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Cervantes en Inglaterra, Shakespeare en España

por Mercedes Martín

Texto cedido por Revista Mensajero: http://www.mensajero.com/web/revista/revista.php

La primera noticia que tuve de Cervantes fue siendo yo niña y por medio de mi padre. Yo no sabía quién era ese señor que había escrito ese libro con el que mi padre se reía tanto. Desde entonces, Don Quijote y mi padre permanecen entrañablemente unidos en mi memoria.

Aprovechando la coincidencia del cuarto centenario de la muerte de dos grandes autores de la literatura universal, Cervantes y Shakespeare, quisiera hablar sobre la influencia de ambos autores en la cultura, cada uno en el país del otro. Pero espero que se me permita, por razones sentimentales más que culturales, reservar más espacio para el español.geniosY para amenizar la lectura del curioso lector, recomiendo “la playlist del Quijote” que encontré en un reportaje muy entretenido sobre la música que sonaba en tiempos de Cervantes. Pueden encontrarla en internet: Triste España sin ventura, Oxos garços ha la niña, Hay que non hay…

Un lugar universal

Miguel de Cervantes Saavedra Don QuijoteDe un lugar de la Mancha, que los críticos sitúan en Argamasilla de Alba, pero que se disputan muchos pueblos de Ciudad Real, salió Don Quijote en busca de aventuras tres veces y, como saben los lectores, en la primera salida se hizo armar caballero por un ventero de Puerto Lápice. “En ningún lugar como en Argamasilla de Alba se puede percibir con mayor viveza la pervivencia en el imaginario colectivo del pueblo de esta figura universal que es Don Quijote de la Mancha”, dijo en marzo del año pasado el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, en el homenaje que la Academia tributó al pueblo de cuyo nombre no quería acordarse Cervantes. Hoy ambos pueblos son puntos de interés turístico, bien comunicados y acondicionados para recibir las excursiones organizadas por las agencias. Por supuesto, la ruta oficial parece un decorado y está atestada de tiendas de recuerdos y turistas, pero una puede darse una vuelta y alejarse un poco para encontrar el encanto de la vida rural. Por supuesto, estos dos pueblos no son los únicos transformados por El Quijote, otros, a lo largo de la ruta que dibuja la historia del famoso hidalgo, se han convertido en puntos de interés cultural y aspiran a detener el tiempo a la vez que a modernizar sus accesos. De modo que una de las consecuencias del Quijote, como todas las grandes obras literarias, es la transformación del paisaje. Otra es la transformación de la economía local. Aunque, si nos preguntan por la influencia de una obra literaria, lo primero que nos viene a la cabeza no suele ser el paisaje ni la economía, sino la pervivencia del espíritu de una época en su lengua, sus anécdotas y sus refranes… Porque los pueblos se identifican con sus obras y más con las universales.

Hace poco leí un reportaje sobre la enemistad entre Lope y Cervantes. Era una enemistad basada en la admiración y la envidia, pues mientras que Lope se hacía rico con sus obras de teatro para el vulgo, Cervantes no podía vivir de sus escritos y en vida solo conoció cierta fama como autor de segunda, es decir, de obras humorísticas. Para colmo, el género de moda era el teatro y quien no triunfaba en el teatro, no triunfaba. De hecho, Cervantes murió en la indigencia. Sin embargo, Lope, que conoció el éxito terrenal regalando su talento al vulgo —“como las paga el vulgo es justo hablarle en necio para darle gusto”—, no se ganaría el cielo de la literatura universal.

Cervantes en Inglaterra

cervantesMuy pronto empezó a alcanzar reconocimiento Cervantes fuera de su patria y después de su muerte. De hecho, la primera traducción del Quijote fue inglesa y se dice que Shakespeare la leyó. Pero antes de que Shakespeare la leyera, comenzó a representarse el Quijote en los teatros de Inglaterra. Ironías de la vida, Cervantes se había convertido en un autor de teatro famoso con su Quijote, pero no en España y no con las piezas teatrales que escribió tratando de asaltar el reinado lopesco. Así que ya en 1612 se representaban algunos capítulos del Quijote, sueltos y adaptados, en la escena inglesa, de tal modo que el alcance real de la gran obra cervantina no se conocía y la gente que iba a los teatros lo único que apreciaba eran los chistes y los golpes que se llevaban los protagonistas.

