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Cristina Peri Rossi: Poesía reunida

Editorial Lumen. Barcelona, 2005. 846 págs.

Batallas contra el olvido

 

Por Gilberto Prado Galán

Poesía reunida de la poeta uruguaya Cristina Peri Rossi inicia con el poemario Evohé (1971) y culmina con Estrategias del deseo (2004): ambos libros Cristina Peri Rossiposeen una complementariedad evidente: comparten una similar actitud transgresora, aunque en el primer poemario advertimos el espejeo insistente de la mujer como texto y viceversa: las palabras son cuerpos húmedos, vivos, ardientes: "Las mujeres, son palabras de una lengua antigua/ y olvidada./ Las palabras, son mujeres disolutas" (p. 56). Y apreciamos el juego cimentado en la hipálage: "la mujer pronunciada y la palabra poseída". Y no "La palabra pronunciada y la mujer poseída", porque aquí no habría poesía. Peri Rossi lo sabe y asimismo troquela textos breves, relámpagos sentenciosos, que son lo mejor de la primera franja de su corpus reunido: "La palabra y tú, húmedas de mí". Destacan aun poemas que invierten el sentido de las voces emparentadas con el ritual y con el oficio religiosos: "Silencio./ Cuando ella abre sus piernas/ que todo el mundo se calle" ("Oración", p. 95).

En el segundo poemario es puesta en práctica la prolongación del empeño experimental, incluso en la disposición caligramática del bloque XXVIII ?las letras conforman la figura de un barco?, la notable unidad interior, y la diversidad de registros y alcances: los poemas oscilan entre una línea y varias páginas. En este libro sobresale, por su exuberancia retórica e intensidad lírica, el poema "Escoriación": "Herida que queda, luego del amor, al costado del cuerpo./ Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas,/ donde la sal duele y arde el iodo/ que corre todo a lo largo del buque…" (p. 156). Un defecto palmario, cuya reincidencia es perceptible en "Babel bárbara", es la obsesiva mención de una misma palabra: "mar" en "Descripción del naufragio" y "Babel" en "Babel bárbara". Es raro el poema donde la voz "mar" haya sido evitada o sólo sugerida.

"Diáspora" es el tercer libro alojado en Poesía reunida: revaloración del escenario de la naturaleza ("La plural sabiduría de las hormigas/ La consorte mortal/ La araña asesina/ La larva de la mariposa/ El celo de los rinocerontes" (p. 220)), reformulación de la oda de Anacreonte ("Le:/ dio de comer y de vestir/ Le:/ mostró ciudades y países/ Le:/ sacó de la jaula,/ y una vez afuera/ ella lo devoró./ Sigue masticando" (p. 238)), la desolación como telón de fondo en varias piezas y, sobre todo, el cálido y entrañable homenaje a la poeta argentina Alejandra Pizarnik: "Alejandra entre las lilas". Y también humor cimentado en el doble sentido, en la dilogía: "Cuando te digo: "Me siento sola"/ es preferible que pienses/ que se trata de la silla" (p. 241). La cursiva es mía.

En Estado de exilio el rodrigón temático gira sobre el gozne de la nostalgia-añoranza del país atisbado o entrevisto en la lejanía. Las formas de enfrentar la soledad son múltiples, mas al final, como avisa de manera dramática uno de los mejores poemas dCristina Peri Rossiel volumen ?"El arte de la pérdida"?, el desasimiento es inevitable: "El exilio y sus innumerables pérdidas/ me hicieron muy liviana con los objetos/ poco posesiva/ Ya no me interesa conservar una biblioteca numerosa/ (vanidad de vanidades)" (p. 326). En este libro la autora afirma que "la literatura tiene sentido, desliza frases de tangos como leve homenaje a los demonios intertextuales ("Gotan"), se distingue la luminosidad de "Montevideo" ("Nací en una ciudad triste/ de barcos y emigrantes/ una ciudad fuera del espacio/ suspendida de un malentendido:/ un río grande como mar/ una llanura desierta como pampa/ una pampa gris como cielo") (p. 337) y cierra con el largo poema narrativo "Correspondencia (s) con Ana María Moix" (349-361 pp.). Diré, por último, que "Barnanit" es un poema-bisagra: escrito treinta años después que "Estado de exilio", ha sido incluido como puente respecto de "Estrategias del deseo", como avisa la autora en nota al pie de página.

