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Miquel Navarro: "Conexiones 2005"

Museo de Bellas Artes de Bilbao, exterior

Por Alberto López Echevarrieta

Miquel Navarro

Aunque trata de disimularlo, Miquel Navarro (Mislata, Valencia, 1945) es un hombre muy nervioso. Sus manos, con uñas mordidas, trabajan con el auténtico frenesí que le transmite su mente. Hace un tiempo espléndido con un sol que, según él, es de justicia mediterránea. Pero estamos en Bilbao, junto a su "Conexión 2005", una obra recién inaugurada. Realizada el año pasado por encargo de dos coleccionistas locales, ha sido donada al Museo de Bellas Artes. Miquel me confiesa que tiene una especial predilección por la capital vizcaína "porque veo que es un lugar que ha experimentado un cambio extraordinario en muy poco tiempo".


La libertad que da el aire

Navarro posee la humildad propia de los grandes genios. Presta atención a las más diversas interpretaciones que hacen cuantos pasan a nuestro lado sobre su obra, ignorando que están ante su creador. Hay quien opina que representa una jirafa.

"La obra, cuando está en la calle –nos dice Miquel-, es propiedad del ciudadano, quien tiene derecho a opinar libremente. De hecho, esa es la idea que tiene el artista cuando está operando en ella. Una escultura, al mostrarse al aire libre, tiene la particularidad de adquirir una mayor repercusión pública. Pierde un poco la intimidad que le da el interior de un museo, pero gana en popularidad".

Ésta es la segunda obra de Miquel Navarro que tiene Bilbao en sus calles, amén de la repercusión que tuvo la exposición "Ciudad muralla" presentada en el Museo Guggenheim-Bilbao en marzo de 2004.

"Presto mucha atención a las interpretaciones que hace la gente de mis trabajos. Algunos de ellos han sido popularizados, rebautizándolos con las denominaciones más curiosas. Tengo una escultura en Valencia a la que todo el mundo llama "La pantera rosa". No me enfada en absoluto que el público haya adoptado esta postura. Quiere decir simplemente que ha calado entre los ciudadanos y la quieren. Ésta de Bilbao seguramente que dejará de llamarse "Conexiones 2005" a nivel de calle para adoptar otro nombre".

Un museo abierto

La obra tiene grandes dimensiones -830 x 249 x 170 cm.-Miquel Navarro y 8 toneladas de peso. Su ubicación ha sido cuidadosamente estudiada en el entorno que se está creando alrededor del Museo de Bellas Artes de Bilbao, en pleno Parque de Doña Casilda de Iturrízar. En el mismo se pueden ver dos obras de Chillida, otras dos de Serra, una fuente-monumento de Quintín de Torre… Todo ello en un espacio verde de indudable belleza. La incorporación ahora de "Conexiones 2005" añade un nuevo atractivo a la zona.

"Esta obra tiene para mí diferentes significados. Realmente es una figura donde hay una simbiosis entre elementos animales y arquitectónicos. Podía representar un insecto, cualquier otro animal y también a un faraón que avanza. Pero también tiene que ver con la construcción del edificio junto al que está ubicada y en cuyas enormes cristaleras se refleja".

Hago especial hincapié en el color de "Conexiones 2005".

"Sí, ustedes lo llaman color Azul-Bilbao y coincide con el tono de azul que también se utilizaba en los contornos de las ventanas de las casas de la zona interior de la provincia de Valencia, porque decían que así no entraban moscas al interior".

Un pintor pasado a la escultura

La conversación deriva a las raíces árabes de esa creencia y es que hablar con Miquel Navarro es todo un placer. Sus amplios conocimientos en materia artística y su trato personal le hacen un comunicador excepcional. Primera figura de la escultura contemporánea, recibió en 1986 el Premio Nacional de Artes Plásticas. Su actividad artística comenzó en 1964 como pintor, pero en 1972 se pasó a la escultura alternando con diseños de cerámica y dibujos.

Miquel NavarroLas esculturas que mejor definen su obra son las "Ciudades", unas instalaciones compuestas de elementos modulares, repetitivos y de formas geométricas que se agrupan en composiciones que simulan el entramado urbano, donde la horizontalidad generalizada se ve rota por unas altas torres. Fue en 1974 cuando Miquel empezó a especializarse de esta forma creando piezas a gran escala con destino a espacios públicos urbanos. Es evidente que tiene una especial predilección por los elementos creativos que le proporciona la arquitectura.

"Tal vez se deba al espíritu creativo que se despertó en mí en la infancia. Pertenezco a una generación que no tuvo muchas oportunidades de poseer juguetes. Cuando era pequeño, yo, como otros muchos niños, tenía que inventarme mis propios juguetes. Había unos mecanos y cajas de arquitectura que fueron muy populares, pero nosotros recurríamos a cualquier trasto para construirnos el juguete apetecido. Aquella precariedad estimuló nuestro sentido inventivo, al menos en lo que a mí se refiere. Fue el germen de un espíritu creativo".

Un espíritu que sigue con una actividad constante como lo demuestra esta obra que puede verse en un lugar ideal de la capital vizcaína.


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