Así las cosas, llegó a manos de Shakespeare una versión no muy fiel del Quijote. Es posible que fuera la traducción de Thomas Shelton, que data de 1612 (The History of the Valerous and Wittie Knight-Errant, Don Quijote of the Mancha), es posible también que viera la obra descuartizada y representada en los tablaos de la capital. Historia de Cardenio se titula la obra de William Shakespeare inspirada en El Quijote, que contiene la historia de Cardenio y Luscinda. Lamentablemente, aunque Historia de Cardenio se representó, no se conservó copia alguna.

quijote 1Cardenio era un joven que se había vuelto loco de tal modo que vivía con las fieras. Don Quijote y Sancho se lo encuentran y le preguntan qué le sucede, y él les cuenta la historia de su amada, que se casó con su amigo. Uno ve pronto que la tragedia de Cardenio no es que su amigo y su amada se hayan casado, sino que él es un cobarde, pues antes de reprochar o incluso retar a su amigo por la deslealtad mostrada, prefiere rogar a su amada que lo resuelva todo clavándose un puñal. Como, en el momento culminante, ella se desmaya, no cumple su palabra y Cardenio recibe su justo castigo. Cardenio representa la cobardía al poner en manos de otros su destino y lo mismo pasa con Hamlet. El Hamlet de Shakespeare es un cobarde, pues pasa todo el tiempo dudando para no actuar, para no enfrentarse a la realidad. Ese es su mayor atractivo: su debilidad es lo que lo hace humano y por tanto atemporal.

No deja de ser curioso que Hamlet y Don Quijote —un cobarde y un osado, respectivamente— sean los protagonistas de la literatura universal.

Irónico es también que la primera referencia al Quijote en la literatura inglesa pertenezca a una obra de teatro: Epicoene, de Ben Jonson (1610). El señor Dauphin pasa el día encerrado en su cuarto leyendo obras de caballerías, entre ellas Don Quijote y el Amadís de Gaula. No tiene nada de extraño que Jonson equiparase al Quijote con un simple libro de caballerías, pues como tal se leía en la época. Serán los románticos alemanes los que empezarán la tarea de descubrir al mundo otro Don Quijote más profundo y humano.

quijote 2El romanticismo alemán descubrió El Quijote para la modernidad. Mientras que antaño se le veía como fuente de diversión y de aleccionamiento, los alemanes del XIX, con Schlegel y Schelling a la cabeza, tomaron al caballero andante como símbolo de la muerte del idealismo clásico y medieval, y la llegada del mundo moderno aburguesado, donde el arte ya no serviría jamás para el ensalzamiento de los valores humanos, sino solo para el entretenimiento y el consumo burgueses. En sus Lecciones sobre estética, Hegel diría que en El Quijote se muestra el fin de una época histórica heroica y feudal, y el fin de un modelo de hombre: el caballero. Este fin se mostraría en el choque anacrónico de Don Quijote, un hombre todavía medieval, con el tiempo en el que vive, que no lo comprende y lo rechaza. En paralelo, El Quijote representa también el comienzo de la novela moderna. Así, poco a poco, el Quijote fue inspirando a cada época. Al menos dos libros importantes de la historia de la filosofía española buscaron en El Quijote “el espíritu nacional”. Primero, Unamuno con su Vida de Don Quijote y Sancho quiso “rastrear nuestra filosofía”, que no está sistematizada, sino “disuelta” en literatura, y luego Ortega, que quiso definir el quijotismo español en Las meditaciones del Quijote

Para hacerse una idea de la proyección que da El Quijote a las letras hispánicas, basta con examinar el Catálogo virtual de traducciones del Quijote elaborado por el Instituto Cervantes, en cuya introducción dice que El Quijote se ha traducido incluso al aymara o al esperanto.

Shakespeare en España

Shakespeare llegó a España algo más tarde. Según el catálogo digital de representaciones y traducciones de su obra, de la Universidad de Murcia, la primera traducción data del siglo XVIII (1772), pero no a partir del original inglés, sino de una mala traducción francesa. Su autor fue Ramón de la Cruz y se tituló El Hamleto. Las primeras traducciones directamente del inglés tardarían un siglo.william-shakespeareDe modo que Cervantes nunca leyó a Shakespeare, y es probable que no supiera nada de él. ¿Qué si hubieran dicho de haberse conocido? Una novela de Anthony Burgess juega con la idea de un encuentro en Valladolid. Poco más. Pero rebuscando en las bibliotecas electrónicas encontré un pequeño librito titulado La patria de Shakespeare sobre “el encuentro” entre Benito Pérez Galdós y el inglés genial. En septiembre de 1889, Benito Pérez Galdós tomó un tren en Newscastle para realizar un viaje que planeaba desde hacía años: visitar la casa de Shakespeare en Stratford-on-Avon.

