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REFLEJOS DE APOLO

DEPORTE Y ARQUEOLOGÍA EN EL MEDITERRÁNEO ANTIGUO

Por Julia Sáez-Angulo

Museo Arqueológico de Almería
Del 6 de junio al 30 de agosto de 2005
Comisarias: Paloma Cabrera y Ángeles Castellano (Conservadoras del Departamento de Antigüedades Griegas y Romanas del Museo Arqueológico Nacional)
Organizada por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura.
Con la colaboración de la Caja de Ahorros del Mediterráneo

El objetivo de esta exposición es mostrar al público la génesis y la práctica del deporte en el Mediterráneo antiguo. Apolo, el dios joven y atlético, modelo para la juventud, patrono de los juegos deportivos que en su honor se celebraban en el santuario de Delfos, encarna la más alta expresión de la excelencia física y moral, sublime ideal que caracteriza al espíritu deportivo de la Grecia antigua. Reflejos de Apolo, reflejos del dios, los atletas griegos buscaron a través del ejercicio gimnástico y de la competición deportiva, del esfuerzo y del triunfo participar de la inmortalidad divina.

Deporte en el Mediterraneo antiguo.La exposición que acoge el Museo de Almería quiere también acompañar la celebración de los XV Juegos del Mediterráneo. El deporte une, hoy como entonces, a los pueblos ribereños del Mare Nostrum , para relacionar, como en el mundo antiguo, a culturas y experiencias vitales diversas y, a la vez, comunes.

La exposición reúne 140 piezas procedentes de diversos museos españoles y europeos: Museo Arqueológico Nacional, Museo Nacional del Prado, Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, Museu d'Arqueologia de Catalunya (Barcelona y Empúries), Museo Arqueológico de Jaén, Museo Arqueológico de Córdoba, Museo Arqueológico de Albacete, Museo de Villa Giulia (Italia), y del Staatliche Museen de Berlín y de las Staatliche Antikensammlungen de Munich (Alemania).

Destacan entre ellas la magnífica escultura de Apolo, patrono de los juegos de Delfos, procedente del Museo Arqueológico Nacional (MAN), así como la escultura de Heracles, fundador mítico de los Juegos Olímpicos, conservada en el Museo del Prado. De interés extraordinario son los vasos griegos que contienen imágenes de las disciplinas deportivas y de la práctica atlética, así como las ánforas entregadas como premios en los Juegos deportivos celebrados en Atenas en honor de su diosa patrona, Atenea. Los mosaicos romanos procedentes del MAN con imágenes de cuadrigas y aurigas victoriosos son extraordinarios por su calidad y como documentos de una de las principales actividades deportivas en el mundo romano. Igualmente importantes son las tablas de bronce donde se grabaron las leyes municipales de Osuna, que regulaban, entre otros aspectos, la organización de los juegos.

La muestra recorre diversos ámbitos espaciales y temáticos. Comienza con un espacio dedicado al espíritu competitivo, encarnado en los dioses y héroes míticos, y a los espacios agonales, como la guerra, la caza o la arena deportiva. El gimnasio, símbolo de la cultura griega, es el lugar donde los jóvenes adquieren el entrenamiento físico necesario para desarrollar sus cuerpos y el aprendizaje intelectual que modelará su espíritu y su mente.

Las competiciones atléticas y deportivas se cuentan entre los más importantes acontecimientos religiosos de la antigua Grecia. Celebradas en las fiestas en honor de un dios, marcan rítmicamente el calendario religioso de las ciudades griegas.

Los Juegos Olímpicos, Píticos, Ístmicos, o Panatenaicos eran los más famosos e importantes festivales atléticos de Grecia. Las principales disciplinas deportivas se enmarcaban en dos grandes grupos: el gymnikos agon que reunía todas las pruebas celebradas en el estadio -carrera a pie, con o sin armas, lanzamiento de disco y de jabalina, salto de longitud, lucha y boxeo- y el hippikos agon , celebradas en el hipódromo. Las pruebas ecuestres eran prestigiosas, espectaculares y variadas: carreras de caballos, carreras de carros tirados por dos o cuatro caballos, carreras de mulas o de potros. Los vencedores no sólo obtenían una corona vegetal o un ánfora de aceite como premio, sino, sobre todo, el reconocimiento y la gloria públicas que se extendían a su familia y a su ciudad.

La competición como motor social y político fue práctica e ideal arraigado en otras sociedades mediterráneas. La exposición muestra también la práctica de competiciones o agones en Iberia, ligados a celebraciones funerarias, a victorias guerreras y a rituales de iniciación de los jóvenes en la sociedad de los adultos.

Los juegos romanos tuvieron también un carácter religioso. Las competiciones más populares fueron las carreras de carros, de bigas y cuadrigas. Los aurigas eran verdaderos profesionales que contaban con un gran séquito de admiradores. Los premios consistían en palmas, coronas y dinero. Aunque nunca llegaron a perder sus raíces religiosas, paulatinamente incrementaron su dimensión festiva y política, hasta convertirse en instrumento propagandístico en manos de la aristocracia y del poder imperial.

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Nº 3 - Agosto / Septiembre de 2005

 

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