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Francisca Blázquez

Sala Aires de Córdoba del 28 de octubre al 9 de noviembre de 2005

Por Joan Lluís Montané

El espacio como el todo

Francisca Blázquez

Francisca Blázquez es una creadora multidisciplinar y muldimensional que se preocupa, en primer lugar, del espacio, considerándolo como un todo, en el que el tiempo no importa. En el espacio las formas geométricas, las moléculas que forman parte del entramado pictórico, las formas que son materia, masa, densidad, susceptibles de ser transformadas por la energía.

Sin espacio no hay geometría, porque lo imprescindible es el continente para que exista contenido. También sugiere la existencia del vacío, pero este se entiende dentro del complejo del espacio, dado que el vacío es la ausencia de aquel, pero, a la vez, lo interpreta, en el sentido de dotarle de instantes espirituales de meditación. La meditación, el ir más allá de la realidad física, hace que se abran otras dimensiones, que son las que Francisca Blázquez refleja en su pintura.

Pero, a pesar de todo, estas se entienden dentro de unos parámetros conformados por el espacio. De ahí que el Dimensionalismo sea una constelación de estructuras formales que tienen su razón de ser en distintos parámetros diversos en los que cada espacio es infinito, hasta que un nuevo vacío permite el viaje hacia otras realidades dimensionales. De ahí que la creadora madrileña, con más de 35 individuales y más de 300 colectivas en una docena de países de tres continentes, crea una nueva forma de entender la geometría, que entronca con la geometría sagrada de las diferentes creencias espirituales y religiones, pero, también, posee constataciones científicas, conexiones con la física cuántica, con la teoría de la causa y efecto, además de interesarse por lo chamánico, los viajes cósmicos, las constelaciones de estrellas, la enormidad de las galaxias, el big bang inicial...

Todo es dimensional, porque existe un juego de posibilidades, en el sentido de ser y preocuparse por el alcance más profundo de la propia existencia. Hay distintas dimensiones porque existe un universo espiritual, astral y emocional que acompaña al universo físico. De ahí que presente formas geométricas aparentemente frías, cohesionadas y contundentes, pero que, en realidad, son producto de sus desvelos por la dinámica compleja de la existencia en la que se pregunta constantemente por el origen y la formación de las cosas. Es una buscadora de esencias, una mediadora en el proceso de hallar energías que nos conducen a una intencionalidad perceptiva en la que vemos la conformación molecular, la elaboración de poliedros, formas hexagonales o triangulares que se suceden unas a otras. De hecho la propia existencia son múltiples y variadas formas geométricas sujetas a un extremado dinamismo.

Siempre hay un principio de la transformación, pero jamás un fin porque las formas no tienen un final, sino que se transforman. Incluso la forma inicial tampoco es forma en sí misma considerada en plan hierático, sino que se supone que es producto de su propia idiosincrasia. Es decir que siempre ha existido el espacio, en ocasiones nutrido de formas elementales, en otras de construcciones elaboradísimas, pero siempre es por sí mismo auténtico espacio.

Las estructuras son tales porque existe un principio que las reúne que es el espacio. No hay que considerar el espacio solamente como soporte, sino como entidad inteligente que es la suma de todo lo existente.

No se trata de un producto fruto de elucubraciones que posean un trasfondo claramente científico, sino complejo, dado que aglutina percepciones espirituales, reflejos de viajes astrales, pensamientos profundos, sentimientos, actualidad cotidiana, retazos de glamour, esencialismo lúdico, intencionalidad de romper esquemas, pero, a la vez, todo ello es producto de una firme convicción interior basada en la disciplina, en profundizar en la belleza, en las percepciones más clásicas de un entorno inmediato, interior y exterior, diáfano y lejano, en el sentido de volver a considerar la vida como un todo, alejándose de las especializaciones y de las disciplinas excesivamente puristas. Hoy hay un exceso de pretendido purismo, de posmodernismo inoperante que lo único que hace es aprovechar las fallas del sistema artístico para sustituir el dominio de la técnica y las concepciones filosóficas por pseudo literatura barata de salón que lo único que produce es un vacío de ideas.

De ahí que la aportación del Dimensionalismo de Francisca Blázquez sea tan importante, porque resume en una obra de gran carisma, caracterizada por su explosividad cromática, por su dedicación a la idiosincrasia de lo singular, las peripecias de una actualidad agobiada en lo político, marcada por la Era de Acuario, fundada en una convulsión de convulsiones, generadas por la transformación planetaria, todo ello puesto al servicio de la evidencia de la fragilidad de la existencia.

Todo es fundamental en el engranaje de la obra de la artista plástica castellana, en el sentido de que surge del cosmos personal, del interior de las galaxias de sus oraciones, pensamientos e ideas, actuando como canal de luz transmisor, adoptando los parámetros de un chamán moderno, de un sacerdote egipcio, de un budista convencido, quien, convierte los malos pensamientos en energía positiva, incluso los muy malos contienen enseñanzas que navegan en el mar de cristal dela experiencia.

En líneas generales su producción tiene un sentido trascendente, desde el mundo angélico, pasando por los planetas, la idea de Dios, las percepciones de la luz, la luminosidad extraordinaria que surge con fuerza de cualquiera de las formas complejas que inventa, que expresa con sagacidad y frescura, nutriéndolas de entusiasmo, de vitalidad creadora, de fuerza centrípeta, de entereza emocional.

Cuando una artista universal y culta es, además, inteligente y espiritual, su obra deja de ser lúdica, desinteresándose por la provocación, dado que lo importante de la misma es el concepto que la nutre y no la idea que provoca.

Francisca Blázquez, autora del Dimensionalismo en 1998, es una gran artista, primero porque demuestra que se conoce muy bien a sí misma, a pesar de sus eternas preguntas; en segundo lugar porque expresa la cohesión de los diferentes mundos. Hay muchos mundos pero están en este. De ahí que no pretenda mostrar una utopía espiritual, ni nos hable de universos espirituales geométricos imposibles, sino que nos muestra el gran alcance que tiene la geometría cuando, libre de adjetivos refleja que, en primer lugar, forma parte inherente del espacio, de nuestro espacio, en el que está todo, porque el todo es el vacío y el vacío es la ausencia de todo. Y en el espacio y el vacío la espiritualidad como norte. Una espiritualidad coherente, firme, consciente, libre de prejuicios y de ataduras.

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Nº 5 - Noviembre de 2005

 

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