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Marianne Apostolides: «Nadar»

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Recuerdo al menos dos historias que se sirven del acto de nadar para hacer avanzar (y retroceder) el relato. La primera es un cuento de John Cheever y se titula El nadador. Más»

Accademia del Piacere: «Gugurumbé. Las raíces negras»

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El realismo íntimo de Isabel Quintanilla

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El museo dedica por primera vez una exposición monográfica a una artista española, Isabel Quintanilla (1938-2017), una de las figuras fundamentales del realismo contemporáneo. La muestra reúne 90 obras de toda su Más»

Antoni Tapies, la práctica del arte

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Se ha presentado a los medios esta magna exposición con motivo del centenario del nacimiento de Antoni Tàpies (1923-1012). La Fundación Antoni Tàpies la organiza en colaboración con la Comunidad de Madrid. Más»

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Es un título sugestivo basado en el corte de la tela en diagonal respecto al hilo para confeccionar una prenda al bies. La propuesta de la exposición es tejer un relato contra Más»

Lael Neale, polaridades y sanación

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Recientemente, Lael Neale editaba su nuevo álbum, Star Eaters Delight, que estará disponible en todo el mundo a través de Sub Pop. El álbum, que presenta temas destacados como “I Am the Más»

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Amor e información por Teatro de la Reunión

por Redacción

Por Nuria Ruiz de Viñaspre

 

 

El pensamiento no es más que un relámpago
en medio de la larga noche.
Pero ese relámpago lo es todo

Henri Poincaré

 

1Once parejas actuales. Once ensayos clínicos. Veintidós relámpagos en mentes llenas de pensamientos actuales. Veintidós ensayos clínicos. Cuarenta y cuatro manos que se apoyan unas a otras, manos con sangre de vida y manos con sangre de muerte que aman, des-aman, informan, des-informan y matan. Cuarenta y cuatro ensayos clínicos. Un solo director. Un solo ensayo clínico. Toda una evaluación experimental. Una evaluación experiencial. Una sociedad coreografiada. Ritmo. Ritmo. Ritmo en el corazón de un “uno” al son del corazón de un “otro”.

Sabemos que la cultura es un proceso dinámico, no es fija, no es estática, cambia, evoluciona, progresa, se construye -y a veces hasta se destruye-, y si hay algún paralelismo con esto, es esta propuesta escénica de la que vamos a hablar, y donde veremos dinamismo, permeabilidad, movilidad, flexibilidad, evolución, crecimiento… Por lo tanto, es cultura esa escultura andante que camina hacia adelante. Y es bello pensar que todos somos resultados móviles de la confluencia de diversas acciones en un momento determinado y dentro de una cultura concreta. Y estos y no otros podrían ser los discursos culturales que imperan en un texto tan crudo y desgarrador pero a la vez tan sensible y certero como el de Amor e información, de Caryl Churchill.

Por todo eso ¿quién se aventura a poner sobre un escenario un texto tan sin concesiones, tan difícil de asir, tan hermosa-mente árido y a la vez tan árbol, tronco, rama, y trama, como el de Amor e información? Pocos. Muy pocos. Es más, leerla en España es complicado pues ha sido poco traducida. Incluso se ha representado pocas veces a esta dramaturga, considerada de las más innovadoras del teatro occidental contemporáneo.

Juan Carlos Corazza nos propone así otra de sus inyecciones de pedagogía. La inyección –letal o no- de entrar en la sociedad a saco y de la mano de Churchill. Así nos lleva de esa mano hasta este proyecto didáctico-artístico desde Teatro de la Reunión. Solo ellos, junto a Estudio Corazza para el Actor, han conseguido con gran éxito reunir a veintidós futuros actores–y digo futuros porque son alumnos avanzados pero sin experiencia en un teatro, sin más techo que los cubra que el propio cielo con sus inclemencias, mentes privilegiadas soltadas al mundo, empujados al vértigo del escenario, a una sociedad a veces draconiana que coloca una corona de moscas a estos jóvenes en el escenario. De este modo, estas veintidós cabezas coronadas interpretan, en más de sesenta escenas una sociedad tan completa como incompleta ¿Utopía? ¿Distopía? ¿Antiutopía? ¿Ucronía? Estamos ante el todo y su contrario, ante la sangre de la vida por la que circula la savia y la sangre de la muerte, ante lo deseado (ser amado o ser informado) y lo despreciado una vez conseguido (no quiero tu amor ni tu información porque me hacen daño, duelen), y todo ante una sociedad tan utópica como distópica.

2Churchill nos plantea una y otra vez la moral dentro de al sociedad, como si nos preguntara cómo vivir moralmente en ella con nosotros mismos y el resto, y nos respondiera desde el intercambio verbal como instrumento en bellos relatos que anticipan un mundo futuro aun con una perspectiva pesimista. Respuestas con una intención casi visionaria de alertarnos sobre los peligros del «progreso» humano, la comunicación, el exceso de información, el exceso de amor y el deceso de sus contrarios.

