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Bruegel 06. Un proyecto de amplias miras

Bruselas-Gaasbeek-Tervuren-Meise (Bélgica). Del 12 de junio al 3 de Septiembre de 2006

Por Carmen González García-Pando

BruegelEn ocasiones se ha identificado el arte flamenco del XVI como el siglo de Bruegel (1). La época en la que vivió el pintor fue, sin duda, turbulenta, un periodo de tránsito entre la Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna que sufrió el azote de sucesivas plagas y epidemias, tan violentas que podían llegar a aniquilar poblaciones casi en su totalidad. A esto se añadía, además, el dominio de las guerras continuas por motivos de religión o poder y la transformación social que se produjo a raíz de la explotación del Nuevo Mundo. Años en los que la ciencia sufrió un avance vertiginoso, la religión católica perdió su posición dominante y el poder político -ejercido por el estado español-, hubo de enfrentarse a la sublevación de los Países Bajos. Para comprender este momento histórico cinco lugares bruselenses ofrecen una serie de actividades culturales que, en torno a la figura de su pintor flamenco más querido Pieter Brueghel, el Viejo, nos descubren algunos de los aspectos más apasionantes de la vida del siglo XVI.
El Castillo de Gaasbeek sirve de marco para analizar la situación política y religiosa de esa época. En él habitó el conde de Egmond hasta que sus ideas independentistas, contra la política de Felipe II, le costaron la vida. El artífice de dicha matanza fue el Duque de Alba que mandóBruegel ejecutarle y sofocar la rebelión de los nobles unidos a la causa. Desde entonces, el nombre de Duque de Alba estará ligado a la historia negra de este pueblo que le definirá como el tirano represor de la dominación española. Como ciudadano y artista del momento, la mirada de Bruegel muestra este periodo turbulento desde una óptica en la que se mezcla lo urbano y lo rural, la clase más pudiente y el pueblo raso. Esta exposición, Bruegel y su época, nos habla de la vida cotidiana, del desarrollo científico pero incide, especialmente, en la situación política-religiosa y en la revuelta contra España.
Desgraciadamente en Bélgica hay muy poca obra pictórica de Bruegel. El Museo de Bellas Artes de Bruselas cuenta tan solo con cinco lienzos del artista (aunque sí posee obras de los dos hijos del pintor, Pieter Brueghel el Joven y Jan Bruegel el Aterciopelado quienes copiaron casi, literalmente, los cuadros de su padre). La dificultad para reunir una obra tan dispersa, amén del alto precio, ha hecho que los organizadores se decidieran por montar una exposición con reproducciones fotográficas de todos los cuadros del autor, a tamaño original. Una decisión extraña y discutible pero que cumple su función didáctica al poder descubrir de una vez, todas las claves pictóricas del artista. Bruegel imaginario es el título de esta muestra que se exhibe en la Real Biblioteca de BruegelBruselas.
En el mismo edificio, en la bellísima e histórica Capilla Nassau, se presenta la muestra Bruegel grabado, una de las joyas de este programa. Varias son las razones para calificarla así pero, especialmente hay dos motivos fundamentales. Por un lado porque representa la obra grabada de Bruegel al completo; es decir las únicas ochenta y cuatro láminas que existen sobre los dibujos del pintor. Y por otro, porque nos permite conocer la relación del artista con el famoso grabador Hiëronymus Cock. Una colaboración estrecha y fructífera que dió como resultado este conjunto excepcional de grabados que exhibe la antigua capilla.
Cock nació en 1510 en Amberes, la ciudad con mayor desarrollo comercial de todo occidente en esa época. Fue un hombre inteligente y decidido que comprendió enseguida las posibilidades comerciales que ofrecía la empresa de grabado. Viajó a Italia, estudió el negocioBruegel de las editoriales romanas y, cuando regresó a Amberes, tenía clara su vocación profesional: la difusión del grabado por todo el mundo. Su habilidad comercial fue pareja al rigor profesional y a la calidad de los trabajos que de su taller salían. Por eso Cock se rodeó de los mejores burilistas y artistas del momento. Uno de ellos fue Bruegel.
