KONDSEROVSKY, COLECCIONISTA DE ALFOMBRAS ORIENTALES

Por Julia Sáez-Angulo

Corinne de Kondserosky, condesa polaca, afincada entre Madrid , comenzó su colección de antiguas alfombras orientales hace treinta y cinco años, cuando se casó con un diplomático español en París y ambos se dedicaron a buscar con ahínco buenas piezas. Corinne había heredado buenas alfombras orientales de sus antepasados. Las habían adquirido en Irán, cuando un general de su familia, después de la revolución soviética de 1917, acudió con lo que quedaba de su ejercito en ayuda del ultimo Sha de la dinastía Kadjar, en su lucha por conservar el poder: Fue destronado en 1926 por Palevi, el padre del último sha de Persia.

Fue en los años 70 cuando la coleccionista adquirió sus piezas más significativas y a precios interesantes en subastas de París y Londres fundamentalmente. Su gran competidor era el empresario británico de la firma Rare Carpets y las casas de subastas los conocían a ambos y calculaban que alfombras irían a parar a uno o a otra. "Lo apasionante de una colección es el conocimiento, la conservación y el estudio que exigen los objetos, al tiempo que se disfruta con pasión cada pieza. Una descubre que hay motivos en las alfombras orientales que aparecen ya en antiguas civilizaciones egipcias, dibujos que estaban en las tumbas de las pirámides, por ejemplo. Los dibujos de las alfombras del Turkestán son logos , señas de identidad de una tribu o de un pueblo, al igual que los tartan escoceses, que diferencian los cuadros de sus textiles según los clanes. "Las colecciones invitan a profundizar en la historia y el desarrollo de las piezas", explica la condesa.

A raíz de que la colección de antiguas alfombras fue tomando número y prestigio, la condesa comenzó a exigirse más y, como en la parábola evangélica de las perlas, empezó a vender algunos ejemplares para adquirir otros más singulares o mejores. Piezas vendidas que fueron a parar a familiar nobles, aristocráticas e incluso de la realeza. Del mercado de antiguas alfombras lo sabe todo y ahora le gustaría mostrar su colección al público español para que conozca y se aficione a este arte de esplendor y refinamiento, con el que tanto se aprende y disfruta. Un tema del que hay tanto que aprender.

Para esta experta, el coleccionismo privado de antiguas alfombras orientales es algo que está por hacerse en España. "Algunos compran buenas piezas antiguas para la decoración de sus casas, pero sin ánimo sistematizador de hacer una colección programada por regiones, épocas o tribus", señala. Las alfombras son elementos flexibles y fáciles de guardar enrolladas, además de fácil conservación. No se necesita una gran inversión para reunir una colección representativa y que pueda igualmente realzar o acompañar una colección de pintura o escultura. Estamos hablando de cifras asequibles o razonables respecto a las que ascienden otros objetos de arte.

"Aunque algunas piezas puedan alcanzar precios elevadísimos, a partir de 900 euros se puede comprar una antigua alfombra oriental del XIX de 190 x 120 cm, por ejemplo. Si bien las alfombras del Caucaso alcanzan precios medios altos, las alfombras realizadas en muchos pueblos de Irán, en lo que los ingleses llaman Cottage Industry , -alfombras anudadas por las mujeres en sus casas-, así como las alfombras de los nómadas de los Fars, los Kachgaii, los Belouches ofrecen variadas posibilidades y oportunidades interesantes al coleccionista.

"En España no hay colecciones importantes de alfombras orientales, pese a su importante pasado islámico. Sólo he visto algunos ejemplares extraordinarios en el Instituto Valencia de Don Juan, y en la Fundación Thyssen. Me sorprende que museos del XIX como el de Sorolla, recientemente restaurado, o el Romántico, no luzcan buenas alfombras orientales, cuando era lo habitual en las residencias importantes de este período. Ha sido un fallo de instalación que no debiera haber pasado desapercibido a sus responsables", indica Kondserovsky.

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