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Faraón

Centro de exposiciones del Canal de Isabel II. Madrid.
Del 21 de diciembre de 2005 al 14 de mayo de 2006.

Por Carmen González García-Pando

FaraónA lo largo de tres mil años de historia, Egipto estuvo dominado por la excepcional personalidad del faraón. Este término, transmitido por la Biblia y procedente del egipcio per-aa que significaba “gran morada”, pasó de aplicarse al gran templo a referirse a su propietario. Así pues el faraón se convertía en seno de acogida de todo su pueblo, el que velaba y cuidaba por su bienestar y aseguraba la prosperidad de Egipto en todos los ámbitos. Faraón es la encarnación divina, el intermediario entre el mundo de los dioses y el mundo de los humanos. Sólo él puede conocer la buena marcha del universo y gracias a sus actos, el orden triunfa sobre el caos. El faraón actúa como dios creador, el que instituye las leyes y hace reinar la justicia. Instaura la paz en la tierra y cuida del mundo divino con plegarias y soberbias construcciones.

Para esta ocasión, l os pilares de la sala central del viejo canal se han revestido para asemejarlos a las columnas del templo de Karnak y recrear así un ambiente más adecuado con las piezas exhibidas. El resultado es, sencillamente, espectacular; como igualmente lo es la pirámide exterior de más de dieciocho metros de altura que se ha construido para acoger la proyección audiovisual, en tres dimensiones, sobre el cuerpo de una momia procedente del Museo Británico.

El visitante no debería perder la oportunidad que brinda este visionado que, con el nombre de Momia: viaje interior, permite conocer datos tan curiosos como, por ejemplo, que se trataba del sacerdote Nesperennub, que murió posiblemente de un tumor cerebral y que una de sus muelas debió provocarle fuertes dolores. Igualmente, los conservadores británicos, a través de numerosos escáneres multidimensionales han podido reproducir su rostro, definir la fecha de fallecimiento, el lugar dónde vivió, la profesión que ejerció y su tipo de alimentación. Unos datos que van a permitir conocer mejor aspectos como el de la momificación.

Faraon

El contenido de la exposición se ha estructurado en siete ámbitos donde las piezas recorren la vida de los faraones desde los primeros momentos del Imperio Antiguo (2686-2173 a.C.) hasta el Imperio Nuevo (1552-1069). La vida en palacio, la historia, la política, las ceremonias o la organización social son algunos de los temas que nos acercan a esta cultura milenaria. La muestra pretende que el visitante constate no sólo el carácter sobrenatural de su máximo representante, sino que, también, comprenda el halo humano que envuelve sus acciones. Por tanto no es raro encontrar junto a estatuas tan colosales como la de Tutankamón, pequeños enseres de la vida cotidiana.

La muestra se inicia con un repaso histórico de la figura de los casi 350 faraones que reinaron en las 31 dinastías que se sucedieron a lo largo de más de 3000 años. Continúa con los atributos y el vocabulario iconográfico de estas imágenes reales para seguir con el estudio que, como intermediario entre los dioses y los hombres, el faraón ejercía. Sobre el equilibrio entre el orden y el caos trata el cuarto ámbito de la exposición donde aparece la figura del faraón como guardián de la armonía terrenal. No obstante necesitaba de una gran maquinaria estatal que, apoyada en una administración perfectamente jerarquizada, permitiera el orden y la prosperidad en todo el territorio. Es ésta la temática del quinto apartado en dónde nos encontramos con esculturas y estelas de visires y escribas ejerciendo funciones burocráticas.

FaraónLas moradas del faraón eran numerosas y se repartían cerca de las capitales administrativas o religiosas del país. Sus inmensos palacios tenían que acoger a todo el personal que tenía a su servicio. Esposas y concubinas le daban una descendencia muy grande; no obstante, la mayor parte de sus mujeres e hijos, no residían junto a él. Solamente la Gran Esposa Real convivía a su lado y participaba en tareas religiosas y políticas. Pues bien, para mostrarnos su casa y acercarnos a esta faceta humana del todopoderoso, la exposición dedica un espacio para que el visitante conozca sus objetos y mobiliario más íntimos como son los brazaletes y collares que adornaban sus cuerpos, las baldosas que decoraban las estancias, los espejos y frasquitos de maquillajes y hasta el asiento de letrina y la sencillísima cama en la que reposaba Tutankhamón.

FaraónicoFinalmente la muestra nos sumerge en el ritual de la muerte y la preparación del cuerpo para su permanencia eterna en el paraíso. Ajuares mortuorios, recipientes para libaciones rituales, vasos canopos que contenían las vísceras. son algunos de los objetos aquí exhibidos y que se completan con la máscara funeraria de Psusenes I. Una pieza realizada en oro, cuya sencillez y ejecución magistral nos presenta el rostro idealizado del faraón tocado de los atributos que le señalaban como máximo soberano. Una obra soberbia que, por sí sola, justifica la visita de esta exposición multitudinaria y, nunca mejor dicho, faraónica.

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Nº 7 - Enero de 2006

 

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