Artes Hoy
 
Buscar en Arteshoy

Ensor y las vanguardias en el mar

Pmmk (Museo de Arte Moderno de Ostende, Bélgica)
Del 30 de septiembre de 2006 al 25 de febrero de 2007.

Por Alberto López Echevarrieta


EnsorAlgunas de las obras de James Ensor parecen sacadas de un catálogo de carnaval. Máscaras y caretas en báquico festín, eso sí, a la orilla del mar, porque el pintor belga chupó salitre del Mar del Norte y se desprendió de él en unos cuadros plenos de color y belleza. Ensor es el mejor pintor contemporáneo de su país y los descendientes de quienes le conocieron en vida no se extrañan de ello, porque siempre oyeron a sus mayores comentarios sobre las genialidades de este hombre que frecuentemente solía pasear por los arenales de Ostende buscando inspiración. También coinciden al decir que era un poco raro, pero tal vez se refieran con eso al espíritu que protege a los genios.

Un pintor no deseado

El padre de James nació en el Reino Unido. Marchó a Estados Unidos y regresó a Europa estableciéndose en el puerto flamenco de Ostende. Formó familia y habitó en el cuarto piso de una casa que hacía esquina a Van Iseghemlaan y Vlaanderenstraat, en cuyos bajos su madre y una tía tenían una tienda de “souvenirs”. Posiblemente a los lectores no les diga nada el nombre de estas calles, pero se situarán mejor si les digo que la primera de ellas estaba llena de prostíbulos y el edificio estaba en segunda línea de playa. No era, pues, una zona de postín dentro de la ciudad palaciega, sino más bien un barrio bastante degradado.

Pronto se despertó en James la necesidad de expresarse conEnsor los pinceles para desesperación de la familia que veía en él a un futuro comerciante. El espíritu autoritario de su madre creció incluso a la muerte del padre. Cuando el muchacho quiso casarse obtuvo de ella la oposición más enconada, por lo que la novia pasó a ser su amante de por vida. James estudió en la Academia de Bellas Artes de Bruselas y fue influido por el impresionismo francés. Las primeras obras en las que se manifiesta su estilo personal son el “Autorretrato” y “La dama de la nariz respingona”, ambas realizadas cuando tenía 19 años.

Ensor pintó muchas escenas del entorno de su casa. Aquel ajetreo, sobre todo nocturno, le proporcionó inagotables temas. También los cafetines, como el Falstaff donde solía tomarse su con leche. En su honor, este establecimiento ha quedado inmortalizado en la pintura realizada en 1949 por Jean-Jacques Gailliard y que se puede ver en la muestra. Como su famoso tríptico “La entrada de Cristo en Bruselas”, de estilo expresionista, que está profundamente enraizado en la tradición flamenca. Posee unas dimensiones tales que su autor sólo pudo verlo entero y extendido cuando se trasladó a una pequeña casa cercana, donde la pareja pudo vivir en intimidad y sola.

Influencia francesa

EnsorA los 20 años, James inició un intenso período de trabajo atraído por los intimistas franceses, especialmente por Édouard Vuillard. De esta época son “La dama triste”, “Salón burgués” y “Tarde en Ostende”. El recuerdo que siempre le persiguió de su dominante madre quedó materializado en la temática carnavalesca de muchos de sus cuadros. Esas “Máscaras extrañas” no son otra cosa que las caretas que vendía la autora de sus días en su pequeña tienda.

Los fantasmas de Ensor están patentes en sus interiores burgueses donde los esqueletos bailan la danza de la muerte. Tampoco sus “Reuniones extrañas” fueron del agrado de los seguidores de los movimientos vanguardistas belgas del momento. Poco le importó al artista, aunque bien es cierto que, a los 34 años, dio un giro a su carrera para pintar naturalezas muertas y paisajes no siempre en una línea regular. “Calle de Ostende”, por ejemplo, es una de sus obras maestras con un colorido en el mejor estilo de Van Gogh.

Ensor y el mar

Para conmemorar sus veinte años de existencia, el Museo de Arte Moderno de Ostende, ubicado en un edificio que con anterioridad fueron unos graEnsorndes almacenes textiles, rinde homenaje a James Ensor con la presencia de 270 cuadros de los más relevantes representantes de las vanguardias mundiales y 35 obras originales del protagonista, en su mayoría relacionados con el mar, algo que para el pintor fue el principio y fin de su visión del mundo. Ensor estuvo fascinado por la concepción de la luz y por la manera de combinar los colores de Caravaggio y Rembradt sobre todo. El virtuosismo pictórico de maestros como Rubens, Jordans, El Greco y Goya, así como la luminosidad incomparable de William Turner y de James Whistler, fueron también una gran fuente de inspiración.

Las obras expuestas en Ostende representan los diferentes movimientos de vanguardia. La vanguardia de la realidad y de la luz está ilustrada por obras firmadas, entre otros, por Courbet, Daumier, De Braekeleer, Reunir, Finch, Pantazis, Monet, Van der Velde y Evenpoel, entre otros. El sueño y la emoción tienen representantes de la talla de Redon, Gauguin, Rodin, Spillaert, Mellery, Toulouse-Lautrec, Darío de Regoyos, Paul Delvaux, René Magritte, Dalí, Gailliard y Salkin. La expresión y el color se aprecia en las obras de Van den Berghe, Permeke, Kandinsky, Kichner, Van Dongen, Dotremont, Picasso, Labisse, Milo, Masereel, etc.

La nómina de esta muestra no tiene desperdicio y seguro que James Ensor se hubiera alegrado de colgar su obra junto a la de tan ilustres colegas. Sólo un "pero" a la exposición: Un elevado número de cuadros adolece de una mala iluminación y los "pelotazos" frontales de luz molestan su visión.

Ensor, un recuerdo vivo

EnsorLa exposición “Ensor y las vanguardias en el mar” quedaría incompleta sin una visita al Restaurante-Cafetería Falstaff, donde se rinde culto al artista con una amplia colección de sus fotografías de época, y a la enorme y complicada escultura que en su honor levantó Spury en el paseo de la playa de Ostende. Representa una habitación de pintor con todos los habituales utensilios, pero con una notable inclinación con respecto a la horizontalidad del suelo. Moverse por su interior resulta tan curioso como complicado.

Los restos mortales de James Ensor descansan en una modesta tumba situada a la vera de la iglesia de Nuestra Señora de las Dunas, en Ostende. La protege una de las tres arañas “Mamá” –las otras dos están en Tokio y Bilbao-, de la escultora francesa Louise Bourgeois. La brisa del Mar del Norte acaricia el pequeño monumento funerario.


<<

Nº 14 - Octubre de 2006

Home

Literatura
Arte
Música
Miscelanea
Noticias

Números anteriores

Quienes somos
Contactar


© ArtesHoy.com - Todos los derechos reservados