Goliat, por Olivia frente a Brutus, por los débiles, señores, por los débiles. Unos débiles que nos destruyen, que nos fulminan, que arrasan todo lo que tocan, que no frenan sus instintos ¿Por qué son así, no?

Pero no lloren. Tranquilícense. Es sólo literatura. Y buena literatura. Les explico. Hari Kunzru ha construido una fábula sobre un futuro incierto, donde los hombres no se entienden, son egoístas y jamás negocian. Hombres que se hacen fuertes en sus fronteras y agraden a sus cónyuges. Hombres movidos por lo material, por la sustancia y no la esencia.

¿Lo ven, como todo es una fábula?

Y ahora, descansen tranquilos. Todo ha sido un mal sueño. Y cuando alguien es capaz de provocarnos los peores sueños, como Hari Kunzru debe ser invitado más de una vez a sentarse a la mesa de nuestros íntimos festines literarios.

Y de paso recuerden a Eluard: Hay muchos mundos pero están en este.

Arjun Metha ingenia un virus que pondrá en peligro todo el mundo civilizado. Gran metáfora de la destrucción final. Una guerra sin muertos. Una lucha sin armas. Y para solucionarlo, solo lo tenemos a él. De la misma manera que necesitamos, de ese mundo inculto, grosero y maloliente, su petróleo, su riqueza, su mano de obra, su inestimable generosidad.

 

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Nº 3 - Agosto / Septiembre de 2005

 

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