Yo sé perfectamente cuál es el tipo de sociedad que desearía: descentralizada, no autoritaria, comunista, no sexista, una sociedad en la cual las personas pudieran experimentar sus sentimientos y alcanzar la excelencia de su vida. Aseveraciones como esta de Churchill nos hacen pensar que en ella todo impacta. Nos impacta. Nos golpea en el pecho, como el gorila golpea su pecho para marcar su territorio. Así marca esta gran dramaturga las pautas. Como Corazza señala sus propias marcas en el escenario. El mensaje es uno, amor. El mensaje es uno, información. El des-mensaje es uno. Des-amor. El des-mensaje es uno. Des-información. Porque cuando se pierde el control, el amor desenamora y la información desinforma. Toda entrada tiene otra puerta que no es salida, sino otra entrada, es la del diablo. Las nuevas tecnologías que matan la parte humana que nos relaciona con el otro. La individualidad. El no entendimiento. El exceso de información que acaba siendo la bala que nos mata. Todo está aquí. Entre Churchill y Corazza. Entrediálogos.

Hay también un lado irónico o juguetón en Churchill, cuando en una obra que habla de la información y la comunicación se planteen piezas difíciles de leer, difíciles de coger con la facilidad con las que uno las coge sobre ese escenario de Corazza, pero como todos sabemos, con Churchill, lo no-dicho, es tan importante como lo dicho, y esto parece saberlo bien Corazza.3Peter Brook dice de Caryl Churchill que es única, marginal, como Beckett en sus inicios. Y es que Churchill no hace concesiones. Es artística, humana, social, crítica, política, comprometida, teatral. Es una mujer aparte con un teatro aparte en un mundo aparte pero que habla de una sociedad concreta, pues los seres que la componemos somos iguales en comportamientos. Una mujer preocupada por un mundo profundamente herido por la marcha implacable hacia el capitalismo.

Estamos ante una escritura femenina. Sensitiva. Delicada. Pero tras todo esto está lo duro. Lo árido. Lo abrupto. Lo áspero. Como el director argentino, sensitivo, delicado pero también duro, árido, abrupto, necesariamente áspero. Estamos ante una escritura trasgresora donde la autora siempre nos quiere dar más que palabras y donde Corazza ha sabido desenterrarlas. Ambos –una textualmente, otro escénicamente- nos proponen magistralmente una relación y una interdependencia entre individuo y sociedad. Y donde todos los individuos y todas las sociedades se vean representadas. Y esto, insisto, es lo fascinante en el director argentino, mantener íntegro el texto de Churchill y a partir de él, ir levantando un teatro al aire libre. Levantar la casa del lenguaje. La casa del ser. Palabras que son ladrillos y que unos junto a otros levantan una casa que protege, acoge y comprende. Como si fuera el gran bulto del lenguaje.

Corazza así nos vuelve a abrir las puertas de un escenario en pleno proceso de creación. Levanta los telones y con ello levanta las faldas a la sociedad. Para que podamos ver. Para que podamos verla. Vernos en el reflejo. Nos abre los ojos, nos los mantiene abiertos con una ganzúa, instrumento que sirve para abrir cerraduras, las cerraduras de tantas y tantas mentes. Y todo a través de veintidós mentes bien abiertas que nos hablan de la importancia del amor, del amar, del ser amado, de la información, de informar, de ser informado y de la desimportancia del resto.

4Este experimento de Corazza es muy consecuente con lo hasta aquí hablado. He aquí la ucronía, planteada como esa reconstrucción histórica construida lógicamente y basada en hechos posibles pero que no han sucedido realmente. Como estos actores, jóvenes expertos -pero no de experiencia sino de experimentación, ambas fuertes estructuras-, actores que nos reconstruyen un mundo de hechos posibles pero nunca por ellos vividos en el escenario.

La palabra es la casa del ser. Esto es un hecho y está dicho. Y las palabras dicen lo que son y además más y otra cosa, esto mantenía Pizarnik, que conocía bien esta materia sólida de tanto masticarla. Y Churchill, en un manifiesto acerca de escribir para teatro, dice: nuevas palabras más allá y por debajo de la superficie de la vida ordinaria. Por eso, en Amor e información tenemos la posibilidad de descubrir qué hay detrás de cada palabra. Detrás de cada silencio. La cortina de la palabra. El velo del silencio. Ella parece desintegrar la sociedad en partículas de palabras y silencios, y Juan Carlos Corazza ha vuelto a superarse en este proyecto, pues si hay algo interesante más allá del texto y la dirección escénica, es el carácter pedagógico de estos ensayos abiertos. Y es que ya el concepto, científicamente, debería atraernos. Ensayos abiertos. Ensayos clínicos, como si la vida fuera eso, un mero ensayo donde tener la oportunidad, bajo una buena dirección, de ir hacia un lado o hacia otro, de explorar, de investigar, de investigarnos, de ser libres para tomar un camino u otro. Esta es la parte más hermosa de estas propuestas, lo que tantas veces se dice y que está tan en boga en todas las disciplinas, la cocina. Curioso que Churchill utilizara también sus talleres de improvisación para el desarrollo de algunas de sus obras, una aproximación psicoanalítica. Un punto en común con Corazza. Parecen hablar de lo mismo, del trabajo de la investigación, de laboratorio pero donde el laboratorio es un espacio con cuatro paredes tiradas y abiertas al público.