La colaboración con el artista duró más de quince años. En esta relación profesional se seguía un método riguroso: Bruegel realizaba el dibujo a plumilla con tinta marrón incidiendo en el detalle y minuciosidad del trazado. El pintor controlaba el trabajo del grabador para que su dibujo fuera llevado a la plancha lo más fiel posible. Este dato es importante porque no todos los artistas trabajaban con este rigor ya que, lo usual era proporcionar el dibujo al editor y, el grabador, lo interpretaba según su gusto y estilo. El resultado final de aquella larga relación es este conjunto de casi un centenar de grabados, de calidad magistral y de temas muy diversos que varían según las fechas, modas o deseos del propio Cock.
Hacia 1555 Bruegel comenzó la famosa serie de los Grandes Paisajes donde la influencia de la naturaleza italiana se hace sentir en las vistas de montañas, bosques y valles. No olvidemos que el artista también había viajado a Italia y conocía el ambiente y los gustos de aquella sociedad tan admirada por todos los pintores del momento. El trabajo fue, sencillamente, soberbio. Bruegel aunó realismo, fuerza y armonía en unas obras magníficas, alejadas del gusto tradicional.
Bruegel Pero donde el artista plasmó mejor su ingenio fue cuando se inspiró en la obra de su antepasado Hiëronymus Bosch, El Bosco. Bruegel redescubrió un mundo de seres fantasmagóricos donde las aves, sapos, peces y animales se aunaban creando formas híbridas que nos remiten al mundo de los sueños terroríficos. No obstante los estudiosos de la obra del pintor creen que Bruegel no pretendía asustar, sino dar rienda suelta a su imaginación y provocar hilaridad entre el público que observara su obra. Sería algo así como un juego, algo macabro, pero pensado para el disfrute estético.
No obstante en este universo de formas irreales también subyace una crítica burlesca a la patética vida del ser humano. Bruegel ofrece su visión del hombre, la miseria cotidiana, la locura y la enfermedad. Lo hace satíricamente cuando representa los "Siete pecados capitales"; un estudio fascinante en donde reflexiona sobre los males que acontecen a los que ignoran los principios de la sabiduría. Sin embargo el artista es amable y respetuoso cuando dignifica al hombre laborando. Aquí sí le convierte en un elemento importante para la evolución de la vida como apreciamos en la serie inconclusa de "Los meses" o en "El país de la cucaña".
Finalmente, hacia 1563, Bruegel acometió la labor, que le encargó Cock, de representar barcos. Un tema muy oportuno y apreciado en aquel momento, Bruegelsi tenemos en cuenta que Amberes poseía una de las mayores flotas marítimas. El resultado fue realmente asombroso. El artista demostraba una vez más el dominio de la técnica pictórica y su experiencia con la luz y la perspectiva. Dejaba el mundo de los seres satánicos, de locos y demonios para afrontar otro nuevo reto. Con ello logró no sólo el reconocimiento unánime de sus contemporáneos y futuras generaciones, sino demostrar que el calificativo que le impuso una biografía de 1609 –en el que se le tachaba de "ignorante dedicado a la pintura cómica"- era tan incierto y absurdo como los personajes irreales sacados de su imaginación.



(1) Algunos registros indican que nació en Broghel, cerca de Breda, pero no ha sido posible determinar si se trata de la ciudad neerlandesa de Breda o la belga de Bree, llamada Breda en latín. Tampoco se sabe el año exacto de su nacimiento, aunque se piensa que pudo ser hacia 1525. Desde 1559 eliminó la 'h' de su apellido y comenzó a firmar sus pinturas como Bruegel. Falleció en 1569


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Nº 12 - Junio / Julio de 2006

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