“Por fin, en septiembre último, pisé el suelo, que no vacilo en llamar sagrado, donde está la cuna y sepulcro del gran poeta (…) Creo que soy de los pocos, si no el único español, que ha visitado aquella Jerusalén literaria, y no ocultaré que me siento orgulloso de haber rendido este homenaje al altísimo poeta cuyas creaciones pertenecen al mundo entero y al patrimonio artístico de la humanidad.” Y, al visitar la tumba, escribe Don Benito: “lo más interesante de Stratford es la iglesia, Holy Trinity Church, sepultura del poeta y de su mujer. Honor insigne para un país es guardar los restos de sus hombres eminentes. Nuestra incuria nos impide vanagloriarnos de esto, y aunque sabemos que los huesos de Cervantes yacen en las Trinitarias, y en Santiago los de Velázquez, no podemos separarlos de los demás vestigios humanos que contiene la fosa común.”

170px-ShakespeareMonument_croppedCuando leemos esto, no podemos evitar pensar en la piedra grabada (con errata incluida) que acaban de colocar los funcionarios de la Comunidad de Madrid para inaugurar el monumento funerario y literario a la vez de nuestro Miguel de Cervantes. ¿Por qué hemos tardado tanto en ponerle un monumento fúnebre? Cervantes murió en la indigencia y fue enterrado en una fosa común, pero se sabía dónde por las pruebas documentales. ¿Había pues obstáculo para señalar el lugar donde estaba enterrado y hacerle así un merecido homenaje? No lo creo. Me pregunto si no ha pesado más aquello que dicen, que nunca es uno profeta en su patria, sobre todo cuando la patria es de gente inculta y sin olfato para los negocios.

En el mismo año que la traducción de De la Cruz, 1772, se representó por primera vez también a Shakespeare en España, en el Corral del Príncipe. La obra: Hamleto, Rey de Dinamarca, la segunda, en 1802, fue Otelo o el moro de Venecia. Junto con Ramón de la Cruz, fue José M. Blanco White uno de sus primeros traductores y comentadores en español: “Shakspere: Traducción Poética de algunos Pasajes de sus Dramas”, 1823. Y por esas fechas, hay una “Vida de Guillermo Shakespeare”, escrita por Leandro Fernández de Moratín en 1798. El interesante catálogo virtual de la Universidad de Murcia también da acceso a algunas de las primeras muestras de la crítica literaria sobre Shakespeare en español. Hay un artículo titulado precisamente Shakespeare en España, que fue publicado en el tomo VIII de la Revista Hispano-Americana en 1882. Allí dice el autor en nota al pie:

William_Shakespeares_birthplace,_Stratford-upon-Avon_26l2007“En tiempo de A. Schlegel, a fines del siglo pasado, dice el sabio profesor, ya se podía formar una biblioteca con los trabajos críticos que para ilustrar la vida y las obras del gran poeta se habían escrito; calcúlese cómo será hoy, que brilla en todo su esplendor la gloria del insigne dramático. Nada parece, sin embargo, o muy poco, lo hecho, a juzgar por la desoladora pobreza de nuestras bibliotecas.”

Las cosas han cambiado mucho. Hoy Shakespeare en España se traduce y representa en cantidades industriales. En este cuarto centenario de su muerte por ejemplo, el British Council despliega una abultada agenda mundial bajo el título de “Shakespeare Lives”, que incluye cine, teatro y danza, incluso hip-hop, programas educativos descargables gratuitamente y reclamos tales como “Ven a estudiar a la tierra de Shakespeare”…

La influencia de Shakespeare y de Cervantes es inabarcable y aquí solo he querido destacar los comienzos, los primeros pasos de las obras en tierras extranjeras. Unos pasos vacilantes, como es lógico, pero quién iba a decir que llegarían tan lejos.