Stanislaw Lem decía: Nuestra capacidad para adaptarnos, y para aceptarlo todo, es uno de los más grandes peligros que corremos. Las criaturas que son completamente flexibles, cambiantes, no pueden tener una moralidad fija. Está claro que esto enlaza con aquella Churchill que nos hablaba de la moral en la sociedad pero si hay algo comprobable en esta propuesta es la maleabilidad, plasticidad y flexibilidad de los actores, cambiando de registro en tan solo segundos. En más de sesenta escenas donde cambian personajes, situaciones, emociones etc. ¿Quién puede hacer a esta velocidad tantas flexiones con la mente si no tiene un buen entrenador? Corazza parece serlo, sin duda alguna.

Y entonces todo termina, y en ese punto exacto de aplausos todo se inicia. Es la  percepción del teatro frente al final y que va más allá de las palabras y de fórmulas dramatúrgicas. Ese es el teatro que debería hacernos replantear nuestra propia posición en el teatro. Es el público.

5Los últimos diez minutos, una vez finalizada la propuesta, están destinados al público. Porque también el público participa, acto coherente con el resto de proyecto que lleva el sobrenombre de “pedagógico”. Y fíjense si el adjetivo “pedagógico” aquí surtió efecto, que en una de las intervenciones se dijo algo muy bello. Un joven confesaba sin pudor: yo no había leído nunca un libro hasta que di con uno que me gustó tanto que despertó mi amor a la lectura. Y continuó diciendo: tampoco nunca he venido al teatro, pero hoy acabáis de inyectarme en vena la gana y el amor al teatro con propuestas en las que todos sois uno. Gracias. Recuerdo que pensé: puede que estemos hermosamente hambrientos de humanidad, de comunicarnos con el otro. Quizá porque somos seres sociales.

Está claro que la sociedad, a pesar de crisis sociales, económicas,  políticas, personales,  avanza como un barco, porque probablemente el comentario de este chico tenía que ver directamente con aquello de “todos sois uno”, con la unión, la confianza, el acuerdo, la alianza, la coalición, la piña, el todo de muchas nadas, el trabajo en equipo. la sociedad al fin y al cabo. El “cierra los ojos y lánzate de espaldas al vacío” porque la mano de tu compañero estará siempre allí para sostenerte y apretar así el vacío en su vaciado puño. Eso hacen once con once y once entre once. Eso hace Corazza con estas veintidós mentes que piensan y sienten. Comprenderlas, dirigirlas, asesorarlas, apoyarlas, empujarlas, aliarlas, unirlas, y sobre todo, conseguir todo esto entre ellas.

6Es por ello tan lícito que Corazza se decida por este texto y no otro, por esta dramaturga y no otra. Por este Amor e información donde el equipo ha de ser uno, donde la sociedad ha de ser una. Por una Churchill que combina el compromiso social y la experimentación teatral, que enfatiza el amor y enfatiza la información. Ambos tan necesitados de un “uno” y un “otro”. Una concatenación de acciones, situaciones, momentos, emociones,  y todo resbalando por las paredes de un escenario, paisaje nuevo para los actores.

Resulta increíble que un ensayo abierto, un taller pedagógico, pueda casi concebirse como una obra teatral en sí misma. Así que si queréis vivir esta experiencia múltiple de venir a un ensayo abierto y a la vez ver una obra teatral de calidad, no dejéis de asistir, aún hay tiempo, jueves viernes y sábado en Conde Duque. Sesiones donde nunca una es igual a otra. He ahí la magia de la plasticidad y la flexibilidad del que hablaba Stanislaw Lem.

Amor e información

Elenco: Pilar Arocha, Patricia Barbosa, Carlos Barea, Grace Doniz, Thor Hidalgo, David López, Ana M. Merchante, Elías Merino, Diego Armín Montes, Dani M Brotons. Jose Mut, Gaizka Pasalodos, Rocío Perez,  Nathalie Portela, Teresa Riott, Miqui Rodriguez, Claudia Ruiz, Zahína Sanchís, Sara Sanz, Juan Carlos Torres, Mario Velasco, Patricia Villalón.

Dirección y adaptación: Juan Carlos Corazza. Colaboración: Paula Soldevila. Ayudante de dirección: Nicolás Gutiérrez. Traducción: Nicolás Gutiérrez y actores del Taller. Espacio: Juan Carlos Corazza. Iluminación: The Blue Stage Family. Espacio sonoro: Rafa Castejón y actores del Taller. Realización de escenografía y vestuario: Actores del Taller. Producción: Raúl de la Torre, Fernando Mellado, Estudio Corazza para el Actor, Teatro de la Reunión y actores del Taller. Colaboradores: Betina Waissman, Pedro González, Mónica Dorta, Leticia Santafé, Alessia Cartoni. Rubén Cano, Paco Pena, Juan Manuel Nieto, Natalia Vicente.

Fotos: Estudio Corazza

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