El gusto a la griega. El Nacimiento del Neoclasicismo francés.
Palacio Real. Madrid. Del 25 de octubre de 2007 al 6 de enero de 2008.
Museo Calouste Gulbenkian. Lisboa. Febrero-mayo 2008.
Por Julia Sáez-Angulo
Los franceses sostienen mejor que los españoles
la diferencia entre objetos de arte y las artes decorativas. Los primeros
se localizan en el Museo del Louvre y los segundos en el museo anexo que
lleva el nombre de Artes Decorativas. La comisaria de esta muestra, María-Laure
de Rochebrune reconoce que en esta muestra privan más los primeros
que los segundos a la hora de definir el nacimiento del neoclasicismo
francés. En la galería Apolo del Louvre y en este museo,
en general, se habla más de objetos de arte, como debiera hacerse
en la sala del tesoro del Delfín del museo del Prado, por ejemplo.
"Objetos
de arte" son aquellos que condensan una estética mayor que
uno de simples artes decorativas o aplicadas, sobre todo si tienen una
vinculación relacionada con la historia, la monarquía o
algún personaje relevante, declara la señora Rochebrune.
La denominación "gusto a la griega"
traduce la tendencia de la primera etapa del neoclasicismo francés,
que surge hacia 1750, con Luis XV y se prolonga hasta la primera mitad
del XIX, al tiempo que expandirá su influencia por toda Europa.
Madame Pompadour fue una de las primeras seguidoras de la moda en la Corte
francesa, así como su hermano Marigny, los duques de Aumont y Choiseul.
La articulación del recorrido presenta un buen
montaje que clarifica la presentación de pinturas, mobiliarios,
vasos, cajas, esculturas, grabados... Todas ellas llevan la iconografía
del ideal de belleza descubierto en Italia bajo las cenizas del Vesubio.
El gusto a la griega fue el reconocimiento del ideal de belleza en una
antigüedad sita en Italia que se remontaba hasta Grecia.
El
viaje a Italia del marqués de Vandières (próximo
marqués de Margny) en 1750 con un grupo de expertos en los tiempos
de la Antigüedad fue un punto de inflexión en la evolución
del gusto francés. Madame Pompadour había organizado este
viaje.
La orfebrería, la porcelana de Sevres, el bronce
dorado y los objetos realizados en mármol, pórfido y piedras
duras, son un despliegue del buen trabajo para el gran gusto francés
que se iba a reconocer en todas las cortes europeas.
Piezas singulares son los cuadros "La vendedora
de amorcillos" (1763), de Joseph-Marie Vien, del Museo del Louvre
o los retratos de Diderot, el duque de Choiseul de Labille-Guiard o el
de Madame Pompadour, de Drouais, así como la colección de
tabaqueras y cajas en oro y esmaltes.
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