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"Se reproduce a continuación el texto que el poeta Antonio Gracia va a leer en Almendralejo en la entrega del premio Espronceda de poesía. El texto aparece aquí a petición suya a raíz de las alusiones aparecidas en el artículo sobre el libro de Pilar Blanco, "La luz herida", en el número 1 de nuestra revista, escrito por Ángel Luis Luján, en torno a la polémica del último premio Loewe".

Desfacer entuertos

Palabras para Almendralejo (sobre los premios Loewe y Espronceda)

por A. Gracia

Haré algunas preguntas y deduciré unas conclusiones:

A.- Acepté el Premio Espronceda porque se me aseguró la admisión de las correcciones hechas desde que había enviado el libro. Vine a Almendralejo a que se me confirmase la aceptación de las mismas y las realizadas durante el verano. Envié mis datos bancarios, ya a finales de diciembre, porque se me reiteró lo mismo y se me pedía, por fin, el texto corregido junto al papeleo. Las tres veces se me engañó. Si alguien duda sobre el hecho de que sólo me importaba el texto, como dije cuando aquí vine, que se conteste convincentemente a esta pregunta: ¿Por qué no me apresuré a cobrar la dotación económica y por qué se me impidió que la devolviera?

B.- Probablemente, el Ayuntamiento tenía potestad para publicar el texto que presenté al Premio Espronceda. Pero se hubiera mostrado más generoso y digno si hubiese atendido a mi ruego, que elevé al alcalde, de que no lo hiciese. ¿Por qué no se ha publicado el texto corregido? ¿No debe ser la primera premisa de un premio difundir el mejor texto posible? ¿Por qué ese miedo o aversión a un texto que incluso la Ley de Propiedad Intelectual protege con estas palabras: "el autor podrá incluir correcciones siempre que no alteren su carácter y finalidad?". ¿Y dónde queda la cláusula de la misma Ley de Propiedad Intelectual que dice que "el editor someterá al autor las pruebas de imprenta"? ¿Y por qué el libro lleva enero como fecha de edición, si en los de los años anteriores figura mayo y en febrero aún debatíamos sobre su contenido? ¿De verdad el libro lleva seis meses impreso? A la Biblioteca Nacional llegó hace unos días, y en la Oficina de ISBN nada saben de él. ¿Por qué se le ha escondido el libro a su autor?

C.- Alguna causa habrá para este obrar de tapadillo. Me pregunto cuál es y no puedo sino contestarme que el "asunto Loewe". ¿No será todo un intento de justificar las afirmaciones, hechas en noviembre por la única persona con la que he tratado, de que mi libro "ya estaba en imprenta"? Seguro estoy de que se me hubieran aceptado los cambios si no se hubiese querido contrarrestar el efecto Loewe, para lo cual era preciso evitar el texto que, fatalmente, allí había llegado.

D) Lo cual me lleva a ordenar los acontecimientos tras hacer esta pregunta: ¿De verdad obré con "falta de ética" al aceptar el Premio Loewe?

Orden de acontecimientos:

1) Noche del día 23: Me comunican el premio Loewe.

2) Tras alegrías y calmas, y otras dos llamadas más -para convencerme de que fuera a Madrid ("¿mañana, ya?") -reparo en el título pronunciado por una de las voces telefónicas: "Devastaciones, sueños". ¿He oído bien, o es la duda de quien teme que sea un sueño? ¿Dos libros enviados con el mismo título a diferentes certámenes, premiado ya uno hace meses? No fue así, me digo: ¿Qué contenido corresponde a cada cual? ¿He corregido durante el verano el que no estaba premiado?

4) Por si acaso, renunciaré al Espronceda -sea el que sea-: remito un mensaje con la renuncia, rogando que se me envíe una copia -que aún sigo esperando-. Trágicamente, en lugar de tomarse como un cumplimiento ético, este correo se interpretó como premisa de mi "gansterismo" porque se ocultó lo que ahora digo:

5) Y es que, aunque era improbable tal confusión de originales, a la mañana siguiente, día 24, a las 12´50, abro el correo y recibo un mensaje en el que se me dice por quien podía decirlo que "es una lástima que esta edición del premio tenga que quedar desierta". Luego queda desierta y el libro Loewe, sea cual sea su contenido, no está premiado.

6) Por lo tanto, mi lejana y temerosa sospecha se desvanece y puedo subir -ética en mano- a recoger el Loewe.

7) Nada más ver el texto que me entregan para leer algún poema, compruebo que no es el que yo creía haber enviado, y lo comento en voz alta, como anécdota (supuse que era el otro el llegado al Espronceda).

8) Al día siguiente, o al otro, recibo una andanada de insultos, y el 25 una palinodia o rectificación de Almendralejo sobre el premio "desierto". Fue entonces, tras semanas y meses de debate, cuando, impotente, rogué, una vez más, directamente al alcalde, que dejase mi libro libre. Y aunque no me contestó, le ruego ahora que me permita adquirir la edición íntegra. Así podrá hacer una segunda con el texto autorizado del autor, a quien nadie tiene derecho a prevaricar.

Finalmente: quiero creer que algunos de los poetas que formaban el jurado sufrieron el dilema de publicar uno u otro texto, porque, como poetas, sabían el crimen poético que se perpetraba. Comprenderán ustedes que no puedo celebrar una fiesta en la cual se festeja la publicación de un libro que me ofende porque me traiciona. Y, aunque enturbie su celebración, no puedo dejar de desfacer entuertos; y menos en este año de D. Quijote.

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Nº 2 - Junio / Julio de 2005

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