En Lingüística general (1979) nos retiene un pasaje en el que la poeta afirma que emprende un "combate personal/ contra la fugacidad" (p. 398). Esa batalla está cifrada en organismos como "Escoriaciones", "El arte de la pérdida", "Montevideo" o "Alejandra entre las lilas". Hay, debo decirlo, en esta Poesía reunida altibajos, irregularidades, poemas aquejados por el facilismo o por la gratuidad de la enumeración caótica: "Mujer de principios", entre otros. En Lingüística general sobresalen el guiño culturalista ("Última estación") y la alusión exenta de avisos tipográficos, como el verso gorostiano "En las tenues holandas de la nube", que inaugura "Pavesiana" (p. 412).

El movimiento de Europa después de la lluvia (1987) es centrífugo primero, y centrípeto después: va del centro a la periferia, del latido íntimo a la descripción externa, objetiva, desapasionada, para retornar al yo: "Todo jardín es interior:/ no me muevo más que para recoger sus olores./ Puedo decir, así, que recorrí varias geografías" (p. 519). Y llama la atención la inteligencia del acto de traducir como trasgresión (p. 487), afirmación que se conecta con el "Amar es traducir/ ¿traicionar? de "Babel bárbara" (1991).

Cristina Peri RossiEn "Babel bárbara" hay juegos verbales (acrósticos), definición de poética como operación que no "habla de seres/ sino de símbolos" (p. 555) o "Te nombro, luego existes" (p. 581) y el poemario culmina con el agitado y hermoso "El parto": "Desde el fondo del vientre,/ como una montaña,/ la oscura fuerza del deseo./ El deseo, oscuro como una semilla./ La semilla cerrada y muda/ como una ostra./ Los labios de la ostra/ lentamente abriéndose,/ como la vulva" (590-591 pp.). El poema defiende una aventura fisiológica que es una aventura verbal: "Y de pronto, súbitamente, el grito./ Descendiendo por las piernas abiertas, el grito" (p.591).

Otra vez Eros (1994) es un osciloscopio sentimental donde la poeta rememora, evoca, lamenta, amores añorados o perdidos: hay una exclamación entusiasta acerca de la libertad de preferencia sexual y sorprende la enconada y punzante apología del erotismo, frente a las añagazas de la razón y los paraísos prometidos por las oxidadas utopías, en el poema "Filosofía": Ante la caída internacional del comunismo/ el desmoramiento de tu falda/ Ante el proclamado Fin de la Historia/ el nacimiento de un nuevo lunar en tu hombro" (p. 608).

Respira en Aquella noche (1996) el tono irónico, la reversión de los tópicos y la trascendencia histórica del amor ("Para que yo pudiera amarte/ Marx tuvo que escribir El Capital/ Y Neruda, la Oda a Leningrado" (p. 681)) y la escritora esgrime una crítica descarnada contra la falocracia machista (perdón por el pleonasmo).

En Inmovilidad de los barcos (p. 747) terquea la enumeración, exasperante en el poema "Megalópolis": "Un helicóptero/ una batidora/ una nevera/ jeringuillas desechables/ peluquines/ uñas postizas/ latas de Pilsener/ alka-seltzer/ muñecas hinchables". Hay, sin embargo, breves empeños memorables: "Líbranos, Señor,/ de encontrarnos,/ años después,/ con nuestros grandes amores" (p. 747).

Estrategias del deseo (2004) narra (el verbo no es impreciso) los desencuentros amorosos, la emergencia atroz del deseo, la desazón tras la pérdida de la persona evocada, la erizada relación sexual, la angustia que precede y sucede a la trasgresión y, en fin, el lugar del deseo ?el momento más alto del libro es, precisamente, "El deseo"? en un mundo asediado por la muerte: "Once de septiembre": "El once de septiembre de dos mil uno/ mientras las Torres Gemelas caían,/ yo estaba haciendo el amor" (p. 845).

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Nº 20 - Abril de 2007

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