Antonio Crespo Massieu, LOS ÁNGELES DE LA HISTORIA
En este lugar
Fundación Kutxa
San Sebastián, 2005
Orilla del tiempo
Ed. Germanía, Valencia, 2005
Por Mª Ángeles Maeso
Dice un proverbio africano que mientras los leones no sepan hablar, las historias de cacería
glorificarán al cazador. Con las historias de los pueblos sucede lo mismo: hacen falta muchas
otras voces para que dejen de glorificar al que dispara. La historia de la invasión de EEUU
a Irak puede ser contada -y se está haciendo- por las mismas manos que manejas las armas.
Pero, además de los incesantes números de víctimas mortales, deberá incluir
a tantos otros millones de ciudadanos que no cejaron en alzar su voz para impedirla.
Antonio Crespo recoge en En este lugar esas otras voces del coraje y la lucidez como desafío
a un tiempo sin estrellas Este libro tiene como protagonista al sujeto colectivo, que
fue legión, alzado en contra de una de barbaridad histórica. Millones de personas
que participaron del pavor entrevisto a ráfagas, ya que la manipulación de la
información y la privación del sentido hicieron lo posible para no dejarle ver
qué ocurría. El poema Mapa imprescindible para las vacaciones da fe
de ese marasmo de mensajes donde queda equiparada la injusticia y la muerte a la frivolidad
de un mundo acosado a consumir. Hubo un temblor es uno poema que debería ser
de obligada lectura, no sólo en los libros de historia: la fuerza de esa elegía,
que Crespo levanta ante el incendio de la biblioteca de Bagdad, alcanza categoría universal
por la palabra destruida. Que no se olvide.
Orilla del tiempo se abre con una iluminadora cita de Walter Benjamin sobre el Ángelus
Novus que pintara Klee y sirve como directora del sentido de todo el poemario. Como en el libro
anterior, el ángel de la historia se asombra y abre los ojos desmesuradamente sobre los
muertos de los campos de concentración y sobre los muertos que los judíos hacen en
Ramala (II parte del libro); con pavor del ángel el poeta escribe; un pavor sucede ante
lo cotidiano y que hace también historia, donde la muerte no es grande ni pequeña,
solo muerte que sale al paso. Lo que deja es una ausencia, lo otro que el poeta nombra, tan gozosamente
como en el poema Marzo tiene forma de Juan . (I parte)
La III parte acoge bajo el título Palabra una especie de homenaje a los autores de cabecera
de Antonio Crespo: Paul Celan, (especialmente) René Char, Emmanuel Levinas, Robert Desnos...
Los que han hecho cuanto han podido para que ese ángel de la historia abra con menos espanto
los ojos. La última parte reconoce cuánto debe el poeta -y el ángel que sonríe
y escribe- a la mirada del cine.
Un buen poemario para defender la razón contra el espanto.
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